Quizá en abril, o diciembre, acariciando la Navidad, o en cualquier chaparrón desatado por las gotas frías de septiembre u octubre, toca derrame celeste en Xixona, quizá nieves con el nuevo año o aledaños, a las que seguirán deshielos pre o directamente primaverales. Entonces, bajo la atenta mirada, allá arriba, de la Penya o peña Migjorn (compartida con Tibi), avanzadilla más al sur, con sus 1.226 metros de altitud generosos en calizas y margas, de la sierra de la Penya-roja, los nacimientos de agua abren sus puertas y los riachuelos se derraman hacia abajo. A 190 metros de altitud discurre por allí el río Verd o Monnegre (Montnegre).
El agua rezuma en este municipio de l’Alacantí: el río Coscó, el de la Torre (con poza que recibe en catarata su caudal en parte subterráneo), el Monnegre… Aguas que alumbraron una publicitada industria del dulce navideño que internacionalizó dos productos de alcance internacional: los turrones de Jijona (blando) y Alicante (duro). Ya llegaremos allí. Ahora absorbamos aromas a pino carrasco fruto de una lejana repoblación ya completamente naturalizada. También a enebro, lentisco o coscoja, y algo de romero, salvia o tomillo. Por tierra, caza la gineta, embiste el jabalí y hasta filosofan los zorros.
Un error (los trajeron cazadores con dineros, para aislarlos en zonas concretas) introdujo a los arruís o muflones del Atlas: les gustó el sitio, encajaron bien en el hábitat y por allí triscan. Y un plan ecológico, el proyecto Canyet (donde se depositan animales muertos) reintrodujo al carroñero buitre leonado en el 2000, paralelo a construcción y mantenimiento del susodicho ‘canyet’.
Orografía panorámica
Hemos llegado a la peña por una de las muchas rutas vertebradas, sobre todo por el sendero PR-CV-212. Recojamos velas y mochilas y bajemos a la ciudad, Jijona o Xixona, ubicada en la corona montaraz que rodea al área metropolitana de Alicante ciudad. Una pequeña pero vivaz urbe que contabilizaba 6.861 habitantes según censo de 2021. Antes, eso sí, nos toparemos con lo que resta del castillo almohade erigido sobre otra peña entre los siglos XII y XIII. Los 16 metros de la Torre Grossa (más arriba, restos de las murallas), cuando es accesible (en grupos reducidos), permiten un Cinemascope impresionante de l’Alacantí, aunque desde el parque anterior, la explanada del Castell de Xixona, también toca panorámica a recordar.
Regalos de la peculiar posición orográfica jijonenca, rodeada de monte secano (su cultivo principal es el almendro) del sistema subbético, con la sierra Carrasqueta a sus norte y noreste, la del Cuartel al noroeste o la de Almaens al sureste, por donde se abre a los bordes de la zona metropolitana de Alicante capital, a poco más de 20 kilómetros. Se entiende que los primitivos habitantes sembraran futuro desde los acuíferos que chorrea la montaña, como el de Nutxes.
El Rabal muslime
Sabemos que íberos contestanos asentaron aquí por el IV a.C. (en parajes como Santa Bárbara o la Solana de Nutxes), en lo que fue Uxonig o Valle del Hierro. Y antes: en el barranco del Cint, por las vertientes orientales de la sierra de Mariola, en la zona jijonenca lindante con Alcoy, hay primeros indicios poblacionales del Paleolítico Inferior (hace unos 50.000 años). Y pasaron los romanos, dejándole la denominación de Saxum o Saxona (‘piedra grande’).
Pero fueron los árabes quienes hicieron ciudad, legaron aprovechamiento acuoso y combinaciones de miel y almendra. También intrincado plano, propio de toda ‘qasbha’, alcazaba o ciudadela que se precie. Callejas estrechas, tipismo de montaña, escaleras interminables si se baja andando. Encajonada entre muros de piedra y yeso, Santa Maria de l’Assumpció, iglesia renacentista construida entre el XVI y el XVII. Adosado al templo, un campanario de piedra rematado en tejas verdes y blancas formando dibujos romboidales. De sus seis campanas, tres son góticas: María Auxiliadora o la Torta (1463), Sant Vicent o la Verda (1500) y la Triple Gótica o dels Quarts (1500). Cerca, en la plaza Nova (nueva), se conserva la portada de estilo gótico parroquial de la Santa María cuya construcción dicen que ordenó el mismísimo Jaume I el Conqueridor (1208-1276).
El centro modernista
Por allí ya crecen los edificios vecinales que cuentan las plantas por decenas. Entramos en zona urbana, pero con base decimonónica: el paseo o avenida de la Constitución, receptora de la Fira o feria de Nadal (Navidad), iniciada en 2009. Vial transitado, comercial, anota Ayuntamiento (se aposentó allí en 1904, se reconstruyó tras un incendio en 1930), el Casino (heredado del Círculo Agrícola, de comienzos del XX) o la Sociedad de Socorros Mutuos en el Trabajo (1908). Quedan bastantes edificios burgueses, como el Monerris-Planelles, hoy modernista casa vecinal diseñada por el arquitecto saguntino, de padres jijonencos, Francisco Mora Berenguer (1875-1961), autor del Mercado Colón de València (1914-1916).
Si seguimos la avenida hasta el final y luego calle de Joan Andrés arriba, podremos visitar el antiguo convento franciscano de Nuestra Señora del Loreto (1592, reconstruido en 1734), actualmente centro cultural El Teatret, complementado con el Cine de Dalt (de arriba), conectado por la calle Pescatería a la avenida central y adquirido por el Ayuntamiento en 2020.
Un vistazo desde la carretera CV-800, vengamos desde la montaña o la costa, nos confirma que Xixona continúa siendo una ciudad industriosa. Y festera, con unos multitudinarios Moros y Cristianos en agosto y otros no menos animados en octubre: las Festes dels Geladors (fiestas de los heladores). El helado, primero gracias a los ‘pous de la neu’ (pozos de nieve), se elabora al menos desde el XVI, mientras que el milenario turrón arrancaba a lo grande, primando mediáticamente sobre toda la gastronomía, a fines del XIX, lo que llevó a establecer una ingente red comercial.
La Fira es en un buen momento para adquirir estos productos, visitar el Museo del Turrón (fundado en los sesenta del pasado siglo) y asistir a la inauguración de las luces del belén o ‘belemet’, con figuras a tamaño natural que representan la ancestral historia sacra en el barranco de la Font (fuente). Y allí, a la misma entrada original de Xixona, el agua baja, se escurre hasta el Coscó, hasta el de la Torre, hasta el Monnegre. Hasta el mar.