La Pantanada de Tous, popularmente conocida como ‘La Pantanà’, fue la gravísima inundación que el 20 de octubre de 1982 afectó a la cuenca del Júcar. Las fuertes lluvias torrenciales en la Comunitat Valenciana y Albacete ocasionaron el desbordamiento de los ríos Júcar y Turia, llegando a afectar también al Segura en la Región de Murcia.
Esta considerada la mayor riada de la historia de España, uno de los mayores desastres naturales de la comunidad autónoma -afectó a 30 municipios, dejando a su paso la desolación- y significó que los pueblos más afectados tuvieran que ser abandonados (creándose nuevos adyacentes).
El agua quedó embalsada durante días y se tuvo que recurrir a helicópteros y barcas para socorrer a los habitantes. Hugo un total de ocho fallecidos -siete en Carcaixent- y cuantiosos daños materiales. Además, como consecuencia de ello, numerosas familias tuvieron que ser acogidas a lo largo de semanas e incluso meses por vecinos de localidades vecinas.
Un día antes
El 19 de octubre se iniciaron las primeras lluvias de entidad por toda la costa mediterránea, intensificándose ya por la noche y todo el día siguiente. Esto causó una enorme afluencia de agua y, debido a la deficiencia de los muros y la imposibilidad de abrir las compuertas -por la pérdida de corriente eléctrica y fallo del grupo electrógeno de emergencia- la presa de Tous comenzó a desbordarse.
Dicha presa, todavía inacabada y que mantenía retenida el agua, se vino finalmente abajo alrededor de las 19:15 horas del fatídico 20 de octubre, originando una crecida de 15.000 m3/s, una de las mayores registradas en la historia de España. Arrasó las comarcas de la Ribera Alta y la Ribera Baja, afectando especialmente a las localidades más próximas al pantano: Sumacárcer, Gavarda y Beneixida.
El 20 de octubre de 1982 se produjo uno de los mayores desastres naturales de la Comunitat Valenciana
Ocho metros de agua
En estos pueblos el agua llegó hasta los ocho metros de altura, y la mayor parte de las casas acabaron con graves deficiencias en sus estructuras a consecuencia de la violencia y fuerza del agua. Poco después, y con la intención de proteger a los municipios con más riesgo en futuras inundaciones, se trasladaron los núcleos urbanos de Gavarda y Beneixida a zonas más elevadas.
Las localidades que tuvieron que ser abandonadas se convirtieron, con el tiempo, en pueblos fantasma, abandonados. En el caso del Pueblo Viejo de Beneixida, el más evidente, únicamente se conserva la iglesia, la fuente de entrada y el antiguo cementerio, construcciones en las que el tiempo se ha detenido.
El pantano de Tous, que todavía no estaba acabado, retuvo el agua hasta que reventó, afectando a treinta municipios
Beneixida Viejo
Desde la autovía del Mediterráneo se aprecia la solitaria ermita del Pueblo Viejo de Beneixida, rodeada de naranjos. En la visita, siempre interesante, se aprecia ya en la entrada un cartel explicativo con imágenes de cómo era el pueblo entonces y una pequeña crónica de su historia.
Es también inevitable imaginar cómo sería el pueblo si no se hubiera trasladado, con sus gentes reunidas en la plaza, los niños bebiendo en la fuente o el cura abriendo las puertas de su iglesia, por indicar algunos ejemplos. Hoy es una zona donde la naturaleza va ganando su terreno, con numerosos matorrales. Sin embargo, la zona sigue siendo fascinante.
El agua llegó a una altura de ocho metros, provocando infinidad de daños materiales en numerosas localidades
Otros municipios afectados
En Gavarda, la iglesia y algunas casas habitadas se han mantenido en su ubicación original, mientras en Sumacácer no se tuvo que realizar ningún traslado. En localidades de mayor población, como Carcaixent o Alzira, se superaron los cuatro metros de agua: llegaba al primer piso en algunos barrios y la población tuvo que refugiarse en las montañas más próximas.
En Sueca, la Albufera salvó a la ciudad de un desastre mayor: el río se dividió en dos, una parte continuó su curso normal hacia Cullera, ubicada en la desembocadura del río, y el otro brazo se desvió hacia la mencionada Albufera, lo que permitió que la urbe se quedara completamente aislada.
Familias acogidas
La solidaridad de los pueblos de alrededor, como Castelló de la Ribera, La Llosa de Ranes, Alcántara del Júcar o Cárcer, fue infinita. Se volcaron inmediatamente con aquellos que lo habían perdido todo en la catástrofe, alojándose en sus casas durante semanas.
“Se volcaron totalmente con todos y no hay palabras para agradecerles lo que hicieron”, todavía recuerdan los afectados más de 40 años después. Las relaciones se mantuvieron en el tiempo, convirtiéndose incluso en familia.
El desastre ecológico sirvió también para avanzar en la recogida de datos hidrológicos en tiempo real, en la mejora de las predicciones meteorológicas y en la construcción de presas. La nueva de Tous, ahora un referente en seguridad, fue inaugurada en 1996.