Al buey, en el fondo un toro capón, emasculado tras la pubertad, y hablamos de los elegidos para tareas de arrastre, parece que le dé igual todo: aquí marcho y aquí que no tengo ganas de más, que paro y me arrodillo pero ya. Y si esto hace uno de estos cabestros, no veas si hay más. Como le pasó en 1250 al pobre criado labrador del luego Reial Monestir de Santa Maria d’Aigües Vives.
Los bichos en cuestión dijeron que ya está y, tozudos, decidieron descansar bajo un olivo. Y puestos a hacer algo, se ve que el sirviente se puso a escarbar, desenterrando precisamente a la Virgen de Aigües Vives, que estaba allí desde el 826, escondida del tajo sarraceno. Y eso que la imagen había venido de África, como aquellos de quienes debía guardarse.
Camino boscoso
Sumada al paisaje de la Ribera Alta, en concreto al de la boscosa sierra de las Agulles (Agujas), La Barraca d’Aigües Vives saluda al viajero en una población de 852 habitantes según censo de 2021, a medio camino entre pedanía y municipio, pero con ayuntamiento propio. La superficie, eso sí, se la reparten entre Alzira (44.865 residentes), capital de la comarca, y Carcaixent (20.494).
Esta última localidad anota como patronos a San Bonifacio Mártir (catorce de octubre) y a la Virgen de Aguas Vivas (dieciséis). Ya tenemos localización, afinemos: salimos de Carcaixent por la carretera CV-570, en dirección a Tavernes de la Valldigna, enlazamos con la CV-50, pasamos por Aigües Vives y, o alcanzamos el monasterio (del dieciocho, sobre el ánima del edificio del trece) por el mismo vial, o vamos de intrépidos por el camino Blasco Ibáñez, entre arboleda.
El monasterio se encuentra en una localidad compartida por Alzira
Parada en San Bonifacio
De San Bonifacios tenemos al menos dos. El Mártir (672-754), anglosajón, de nombre original Wynfrid (Wynfrith, Winfrith, Windrid o Winifred, ‘el que hace el bien’, como Bonifacio, ‘bonus facere’), conmemorado el cinco de junio, el día en que lo asesinaron. Pero este se espeja en uno anterior, el de Tarso, del siglo cuarto, fallecido un catorce de mayo (la fecha en que al posterior lo nombraban obispo).
En la alicantina Petrer (34.009), se lo festeja desde el veintiocho de junio de 1614, como patrón para proteger “de granizo, piedra y rayos y otras inclemencias del cielo”. Y ya formalmente como celebración organizada, desde el diecisiete de mayo de 1822. Al final, el catorce de mayo, el de su santificación, es la fecha anual, con Moros y Cristianos.
La imagen fue enterrada en el 826 para protegerla
Italia, África y Turquía
En Carcaixent, el venerado, ya se dijo, es el Mártir, con devoción el catorce de octubre, quizá para que coincida con los ritmos de la huerta, pero también puede ser, aunque no existan más referencias que las del ‘porque yo lo valgo’, que homenajeen al capitán vallisoletano Andrés López de Galarza (1528-1573), fundador, el catorce de octubre de 1550, de la ciudad colombiana de Ibagué, con más de quinientos mil habitantes hoy.
En realidad, se llamó Villa de San Bonifacio de Ibagué del Valle de las Lanzas. Pero en este otro valle, la Vall d’Aigües Vives, ocupémonos ahora de la patrona, tan arraigada en la comarca, en especial la zona carcagentina. Un enraizamiento societal que arrancaba a su llegada, gracias, según la tradición, a San Donato Mártir, santo italiano, del siglo cuarto, de origen turco (nació en Nicomedia de Bitinia, actual İzmit de Anatolia, de unos trescientos mil habitantes).
Tras un incendio, el arquitecto Andreu Robles reconstruyó la imagen
Rescate de la imagen
Dejemos aparte el que su nombre signifique “dado en donación”, o que aún no sepamos qué hacía aquí trayendo la imagen desde África (otras crónicas hablan de una ruta África-Italia-Carcaixent). Lo cierto es que desde aquel continente llegaron en el 826 las huestes de Musa (640-716), o sea, Musa ibn Nusair (u otro larguísimo nombre que aquí no cabe), popularmente “el moro Muza”, primer valí (gobernador) de al-Ándalus (la España musulmana).
La imagen iba a permanecer sepultada hasta que la tierra la alumbraba de nuevo aquel 1250 que, por cierto, se reproduce el día doce durante las fiestas, siguiendo la estela de las representaciones teatrales historicistas y populares, al aire libre, tan abundantes por tierras de la Comunitat Valenciana. No obstante, la primera referencia de una rogativa es de 1661. Luego, cayó la desgracia, con el incendio del seis de septiembre de 1736.
El resurgir de las cenizas
La imagen quedó destruida, pero señalan las crónicas que se le encargó la realización de una copia al entonces más destacado artista local. Bien, hablamos, si los cronicones no mienten, del arquitecto y escultor Andreu Robles (1684-1764), el mismísimo autor, entre una hoy renombrada obra, de la portada de la Catedral de València. El caso es que la Virgen de Aguas Vivas pudo así ser declarada, el seis de marzo de 1857, patrona de Carcaixent.
Se la coronó pontificalmente el quince de octubre de 1950, al séptimo centenario de que aquellos bueyes, tan tercos ellos, decidieran meditar bajo un olivo. De que Santa Maria d’Aigües Vives volviese a la luz.