Entrevista> María Celia Sáez / Maestra jubilada (Melilla, 31-octubre-1954)
El pasado 4 de diciembre el Ayuntamiento de San Vicente del Raspeig concedió una distinción a cuatro reconocidos docentes de la localidad: María Celia Sáez, Purificación Trinidad Brotons, María del Carmen Pastor y Antoni Bas (éste último a título póstumo). El emotivo acto se celebró en el Auditorio Centro Social, por el Día del Maestro.
Desde AQUÍ en San Vicente hemos querido entrevistar a una de los maestros homenajeados. Celia impartió clases durante una década en el colegio Manuel Antón de Mutxamel y luego otras dos décadas en el colegio El Raspeig, hasta su jubilación. Cientos de niños sanvicenteros y mutxamelers pasaron por su clase. Y también vivió una experiencia en política como concejala.
¿Por qué te hiciste maestra?
Cuando era pequeña yo sacaba muy buenas notas en química, y en un primer momento me orientaron para estudiar esta carrera. Sin embargo en mi familia había una inspectora de Educación que me convenció de estudiar Magisterio.
Me trasladé a Barcelona, lo cual fue un gran acierto porque pude pertenecer a la Escuela Rosa Sensat, que estaba trabajando con técnicas muy innovadoras de grandes pedagogos como Montessori o Piaget. También estudié Filología Francesa en esta ciudad.
«Antes los maestros, padres y alumnos éramos todos una piña, pero ahora hay menos respeto»
¿Cómo llegaste a nuestra tierra?
Mi familia en realidad siempre ha sido de la provincia de Alicante, concretamente de Pilar de la Horadada. Nací en Melilla por motivos de trabajo de mis padres. Después de haber dado clases en varios colegios de Cataluña, en los años 80 regresé a mis orígenes consiguiendo una plaza en el colegio Manuel Antón de Mutxamel y luego en el colegio de El Raspeig.
Supongo que la enseñanza ha ido evolucionando mucho a lo largo de toda tu carrera. ¿En qué ha mejorado y en qué ha empeorado?
Para mí lo más positivo es que todavía se sigue investigando e innovando con el fin de intentar hacer lo mejor para los alumnos, que al fin de cuentas serán los próximos mujeres y hombres de este país. Por ejemplo en los últimos tiempos se ha introducido la informática, lo cual ha aportado mucho.
En cuanto a lo negativo… la falta de respeto. Esto ha ido a peor, porque en mi época se apoyaba mucho más a la comunidad negativa. Tanto padres como alumnos y maestros éramos todos una piña. Sin embargo ahora se ha desquebrajado esta unión, y esto no favorece a nadie.
Te jubilaste hace ocho años pero sigues residiendo en San Vicente. ¿Te paran mucho por la calle vecinos sanvicenteros o mutxamelers que fueron alumnos tuyos?
Sí, y siempre me da mucha alegría. He dado clases a tantos niños que tengo de todo. El que también ha estudiado magisterio, el otro que es periodista, aquel que es empresario, éste es funcionario… Yo sobre todo me alegro porque en general les va muy bien en la vida. Y con los tiempos que corren y la que está cayendo, esto es muy gratificante.
«No es bueno que la Ley de Educación se modifique tanto, aunque la esencia sigue siendo la misma»
A lo largo de tu trayectoria profesional has vivido -o sufrido- hasta ocho leyes educativas distintas. ¿Cómo afecta a los docentes tanto cambio?
Yo siempre he tenido un gran poder de adaptación. Es verdad que tanto profesores como alumnos nos hemos visto abocados a readaptarnos varias veces, pero en realidad lo que es la base no cambia, sino quizás la forma de darlo. No es bueno que haya tantas leyes nuevas de Educación, pero la esencia continúa siendo la misma.
¿De qué forma surgió lo de meterte en política?
En mi familia había ya algún caso político; aunque también de músicos, funcionarios, empresarios… Somos un poco de todo. Lo mío fue porque quería ayudar a los ciudadanos y darme al servicio de los demás.
En el PSOE decidieron ponerme en la lista electoral de las municipales y a mí me encantó la idea. Tuve la suerte de poder trabajar por los sanvicenteros durante ocho años llevando varias áreas como Parques y Jardines, Medioambiente, el Patronato de Jubilados, Fiestas o Servicios Sociales. De todo tengo un gran recuerdo, ya que encontré personas que creían en mí y me apoyaron. Todavía les guardo gran cariño.
Y de tu época política, ¿hay alguna cosa que hicieras por el pueblo de la que hoy te sientas especialmente orgullosa?
Pues mira, nosotros terminamos la última fase del parque Lo Torrent y por el Día del Medioambiente de aquel año plantamos los pinos en una zona que no había nada. Recuerdo que de repente lo vi todo verde, y me impactó mucho.
Luego se me ocurre otra cosa. Cuando yo llegué a la Concejalía de Fiestas los Reyes Magos venían en un helicóptero por la avenida de la Libertad. A mí eso me daba un pánico terrible, porque veía edificios y niños por todas partes. Así que le propuse al alcalde, Francisco Canals, que lo cambiáramos a la calle Denia para que pudieran aterrizar en el Pabellón de Deportes, porque aquí había más espacio y además daba más posibilidades de poner animación. Creo que ganamos mucho en seguridad.
«Como concejala cambié el lugar donde aterrizaba el helicóptero de los Reyes Magos porque me daba pánico»
¿Cómo fue el homenaje del Día del Maestro?
Muy emocionante. Tenía preparada un texto pero se lo di al presentador porque yo no podía ni hablar. Si lo llego a decir yo, me habría puesto a llorar y no lo habría entendido nadie (risas). Siempre he sido muy emotiva para estas cosas. Me encantó estar con mis antiguos compañeros, tanto los maestros como los políticos de la corporación. Les doy las gracias a todos porque se portaron genial.