El verano ha sido duro en Altea, como lo ha sido en toda la costa mediterránea azotada por una sucesión de olas de calor como hacía tiempo que no se registraban. Eso ha hecho que fueran muchos los vecinos y turistas que se acercaban diariamente a sus playas en busca de un pasajero alivio ante las altas temperaturas.
Y, aprovechando esa escapada, no pocos de esos bañistas se dejaron caer por alguno de sus chiringuitos y allí, con algo de suerte, compartir un rato con todo un emblema de la Villa Blanca: la cisne Paca.
Una venerable anciana
Paca se ha hecho mayor, muy mayor, y aunque vive en libertad y no depende del ser humano para alimentarse, su condición de celebridad, entre residentes y turistas habituales, ha hecho que los voluntarios de Somos Gos de Altea lleve años haciéndose cargo de la labor de velar por su cada vez más delicada salud.
“Calculamos que tiene entre 31 y 32 años”, explican desde la asociación animalista, cuyos voluntarios han sido los encargados de realizar la última actuación de urgencia para asegurarse de que la vida del longevo animal no corra mayor peligro, después de que a principios de este verano saltaran todas las alarmas cuando, en un muy activo grupo de Facebook que reúne a vecinos de l’Albir y Altea, se alertara de que Paca, una auténtica ‘influencer’ local, tenía un sedal de pesca enrollado en el cuello.
El pasado mes de julio varios vecinos alertaron de que tenía un sedal enredado en el cuello y su ala izquierda
Mascota oficiosa
No es extraño encontrar testimonios, decenas de ellos, de personas que aseguran llevar décadas viviendo en la Villa Blanca o en los municipios vecinos de la Marina Baixa y que tienen a la cisne Paca “desde siempre” en su recuerdo. Como si el animal fuera, igual que las casas blancas o la cúpula de la iglesia, parte indisoluble del paisaje local.
Esa extraordinaria longevidad y el hecho de que desde su llegada nunca haya abandonado el que eligió como su hogar, han hecho de Paca algo así como la mascota no oficial del pueblo. Una compañera que los animalistas recuerdan que “no es un animal doméstico y no hay que alimentarlo, porque es perfectamente capaz de hacerlo por sí mismo”.
Ha superado con creces las expectativas de vida de los animales de su especie
Alerta ciudadana
La mayoría de las personas hacen caso de esas indicaciones y, además, es esa red informal de observadores la que suele dar la voz de alarma cuando algo pasa, como sucedió el pasado mes de julio. Fue entonces cuando Paca amaneció cierto día con un sedal enrollado en el cuello y su ala izquierda, la única que le queda sana después de que hace unos años sufriera la estulticia humana, cuando un grupo de personas decidió perseguirla a bordo de motos de agua y acabaran produciéndole esa lesión que ahora le impide volar.
Este último rescate de Paca, como muchos anteriores, es un bello ejemplo de colaboración ciudadana, uso correcto de las redes sociales y, sobre todo, amor a los animales. Desde Somos Gos explican que “nos avisó Dino Trubianelli, el administrador del grupo We Love Albir de Facebook, donde se había alertado de que Paca tenía ese sedal enredado en el cuerpo”.
Nadie sabe dar una explicación al motivo por el que nunca ha migrado a otros lugares
Cualquier cuidado es poco
Esa misma tarde, los voluntarios de la asociación acudieron a socorrer a Paca, aunque se encontraron que alguien se les había adelantado y había liberado al animal de sus ataduras. Sin embargo, aquello generó otro problema. “Lo hicieron con muy buena voluntad, pero estresaron mucho al animal y estuvo enferma toda la noche. No podemos olvidar que Paca es un animal salvaje y, por lo tanto, existe un protocolo concreto para interactuar con ella”.
En cualquier caso, con más de treinta años de vida para un ejemplar que, en circunstancias normales, no suele vivir más de doce años en libertad o veinte en cautividad, cualquier cuidado es poco y más si estamos ante un emblema de Altea. Por ello, “ahora hemos preparado un nuevo operativo para capturarla y someterla a distintas pruebas como una ecografía y una analítica, que es algo que hacemos dos veces al año”.
Tiempo de descuento
Superada la enésima crisis, Paca seguirá nadando cada día por la bahía de Altea y visitando sus playas y chiringuitos. Y todo, con cierto halo de misterio porque nadie es capaz de explicar por qué se ha quedado Paca en Altea. Antes, cuando podía volar, podría haber emigrado, pero nunca lo ha hecho y la explicación a todo ello, quizás, la encontremos en el amor que han mostrado sus vecinos y turistas cada vez que los ha necesitado.
Paca vive, como explican los que saben de esto, en el tiempo de descuento. Ya supera en más de diez años la expectativa media de vida para los animales de su especie así que es lógico pensar que, por desgracia, el final de sus días está próximo y Altea se quedará sin su habitante alada más internacional. Mientras tanto, a los que quieran verla sólo se les pide una cosa: observarla, pero no interactuar con ella.