Mago Yunke
El mago Yunke está de regreso en su tierra con ‘Hangar 52 Revolution’, un espectáculo que ha triunfado este enero entre el público castellonense y ahora llega a València. A partir del 9 de febrero y hasta el día 26 se podrá presenciar en el interior de una gran carpa que se instalará en la Explanada del Cabanyal.
Salvador Vicent (La Villavela, Castellón, 23-agosto-1975) -como así se llama el hombre detrás del mago- viene de proclamarse campeón del mundo en los Premios FISM 2022 celebrados en Canadá. Un prestigioso galardón que ya ha logrado ganar hasta en tres ocasiones, aunque quizás el gran público le conozca más por sus habituales apariciones en ‘El Hormiguero’.
Empecemos por los inicios. ¿Cómo te metiste en el mundo de la magia?
Cuando tenía unos siete años me enseñaron un efecto de magia que despertó en mí mucho interés. A pesar de que me explicaron el truco, eso lejos de decepcionarme lo que hizo fue cautivarme todavía más.
Mis padres tenían un restaurante y yo me puse a hacer trucos allí para entretener a los clientes. Un día vino a comer un anciano que resulta que era un mago retirado de Villarreal, el profesor Ballester. Al conocerme accedió a darme algunas lecciones los fines de semana y gracias a él di el salto a una magia un poco más profesional.
«Me identifico mucho con DaVinci porque era una persona muy ingeniosa»
¿Recuerdas cuál fue tu primer truco ante un público importante en una sala?
Un pañuelo que me metía en la mano y lo hacía desaparecer. Poco después me empezó a fascinar el mundo de las grandes ilusiones y me animé con los juegos grandes, como una caja de espadas o un baúl de metamorfosis.
Lo de ‘Yunke’ ya has contado en alguna ocasión que es un homenaje a tu abuelo porque era herrero…
Sí. Realmente viene porque en la entrada de mi casa mi madre puso en su honor el yunque con el que mi abuelo trabajó durante toda su vida. El caso es que mis amigos cuando venían a verme decían «vamos a casa del del yunque». Lo que empezó siendo un apodo acabó como mi nombre artístico (risas).
Has sido campeón del mundo en los FISM tres veces, y la primera con solo 25 años. ¿Cómo lograste dar aquel campanazo de ganar a magos mucho más experimentados?
Es verdad que era bastante joven, pero llevé una propuesta muy fuerte. Hice un truco de un alien que salía de mi interior. Eso impactó mucho, sobre todo porque en ningún momento me tapé con una tela o una caja. Lo cierto es que el ganar el primer premio en el año 2000 en aquel Campeonato Mundial FISM, celebrado en Lisboa, me abrió las puertas a poder actuar por todas partes.
«Gané el último Mundial con un número en el que separé mi cuerpo sin taparme con ninguna tela o caja»
En la última edición de 2022 ganaste de nuevo. ¿Qué truco hiciste que tanto volvió a impresionar al jurado?
Fue un número inspirado en Egipto, el país donde se originó la magia. Concretamente en el ojo de Horus, que es un símbolo de mucho poder, juntándolo con ‘El Hombre de Vitruvio’ de Leonardo DaVinci.
Con ello yo hice un disco en el que me apoyaba para partirme en dos, separando mi tronco de mis piernas. Al igual que en aquella edición de 2000, no utilicé ninguna tela para taparme. Lo realicé todo caminando sobre el escenario. Esto impactó muchísimo. Incluso el propio David Copperfield se quedó muy impresionado y me pidió que le enviara todo mi material ya que él tiene un truco similar.
¿Cómo te surgió lo de salir en ‘El Hormiguero’?
Pues me invitó el propio Pablo Motos, y sinceramente le dije que no. Yo no me veía haciéndole magia a un famoso, pero él me insistió hasta que me convenció. La verdad es que empecé como una prueba y gustó tanto que no he parado desde entonces. Ya llevo 70 hormigueros hechos… es decir más de una década en televisión.
¿En qué consiste tu nuevo espectáculo ‘Hangar 52 Revolution’?
Viene a ser un resumen de mi carrera artística. Hay desde números que están pensados cuando yo tenía dieciséis años a otros que se me ocurrieron recientemente.
