Hay que ponerse en la época, en el doce, el Siglo del Feudalismo, cuando lo religioso se convertía en eje y alma de las vidas y sus circunstancias. Pleno Antiguo Régimen: las gentes, siervos o señores, dependían del campo, y este a su vez de los vaivenes atmosféricos. Los cuatro jinetes del bíblico Apocalipsis, montados en sus caballos blanco, bermejo, negro y amarillo, adjudicaban conquista, guerra, hambre o muerte, según.
En 1103, el monarca georgiano David IV (1073-1125) se había atrevido a convocar un concilio para organizar la Iglesia ortodoxa. La católica se recargaba y, decidida a convertirse en el eje sociopolítico de Occidente, impregnó su área de influencia de religiosidad, con los dogmas de fe por bandera: existe un solo Dios, uno, trino y eterno; la virginidad de la madre de Cristo, la Inmaculada Concepción…
El dogma de fe
En realidad, lo de la divina concepción no se oficializó como dogma de fe hasta 1854, pero ya en el doce, ecuador de la Plena Edad Media (del once al trece), triunfaba el culto a la Purísima Concepción de María. Historiadores y antropólogos señalan la existencia de cultos a la fertilidad anteriores, las diosas blancas de las que habló el escritor inglés, afincado en la balear Deyá, Robert Graves (1895-1985), el de ‘Yo, Claudio’ (‘I, Claudius’, 1934).
Cuando el ocho de diciembre (el festejo oficial) de 1854 el papa Pío IX (1792-1878), el de pontificado más largo (desde el dieciséis de junio de 1846 al siete de febrero de 1878), proclamaba la bula ‘Ineffabilis Deus’ (‘El inefable Dios’), la devoción ya se había recorrido, por vía sustitutiva (diosa por Virgen) en muchos casos, Occidente entero, arraigando sobre todo en el Mediterráneo, como las tierras de la hoy Comunitat Valenciana.
La creencia en la virginidad de María arranca en el siglo XII
Ejemplos valencianos
La lista de celebraciones en honor a la Inmaculada en todo nuestro territorio, alrededor del ocho, aunque a veces integradas en otras conmemoraciones a lo largo de todo el año, resulta larga. Anotemos siquiera a vuelapluma las siguientes citas festeras en las provincias de València y Alicante. Así, en la primera, contamos con homenajes, en la Ribera Alta, desde Alberic, Alfarp, Antella, Benifaió, Catadau, Guadassuar, Llombai y Massalavés.
En l’Horta Sud, Alfafar, y en la Safor, Almiserà, Barx, Benifairó de la Valldigna, La Font d’en Carròs, Simat de la Valldigna y Xeraco. Por su parte, Almussafes, Corbera, Fortaleny, Llaurí, Polinyà de Xúquer y Riola le rinden honores desde la Ribera Baixa; y además, Bocairent, Castelló de Rugat, l’Olleria, Ontinyent y Otos, desde el Vall d’Albaida; o Cheste desde la Foia de Bunyol- Xiva.
Se convirtió en patrona de Torrevieja antes de fundarse esta
Festejos alicantinos
También Higueruelas y Tuéjar, en los Serranos, o Manises, Quart de Poblet y Torrent desde l’Horta Oest, además de Massamagrell, Puçol y Rocafort en l’Horta Nord, más La Pobla de Vallbona, Riba-roja de Túria, Serra y Vilamarxant en Camp de Túria. Aparte de la capital provincial, València, el cap i casal. Por contra, la provincia alicantina se encuentra, aunque con lista nutrida, más frugal en cuanto a las celebraciones.
Anotemos l’Alfàs del Pi y Altea desde la Marina Baixa, más Benijófar, Catral, Jacarilla y Torrevieja en la Vega Baja del Segura. En el Medio Vinalopó, Monforte del Cid; y en la Marina Alta, Pedreguer y Sanet i els Negrals. Desde l’Alacantí, La Torre de les Maçanes. Sorprende, por ejemplo, que se convirtiera en la patrona torrevejense en 1789, antes de su misma fundación, oficializada en 1802.
Un pregón sobre un concilio hizo popular la conmemoración
Ejemplos singulares
La ciudad no existe hasta el diecinueve, sí la actual pedanía de La Mata o Torrelamata, desde donde se practicaba la extracción de la sal, de manera estacional hasta 1759. El trasiego portuario, con abundancia de marineros genoveses, así como la influencia aragonesa (su escudo, inserto en un rombo del torrevejense), pudo haber tenido mucho que ver. Y es que el culto a la Inmaculada ofrece muchas singularidades.
En la capitalina València, por ejemplo, se llegó a proclamar como pregón, un once de agosto de 1440, el hecho de que en el concilio de Basilea-Ferrara-Florencia (1431-1445) se asentase, como doctrina, el que María no participara, aseguraba la Iglesia, del “pecado original”. De tan curiosa manera, lo que hasta entonces se celebraba solo en oficios religiosos se abría a toda la ciudadanía.
Fiestas diferenciadas
Pero el caso de esta ciudad también resulta paradigmático. Una vez que el día de la Purísima acabó convertido en fiesta nacional, las celebraciones se iban a diluir en el hecho de que, por ejemplo, el seis (Día de la Constitución) también sea fiesta, lo que este año, por ejemplo, ha producido un súper puente, con martes y jueves vacacionales.
Aún es patrona de varias calles, pero para ver fiestas lo suyo ya es viajar por ambas provincias, y descubrir, por ejemplo, el despliegue en Ontinyent, donde se celebra, que se sepa, desde 1643, aunque desde los años ochenta la conmemoración se fue trufando de danzas (Arquets, Cabets, Cavallets, Gegants y Veta). Lo normal, aquí, es que en cada localidad las fiestas posean unas características muy propias. Como DNIs devocionales.