Aquella mañana del martes veinte de marzo de 2018 los titulares ardían, o echaban humo, aunque la temperatura exterior, eso sí, no estaba a la par. ¡Ha nevado en Torrevieja!, decían. ¡Desde hace 103 años que no sucede!, aseguraban. Bien, mes más, mes menos, es cierto que la última gran nevada mediática había asombrado a residentes y reporteros enviados el dos de enero de 1914.
Como entonces, la nieve poco se mantuvo, mezclada con la lluvia. El suficiente tiempo como para que todo el mundo hablase de excepcionalidades. Si bien es cierto que las de 1914 y 2018 fueron de titular, las playas torrevejenses han visto ya caer copos, que la mayor parte de las veces no llegan a cuajar. Así, tras la primera aquí reseñada, tenemos la de diciembre de 1924, o la de también en diciembre de 1926, o la de enero de 2017.
Aspectos que influyen
Que nieve en la Costa Blanca (o sea, desde Dénia hasta Torre de la Horadada, la pedanía marítima de Pilar de la Horadada) no es en el fondo excepcional. El que la nieve llegue a cuajar el tiempo suficiente como para que los medios la conviertan en titular ya resulta más problemático. Eso sin contar múltiples factores, como el propio empuje urbano de los municipios ribereños.
Si nuestras poblaciones, desde un punto de vista inmobiliario, de aglomeración humana, fueran enfermos, el termómetro no marcaría la misma fiebre para un pueblecito de montaña que para una ciudad cuyos habitantes fijos y turistas aglomeran las costas mediterráneas. Pero esto no es más que uno de los muchos aspectos a tener en cuenta. Sin ser exhaustivos: localización geográfica, situación atmosférica o, sí, el cambio climático.
Ya hubo nevadas en 1914, 1924 o 1926
De coordenada en coordenada
Las coordenadas para ubicar a Torrevieja exactamente en un mapa son 37,9787200º de latitud y -0.6822200º de longitud. La latitud, que se mide en horizontal, indica la distancia al ecuador; la longitud señala, tomada en vertical, la que existe con respecto al meridiano de Greenwich. Así a vuelapluma, podríamos considerar que esto ya determina el clima. ¿Es esto cierto?
Comparémonos, por ejemplo, con Los Ángeles, por las posibles semejanzas entre el clima angelino y el mediterráneo. Bien, la megaciudad estadounidense (casi cuatro millones de personas frente a las 82.842 del censo torrevejense de 2021) se encuentra ‘más abajo’, en esta latitud: 34,05223°. Su clima, mediterráneo húmedo-seco, se aleja del mediterráneo semiárido de Torrevieja. Busquemos algo más parecido.
El Mediterráneo, tras desecarse, sufrió una gigantesca inundación
La gigantesca inundación
Otra megaciudad (cerca del millón de habitantes), San Francisco, también californiana, presenta una latitud más semejante a la torrevejense: 37,77493º. El clima sanfranciscano es casi como el angelino, pero más húmedo, también más frío. Luego la latitud no nos sirve. ¿Y saber que Torrevieja asoma a un mar interior que hace seis millones de años se convirtió en un gigantesco lago salino que comenzó a secarse?
Después, hace unos 5,33 millones de años, sobrevino, a través de lo que hoy es el estrecho de Gibraltar, una ciclópea inundación de aguas atlánticas que duró, según se calcula, poco más de un año. Salvo que los estrelleros defensores de civilizaciones perdidas tuvieran razón, la realidad es que por entonces nuestros ancestros aún correteaban por tierras africanas: no había homínidos, cuyos restos son de hace unos cuatro millones de años.
El cambio climático extremará veranos e inviernos
Mar de fondo y vientos fuertes
Lo que nos interesa es que, al generarse un mar interior de escasas mareas pero nada calmo (existen los fenómenos del ‘mar de viento’ o ‘de fondo’ y las ‘mareas meteorológicas’, por las condiciones atmosféricas y/o vientos fuertes), se creó también un clima propio, al margen de la cercanía al ecuador (la línea ecuatorial o paralelo 0°, el círculo máximo perpendicular al eje de rotación de la Tierra, no el país efectivamente cruzado por el ecuador).
Que estos fenómenos golpean, pero bien, lo muestran los avisos a la ciudadanía por parte del propio Ayuntamiento, como este del dos de diciembre de 2019: “En estos momentos las avenidas de las Cortes Valencianas, Delfina Viudes y Alfredo Nobel están cortadas debido a las intensas lluvias. Nos acercamos a los 40 litros por metro cuadrado, algo más de 20 litros en esta última media hora. Seguiremos informando”.
El cambio climático
Entonces sí, volviendo a lo de la nieve, basta con que a una borrasca se le sume un poco de aire siberiano para que las playas se nos vuelvan blancas, no pasa nada, ¿no? Bien, al clima actual se le ha sumado un elemento desestabilizador: el calentamiento global. Esto no significa que todo sea un secarral de polo a polo, sino que se desnormaliza la congelación polar (de ambos o por ejemplo de uno, mientras el otro aumenta).
¿Consecuencias? Varía el régimen de corrientes marinas, con ellas el del aire, y con ello se extrema el clima: salvo años de tregua, como normalidad veranos cada vez más calurosos e inviernos más fríos. Y la nieve y los temporales acaban por dejar de ser titular para convertirse en el pan nuestro de cada año.