Pocas estampas son tan veraniegas, y más en estos tiempos de Instagram, como la del descanso tumbado en una hamaca a la orilla del mar o de la piscina -o en un destino de interior, que para el caso también es válido- con un libro entre las manos.
Bucear en historias inventadas, ensayos, biografías, poesías… o cualquier otro género mientras las horas y los días pasan sin más preocupación que la de disfrutar del momento y del merecido descanso es, seguramente, el mayor placer imaginable para no pocos lectores empedernidos.
La idea original, de 1992, se topó con la negativa de Costas a promocionar la lectura en la playa
La primera en Benidorm
En los últimos años las pantallas de los lectores del libro electrónico han ido ganando adeptos, pero es el papel, el viejo y fiable papel, el que sigue liderando la clasificación de preferencias entre los lectores.
Un placer hedonista que hace ahora veintidós años se hizo algo más sencillo y asequible gracias a la aparición, en la playa de Levante de Benidorm, de la primera biblioplaya de España.
30 años de historia
La idea de crear una biblioplaya en Levante llegó en 1992, el año en el que en nuestro país pasó todo.
Los Juegos Olímpicos, la Expo de Sevilla, la capitalidad europea de la Cultura de Madrid, la llegada de la Alta Velocidad al sistema ferroviario o la inauguración de un sinfín de obras públicas simbolizaron, en cierta medida, el salto definitivo de España a la modernidad. El paso de los vagones de cola a la locomotora de la Unión Europea (que no se llamaría así de forma oficial hasta un año más tarde con la entrada en vigor del Tratado de Maastricht).
Desde entonces, leer las buenas y malas noticias del día en la prensa, enterarse de los cotilleos del mundo rosa en las revistas o sumergirse en una novela antes de hacerlo en el mar, se iba a convertir en algo más fácil, sencillo y asequible que nunca antes… pero la cosa no iba a ser tan fácil.
En su segundo año de funcionamiento el servicio pasó de abrir seis a ocho meses al año
Prohibido promocionar la lectura
No fue una idea fácil de poner en marcha, como suele ocurrir en España con cualquier propuesta innovadora, a causa de las muchas y absurdas trabas burocráticas a las que se enfrentó el proyecto. En aquel entonces, fue la Jefatura de la Dirección General de Costas la que se negó a conceder los permisos para la instalación de esa biblioplaya pionera, argumentando que era ilícito promocionar la lectura en la playa. Ver para creer.
Así, el proyecto quedó dormitando, con algún que otro intento por despertarlo de su letargo, en los cajones municipales, hasta que en 1998 se acometió la segunda intentona importante, aunque todavía tuvieron que pasar dos años más, hasta el cambio de siglo (y quizás de mentalidad), para que en el verano de 2000 la primera biblioplaya de España fuera una realidad.
A la segunda fue la vencida
Las crónicas de aquel primer verano de lectura recogen que el proyecto de la biblioplaya de Levante, a la que poco después se uniría una instalación gemela en la playa de Poniente, nacía con el objetivo de “acercar el libro a los usuarios independientemente de dónde se encuentren”, y promocionar la cultura como una actividad de ocio más al “fusionar el concepto de diversión y vacaciones que lleva implícito la arena de playa, con el de cultura y lectura”.
Pese a que España no era entonces, como no lo es veintidós años después, un país que aparezca en los primeros puestos de los rankings de lectura, la idea fue un éxito desde el primer momento. Tanto es así que en su segundo año de vida, en 2001, el periodo de apertura aumentó de los seis meses iniciales a ocho, añadiendo además una nueva biblioplaya en La Cala, que, eso sí, sólo estaba operativa en plena temporada alta.
En la actualidad la biblioplaya de Levante es la única de todo el litoral español que abre durante todo el año
2022, el regreso
El de 2022 será el verano del regreso de las biblioplayas después de dos años de ausencia a causa de la pandemia. Como se recordará, tras la irrupción de la covid en marzo de 2020, los arenales de toda España, como el resto de los espacios públicos, han sido objeto de diversas restricciones sanitarias.
La menor afluencia de gente, y la adaptación a esas mismas normativas, hizo que el Ayuntamiento de la capital turística escalara durante todo este tiempo los distintos servicios de sus arenales a las necesidades reales de cada momento.
La única permanente
Desde el pasado día 1 de julio las playas de Benidorm han regresado a la plena normalidad y, con ella, también lo han hecho las biblioplayas.
La de Levante, la pionera de todas ellas, no sólo puede presumir de ser la ‘abuela’ de la costa española, sino que a día de hoy sigue siendo la única de todo el litoral que se mantiene abierta durante todo el año salvo, en circunstancias normales, un periodo de un mes que va del 15 de enero al 15 de febrero y que se aprovecha para acometer las labores de mejora y mantenimiento más profundas.