Lo normal, lo más habitual, como dice el refrán, es que el cántaro vaya tantas veces a la fuente que al final acabe roto en mil pedazos. Pero el cántaro, ese que se fue llenando durante semanas y meses con mensajes apocalípticos sobre la afección que al tráfico de la ciudad de Benidorm iba a tener el cierre de su principal entrada, era duro. Muy duro. Y no se rompió ese jueves, 15 de septiembre, cuando la avenida Beniardá quedó cerrada al paso de vehículos y el resto de la ciudad, recién empezado el curso escolar y todo lo que ello implica, siguió su vida como si nada.
Se pidió paciencia una y otra vez. Incluso el alcalde de la ciudad, Toni Pérez, afirmó que se iba a “liar la mundial”. Y, sin embargo, cuando la capital turística de la Comunitat Valenciana echó el cierre a su principal entrada (y salida), con una presión diaria de cerca de 40.000 vehículos, la cosa se saldó con apenas unas incidencias menores en puntos muy concretos de la trama viaria.
Madrugada de espera
Buena prueba de que nadie, absolutamente nadie -por mucho que a posteriori se tratara de hacer ver lo contrario-, confiaba en un resultado tan positivo obtenido en los días posteriores a la ‘hora H’, de las obras en el entorno de la estación de Benidorm, es que buena parte de la plana mayor del equipo de gobierno de la capital turística de la Comunitat Valenciana, con el alcalde, Toni Pérez, a la cabeza, se encontraban apostados a pie de calle desde mucho antes de que saliera el sol por el horizonte de aquel jueves lectivo y en el que amenazaba a lluvia, lo que siempre complica mucho las cosas.
Muchos, en la propia avenida de Beniardá, que quedó clausurada a las doce de la noche por un periodo que se prolongará durante los próximos diez meses. Otros, en el resto de puntos teóricamente conflictivos del enorme y complejo dispositivo de movilidad diseñado para la ocasión.
El propio alcalde de la ciudad, Toni Pérez, afirmó que se iba a «liar la mundial»
Tensa vigilia
Pasaban las horas y las más complicadas de ellas, las de la entrada a los centros de trabajo y, sobre todo, a los colegios se acercaban y, como la calma que precede a la tempestad, nada ocurría. Cada cual miraba el reloj haciendo sus cálculos mentales. El tiempo seguía corriendo y el tráfico seguía fluido.
Y, como en la canción, les dieron las siete, las ocho, las nueve y las diez de la mañana. Las miradas, entonces, mutaron a una mezcla de satisfacción e incredulidad. El tráfico de Benidorm, el siempre complicado tráfico de la ciudad, no había diferido en prácticamente nada a lo que es normal en cualquier jueves lectivo del mes de septiembre.
Los trabajos, que comenzaron el pasado 15 de septiembre, se prolongarán durante diez meses
Retenciones menores
Sólo en la recién remodelada rotonda de la zona del Salto del Agua se produjo alguna retención más llamativa de lo habitual coincidiendo con la hora en la que allí confluía el lógico tráfico para acceder al área educativa más grande del municipio y el que, desviado de Beniardá, trataba de entrar a las zonas Centro y de Levante.
Aliviado, el primer edil afirmó, pasado ese primer gran examen, que “a grandes rasgos, la circulación ha sido fluida en los principales accesos a la ciudad” anunciando, eso sí, “un refuerzo policial en el Camí del Llandero al detectarse en esta primera jornada la entrada de vehículos no autorizados por este itinerario, reservado únicamente a residentes y vehículos de emergencia”.
Los conductores sólo se quejan de que la nueva ordenación obliga a «dar una vuelta considerable»
Buen comportamiento
El munícipe ha presumido de que “Benidorm ha respondido de forma eficiente y con normalidad al reto colosal que suponía anular la que probablemente sea la principal entrada a Benidorm” aplaudiendo por ello el “comportamiento de los conductores, que en un porcentaje elevadísimo han atendido todas las recomendaciones e itinerarios propuestos por el Ayuntamiento” algo que, a su juicio, “ha sido clave para que el tráfico haya funcionado correctamente durante la jornada”.
Sabedor de que esta normalidad en el tráfico puede verse alterada en momentos de mayor afluencia turística y que están por venir, Pérez ha subrayado que “todo el dispositivo de movilidad, que operará mientras duren las obras de soterramiento de la avenida Beniardá, es susceptible de ir variándose en función de las necesidades o eventualidades que se vayan detectando”.
Además, ha vuelto a reclamar a Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana “que corte el tráfico ferroviario entre las dos estaciones del TRAM de Benidorm para así evitar que el Camí del Llandero se vea afectado por la bajada de barreras del paso a nivel”.
Más rodeos
“No he notado ninguna diferencia. He entrado a la ciudad con total normalidad”, afirmaba uno de los muchos conductores que circulaban en la mañana del jueves por el Cruce, uno de los puntos que podían suponer un problema y que finalmente no se vio colapsado en ningún momento.
Otra usuaria de la vía, en este caso a bordo de su motocicleta, también se mostraba sorprendida por la fluidez del tráfico, aunque reconocía que los muchos cambios introducidos en algunas calles y barrios “son un lío y lo serán hasta que nos acostumbremos y los normalicemos cogiendo la costumbre de ir a los sitios por otro lado”.
En lo que coincidían muchos, como un repartidor de una conocida plataforma online, es que ahora, para llegar a algunos puntos de la capital turística, “hay que dar una vuelta considerable”.