Debía ser el de este martes uno de esos partido en los que el TM Benidorm pudiera sumar sus dos primeros puntos en la fase de grupos de la presente edición de la Liga Europa de balonmano.
Mucho más constantes durante los 60 minutos de juego, los isleños no dieron opción a un Benidorm fallón, impreciso y, sobre todo, inconsistente. Tuvieron los de Latorre buenos momentos, pero los alternaron con demasiados apagones de juego. Sobre todo, para toda una competición continental que, al menos por el momento, no está siendo benévola con ellos y les ha ofrecido la que ha sido su primera derrota local del año.
No encontró el ritmo el TM Benidorm en el arranque de la primera mitad, en el que el que el equipo islandés se mostró mucho más contundente y, sobre todo, consistente frente a un conjunto local que funcionaba a fogonazos.
Los de Fernando Latorre, que insistió de nuevo en ese dibujo ‘marca de la casa’ de fiar los ataques a prescindir del portero, se vieron muy lastrados por su imprecisión de cara a la portería, sí; pero sobre todo, por su falta de acierto en los pases, lo que provocó varios robos de balón absurdos que terminaron en gol a puerta vacía, permitiendo al Valur tener en casi todo momento rentas más o menos cómodas de dos y tres goles y, con ello, llevar el peso del partido y ponerlo siempre en el ritmo y la intensidad que más les interesaba.
El TM Benidorm, por su parte, se mostraba capaz, por momentos, de dar respuesta a los islandeses, pero esos fogonazos de buen juego se apagaban igual de rápido que se encendían. Así las cosas, llegado el minuto 15 de la primera mitad Latorre se vio obligado a pedir su primer tiempo muerto para tratar de reconducir la situación.
La cosa funcionó, en parte, porque el Valur se encontró con una inferioridad numérica de dos hombres que permitió a los locales llevar el marcador hasta el empate a nueve tantos a falta de diez minutos para que llegara el descanso.
Coincidió el momento, además, con las mejores intervenciones hasta ese instante de Roberto Rodríguez, de nuevo y pese a su complicado papel, uno de los mejores del conjunto benidormense.
Los del Palau d’Esports seguían lejos de dar la mejor versión de sí mismos, la que vimos durante toda la semana pasada en Alemania y en Granollers, pero, al menos, consiguieron parar la preocupante sangría que había imperado en el arranque del choque y, poco a poco, iban dando muestras de meterse en el partido y cogerle la medida a unos islandeses que, con el marcador más igualado, ya no estaban tan cómodos sobre la cancha.
Y con esa tesitura de un TM Benidorm al alza y un Valur yendo de más a menos, se llegó al descanso con un resultado de 12-12 que lo dejaba absolutamente todo muy abierto para la segunda mitad.
El regreso del vestuario devolvió el partido a su fase inicial, con un TM Benidorm impreciso y los islandeses apretando a fondo el acelerador para volver a marcharse en el marcador con rentas de entre dos y tres goles apoyándose, como durante todo el encuentro, en un formidable Björgvin Pall Gustavsson bajo palos, cerrándose los diez primero minutos de la reanudación con 17-20 en el marcador.
Empezaron a aparecer los nervios en las filas locales. Esos que hacen que la cabeza dude y el brazo tiemble en los momentos decisivos, fallando hasta dos penaltis consecutivos que podrían haber reducido mucho la distancia y meter de nuevo a los locales en el choque.
Apareció entonces la figura del eterno Ivan Nikcevic, tan contundente como sereno a la hora de dirigir a los suyos trasladando a la cancha las órdenes que desde la banda gritaba un Fernando Latorre hiperactivo buscando la reacción definitiva de los suyos.
Encontraron la manera de hacerlo los del Palau, colocándose con un gol de desventaja (19-20) en el minuto 15, instante elegido por Latorre para pedir un tiempo muerto que bajara las revoluciones desbocadas de los de Benidorm.
Comenzaron entonces los que, posiblemente, fueron los peores minutos del TM Benidorm en el partido. Pese a ello, y aunque siempre por detrás en el marcador, los locales pudieron evitar que los islandeses adquirieran demasiada renta, entrando en los últimos diez minutos con 22-26 en el luminoso. Cuatro goles difíciles de remontar, pero no una tarea imposible a poco que encontraran el tono y la intensidad mostrada en sus mejores días.
Desesperado, Latorre pidió su segundo tiempo muerto, pero ni con esas se pudo dar la vuelta al partido, que acabaría con un 29-32 que, al fin y al cabo, hizo justicia con lo visto sobre la cancha.