Nos sorprende que la sociedad anglosajona no participe (en realidad, comienza a hacerlo) de una tradición que consideramos tan auténtica como los Reyes Magos, prefiriendo en cambio a un barbudo risueño que, claro, todos sabemos que inventó una marca de refrescos. Nos olvidamos de que sus majestades de Oriente nacieron en la cuenca mediterránea, y en el fondo Santa también.
Arraigaron los Magos sobre todo en la Comunitat Valenciana y Cataluña, y de ahí se extendieron prácticamente por toda la piel del toro ibérico para conquistar otros pellejos europeos. Pero desde aquí aún lo vemos todo como un combate a puntos o por KO entre Reyes Magos y Santa. Ya lo escenificó desde ‘El Jueves’ el dibujante Mel (el gaditano Melchor Prats). Ganaron sus majestades.
Resucitando para regalar
Empecemos por el nórdico, que en realidad vive en nuestra Comunitat, aunque por Navidad marche al Polo para que trabajen los elfos. David Rubio, desde AQUÍ, ya lo contó (‘El primer Papá Noel fue alicantino’, diciembre de 2018). Resumamos. Hablamos de Nicolás de Bari, en occidente (en dicha ciudad italiana se le enterró), o de Myra o Mira, en oriente (la ciudad turca donde falleció).
San Nicolás fue un obispo (Patara o Arsínoe, en la región turca de Licia, 270-345 o 352) que entró por lo mítico incluso en el campo del milagro (rezos mediante, resucitaba niños). Quizá, como anota mi compañero, algún funcionario alicantino en el puerto de Ámsterdam, que estuvo bajo la Corona española, sumó la tradición holandesa de San Nicolás resucitando cada seis de diciembre (su día en el santoral) y que San Nicolás sea el patrón alicantino.
El más antiguo auto sacramental sobre ellos se representa en Canyada
Árabes, holandeses y valencianos
Los árabes entregaron la población un seis de diciembre de 1244, que abría sus puertas a Sinterklaas (Navidad holandesa, de ahí Santa Claus en Estados Unidos, donde aparece en Nochebuena), también Viejito Pascuero (Papá Navidad, o sea, el Père Noël francés, Papá Noel). Su imagen se la debemos al sueco Haddon Sundblom (1899-1976), por encargo de Coca-Cola, quien eligió entre los colores originales aplicados a casulla y mitra de San Nicolás: verde, púrpura o bermellón.
La industria juguetera de la Comunitat, más práctica, tras el boicot franquista al protestante Santa, eligió Navidad para el holandés y el seis de enero para los orientales, que nos llegaron de Italia, como los populares nacimientos en diorama, cuando Carlos III (1716-1788, rey de España, Nápoles y Sicilia) encarga el ‘Belén del Príncipe’ al imaginero valenciano José Esteve y Bonet (1741-1802), el alicantino José Ginés Marín (1768-1823) y el murciano Francisco Salzillo (1707-1783).
Las cabalgatas nacían en Alcoy en el año 1866
De semilla medieval
La tradición de los Reyes arrancaba en Italia en el Medievo. Por su carácter lúdico, infantil (unos magos traen regalos a un infante), adoptó aires carnavalescos. La iglesia prefería la cita evangélica, la de Mateo Leví (siglo primero-74), quien solo hablaba de unos magos que venían a adorar a Jesús. Pero la gente prefirió la versión más fabulosa contenida en los ‘Evangelios Apócrifos’.
En el ‘Evangelio árabe de la infancia’ se citaba a tres reyes persas que llevaron al Niño Jesús “oro, incienso y mirra”. Y en el ‘Evangelio armenio de la infancia’ se hablaba de “Melkon, rey de los persas (…) Gaspar, rey de los indios; y (..) Baltasar, rey de los árabes”. Ambas ramas, la oficial, litúrgica, y la popular, carnavalera, fueron desarrollándose paralelamente. O sea, capitales y pueblos.
En algunas poblaciones, como Montaverner o Novelda, llegan en tren
La toma de las calles
El primer acto de un auto sacramental, ‘La Santa Infancia del Niño Jesús’, imaginado en 1764 en Xàtiva (La Costera) por el presbítero malagueño Gaspar Fernández de Ávila (1735-1809), fusionaba ambas corrientes, al representarse todos los años en la Canyada (Alto Vinalopó). Aún lo hace, y generó una retahíla de ellos, donde el escenificado desde 1925 en la pedanía villenense de las Virtudes, en la misma comarca, quizá sea el benjamín.
Las cabalgatas nacían en Alcoy, la primera en 1866, gracias al industrial Miquel Escuder (1835-1908), quien se inspiró en una fiesta carnavalesca barcelonesa de 1856. Los Reyes Magos pasaban a ser asunto civil, aunque en algunas poblaciones el párroco tiene mucho que decir, como en Anna (Canal de Navarrés), Casinos (Camp de Túria) o Llocnou d’en Fenollet (La Costera).
Primero los niños
Los niños continúan de protagonistas: aunque lleguen los Magos en tren, en Montaverner (Vall d’Albaida) o Novelda (Medio Vinalopó), lo suyo es, como en Casinos (Camp de Túria), guiar a sus majestades para que no pasen de largo. Y que no falte el aguinaldo: la ‘plegà’ se practicaba en Carcaixent (Ribera Alta) con aires carnavalescos, y aún hoy no se libran los familiares en Biar (Alto Vinalopó) o Mutxamel (l’Alacantí), con ‘les estrenes’.
Al final no convirtamos esto en un combate entre los sureños Reyes Magos y el nórdico Santa Claus. En la agrícola Benissuera (Vall d’Albaida), Papá Noel, con generosidad derrochada por ambas partes en supuesta contienda, participa activamente desde hace mucho en la cabalgata de los Reyes Magos. Como que a estas alturas ya se apuntó a muchas otras.