Entrevista> Alfonso Albert / Deportista y artista (València, 22-mayo-1973)
Alfonso Albert es ahora un gigante entre cerámicas. Es la historia que acompaña a todo aquel cuya estatura supera los dos metros.
Formado en las categorías inferiores del Joventut de Badalona, donde debuta en la ACB la temporada 1991-92, este deportista valenciano posee una dilatada carrera que le ha llevado a distintos conjuntos del máximo nivel del baloncesto español, como Pamesa, Breogan y Joventut, entre otros.
Momento vital
Este pívot, de trato próximo y muy afable, jugó en la selección nacional e incluso ha tenido alguna experiencia profesional fuera de España, aunque todavía recuerda algún tren que no cogió y le hubiera permitido disfrutar de alguna etapa en las universidades norteamericanas.
Con motivo de la pandemia decidió dar un giro profesional quien llevaba lustros habituado a convivir bajo los aros y pugnar por el balón cerca de la canasta. Hace ya más de dos años que decidió poner en marcha una escuela-taller de cerámica en L’Eliana junto a su pareja y reciclarse. Desde entonces disfruta de un delicioso momento vital que ha querido compartir con AQUÍ en València.
«Me gusta irme solo a relajarme con el balón bajo el brazo; es mi terapia»
¿Cuál fue su primer recuerdo con un balón de baloncesto en las manos?
Mi primer recuerdo fue cuando tenía solo trece años. Por entonces yo siempre había jugado a fútbol y de la noche a la mañana crecí quince centímetros.
También he de decir que yo siempre fui más habilidoso con las manos y creo que por ese motivo la transición del fútbol al baloncesto resultó más fácil.
¿Desde que empezó a jugar ya no lo dejó nunca o tuvo algún momento de ‘tirar la toalla’?
Quizá cuando empecé a jugar fue todo como un sueño hecho realidad y lo único que quería era cumplirlo y jugar al lado de mis ídolos. Podría decirse que en ese instante quizá el baloncesto ya pasó a ser algo más que una afición y se convirtió en mi modo de vida.
En esa época entrenaba muchísimo y físicamente me costó mucho; sacrificios, obligaciones y esfuerzo. Eran estas situaciones las que provocaban dudas e incluso también pensar en tirar la toalla.
¿Coqueteó con algún otro deporte?
Durante mi etapa como jugador la verdad es que no, pues mi dedicación era exclusivamente para el baloncesto.
¿En qué momento vio que podría ser algo más que deporte y convertirse en su profesión?
Cuando cumplí los dieciocho años de edad. Fue un momento en el que mi cuerpo cambió, además de dar un estirón bestial de 202 centímetros a 208 centímetros. Mis cualidades atléticas también mejoraron mucho.
Por aquel entonces no se daban demasiados jugadores de mi edad con un futuro tan prometedor en España.
«Villacampa y Jofresa tenían clase a raudales y además se trataba de grandes compañeros»
¿Qué tiene este deporte que no tenga otros?
Bueno, quizá los valores que representamos: la unión, el compromiso, los éxitos… Creo que desde hace muchos años se nos ve con muy buenos ojos y puede que sea por ese motivo, entre otros muchos, que hemos enganchado a mucha gente.
Además de eso, yo añadiría que los abanderados de este deporte han sido deportistas que han demostrado saber estar dentro y fuera de la cancha.
¿Ve mucho baloncesto?
Menos de lo que me gustaría, la Escoleta ocupa mucha parte del tiempo.
¿Aún lo practica?
Cuando puedo echo unos tiros a canasta, sí. Me gusta irme solo a relajarme con el balón bajo el brazo; es mi terapia.
¿Jugó siempre en la misma posición?
Siempre, sí. Quizá alterne en algún momento posiciones un poco más alejadas del aro, pero no era lo normal, donde yo era peligroso y más efectivo era cerca del aro.
¿A qué jugador nacional admiraba?
He tenido varios, te podría hablar de dos de ellos, que además tuve la suerte de compartir equipo y vestuario: Jordi Villacampa y Rafa Jofresa. Eran grandes jugadores. Tenían clase a raudales y además se trataba de grandes compañeros.
«Arvidas Sabonis para mí ha sido uno de los mejores jugadores de toda la historia»
¿Y a nivel internacional?
Arvidas Sabonis para mí resultó ser si no el mejor, al menos uno de los mejores. Se trataba de un jugador tremendo. Hay que poner en valor que acabó siendo un deportista que jugó casi toda su carrera cojo y al 60 % de su capacidad.
Aun así jugó en la NBA ya veterano y siguió jugando a gran nivel. Debo decir que para mí ha sido una gran suerte poder jugar en varias ocasiones contra alguien al que considero un ‘crack’.
¿Quién ha sido el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos y por qué?
Michael Jordan ha sido un icono único e irrepetible y el jugador de baloncesto que podía hacer cualquier cosa dentro de una cancha. Ha sido el más completo jamás visto y todo lo que hacía parecía que lo hacía fácil; por ese motivo era un jugador irrepetible.
¿Su mejor entrenador?
El mejor entrenador para mí fue Javier Pinazo. Se convirtió en una persona que confió en mí cuando yo empezaba. Fue capaz de ver muchas cosas que ni yo mismo creía que tenía; creo que sabía que yo apuntaba alto (risas).
¿Qué recuerda de su etapa como internacional?
Fue una etapa muy bonita. Jugar y representar a tu país es una experiencia difícil de explicar. Es todo muy emotivo.
«Hablar de algo tan normal como tu estado emocional se debería normalizar en el deporte»
¿Valdría usted para ser entrenador?, ¿cree que es sencillo el tránsito de jugador a entrenador?
Bueno, es otro papel totalmente diferente. El baloncesto tiene otra perspectiva más compleja y perfeccionista. No hay nada que se haga al azar, todo se hace por algo y todo tiene sentido.
Sinceramente, creo que es más difícil ser entrenador, pero opino de igual modo que haber sido jugador te proporciona una serie de herramientas para ser bueno como entrenador.
¿Se arrepiente de algo en su trayectoria profesional?
Más que arrepentido, quizá hubiese actuado o hecho las cosas de diferente manera en alguna que otra ocasión.
¿Algo qué hubiera cambiado en su carrera deportiva si…?
En vez de crecer veinte centímetros en un año hubiesen sido en cinco… creo que no hubiese vivido de esto.
¿Su canasta más importante?
No recuerdo una canasta importante, sino un cúmulo de buenas acciones que influyó en victorias importantes.
¿Y el fallo deportivo del que más se lamenta?
Fallos en si durante un partido hubo muchos, pero de lo que más me arrepiento es no haber probado suerte en los Estados Unidos. Tuve ofertas de universidades americanas…
«València es ahora un centro neurálgico en lo que a instalaciones de baloncesto se refiere»
Ahora más que nunca se habla de salud mental en el deporte. ¿Es más delicado ahora que entonces?
Quizá ahora han salido más casos que antes y deportistas que se han dado cuenta que hablar de algo tan normal como tu estado emocional es algo que se debería normalizar en el deporte.
¿En su familia sigue la tradición baloncestística?
Sí. Ellos eran futboleros, pero desde que me dio por el baloncesto todos nos cambiamos de chaqueta (risas).
¿Cómo ve al València Basket?
Todavía es pronto y el equipo tiene jugadores que aún no están al 100%. Confío en que poco a poco pueden ir encontrando la forma y sumando victorias.
¿Y las nuevas infraestructuras que se han creado?
Impresionantes. Actualmente València es un centro neurálgico a lo que instalaciones de baloncesto se refiere. Existe mucho compromiso por parte de Juan Roig y se está convirtiendo en un proyecto que desde hace muchos años no para de crecer.
¿Percibe que se juega más al baloncesto en nuestro país?
Sí, claro. Los resultados de la Selección Española han influido mucho, pero aún falta que la prensa y los medios le den la importancia que se le da al fútbol. Creo que no han tratado igual de bien al baloncesto en comparación con el fútbol.
¿La afición por un deporte depende del éxito de algún deportista o equipo en dicho deporte?
Sin lugar a dudas todo tiene que ver con el éxito o el fracaso. Afortunadamente, tenemos o hemos tenido éxito en muchos deportes en general y gracias a eso la diversidad hace que el aficionado tenga donde elegir.
«Siempre me gustó trabajar con las manos y el arte era una forma de desconectar»
¿Cómo llegó al mundo del arte?
Siempre me gustó trabajar con las manos y el arte era una forma de desconectar. He dibujado y modelado. La covid hizo que me replanteara junto a Paula, mi pareja, reinventarme y junto a ella crear la Escoleta.
¿Y por qué la plástica y no otro disciplina artística o incluso ámbito profesional?
Paula es ceramista y era algo que cuando volviésemos de China nos queríamos replantear; crear un espacio donde poder trabajar con niños es muy gratificante.
¿Tuvo una etapa intermedia profesional entre el baloncesto y el arte?
No. Esta etapa ha sido algo que, por lo menos en mi caso, no entraba en mis planes, pero debido a la covid me tuve que reinventar como tantísima gente tuvo que hacer.
¿Hace cuánto que se dedica a ello?
Hace 2 años y pico, desde la covid
Trabaja desde entonces en esa academia de arte ubicada en L’Eliana. ¿Nos puede hablar de ella y en qué consiste su nueva faceta profesional?
La Escoletadart es un espacio-taller donde se enseña las diferentes técnicas de cerámica; desde la creación de la pieza, cocción y decoración. Se trata de un proceso donde la gente desconecta y se relaja durante unas horas.
¿Es fácil para un deportista de élite reciclarse?
Sí, la verdad es que es un momento muy delicado y creo que deberían promover algún tipo de orientación y ayuda para que ese momento sea menos traumático.
¿Existe algo en común entre la plástica y el baloncesto?
Quizá se pueda extrapolar cosas interesantes: la concentración, disfrutar del proceso de aprendizaje, la calma… A mi modo de ver, creo que se trata de acciones que en baloncesto guardan también mucha similitud pues resultan igual de importantes.