Además es un show que está en continua evolución, porque yo a mis técnicos y operarios siempre les digo que debemos de meter mínimo dos cambios diarios. Ya sea algo importante, como remplazar un número por otro, o simplemente cambiar una luz, un sonido, el vestuario, etc. Así conseguimos que el espectáculo esté vivo y seguir mejorándolo día a día.
«Siempre introducimos al menos dos cambios nuevos en cada show diario»
¿Qué temáticas se tratan?
Muchas. Secretos jamás desvelados de DaVinci, puertas interestelares del Antiguo Egipto, rituales de guerra en la Gran Muralla China, aviones desaparecidos en la Segunda Guerra Mundial, etc.
Es como un hangar que guarda los grandes secretos de la humanidad. Cada vez que se abren sus puertas, que son la boca del escenario, dentro te encuentras con una escenografía y puesta en escena diferentes. Esto te permite viajar a cualquier momento de la historia y que el espectáculo tenga mucho ritmo. Todo ello con unos efectos visuales espectaculares.
¿De dónde surge la idea de hacer el espectáculo dentro de una carpa en lugar de la típica sala o teatro?
A pesar de que hemos trabajado mucho en auditorios muy grandes, desarrollar el espectáculo en una carpa circular tiene un lenguaje distinto. Es como ver Le Cirque du Soleil, pero haciendo solo magia. La gente está muy encima del escenario, lo ve de más cerca y así el impacto es mucho mayor.
Imagino que en ‘Hangar’ también se interactúa con el público, ¿no?
Sí. Es un espectáculo con mucho ritmo, y en tres o cuatro momentos los espectadores participan directamente saliendo al escenario. Son números breves, como por ejemplo adivinar el precio de un objeto marcado o incluso hay un espectador que desaparece para aparecer en otro lugar.
Por supuesto siempre son voluntarios y nunca utilizamos ningún tipo de compinche. Los espectadores que participan no saben lo que va a pasar. Siempre hay mucha honestidad y verdad en mis shows.
«Actuar en una carpa es como hacer Le Cirque du Soleil… pero solo con magia»
Me llama la atención los muchos guiños que te gusta hacer siempre en tus espectáculos a Leonardo DaVinci. Supongo que porque es un personaje que evoca mucho misterio…
Para mí es un referente, tengo mucha admiración hacia su figura. Ten en cuenta que yo vengo del taller de un herrero, y también hice algunos de mis primeros pinitos en la magia estando con un carpintero.
En realidad la mía es una magia de autor, es decir que trato de crear trucos propios que no existen. Es algo así como lo que hacía Da Vinci quien, aparte de ser un gran artista y escultor, imaginaba máquinas e inventos nuevos. Era un hombre muy ingenioso. Quizás no llegó a ser el mejor en nada, pero era capaz de soñar e inventar cualquier cosa. Siempre trataba de transmitir mensajes, y al fin de cuentas eso mismo es lo que yo también hago solo que mi mecanismo son mis trucos de magia.
A tu parecer, ¿cómo está el nivel de la magia en España hoy en día?
Curiosamente en mi especialidad de magia, que son las grandes ilusiones, no hay mucho, aunque esto no ocurre solo en España sino en general en todo el mundo.
Quizás nuestro fuerte sea la cartomagia. Nosotros tenemos una barbaridad de magos que realizan juegos de cartas que son de muchísima calidad. Te diría que los mejores están en España.
Ten en cuenta que aquí está la escuela de Juan Tamariz, y casi todos los magos españoles han tirado por esa vertiente. Lo mío no es lo normal (risas). En mi caso como yo tenía un taller y me dio por ponerme a construir cosas. Pero por supuesto tengo mucha admiración por Tamariz, somos amigos y siempre es un placer quedar con él porque es un genio.
¿Hay algún famoso al que todavía no le hayas hecho un truco y que le tengas ganas?
Pues la verdad es que sí. Rafa Nadal. Para mí es un ídolo, me parece un ejemplo tremendo de trabajo y perseverancia. Ojalá algún día pueda hacerle un truco de magia.
¿Algún consejo para los nuevos magos, aquellos chavales que están empezando y quieran ser el nuevo Yunke?
Que se esfuercen y trabajen. Hay que cuidar la magia con mucho cariño y amor. Además nunca deben olvidarse de respetar la historia y a los grandes magos creadores, porque estuvieron antes que nosotros y gracias a ellos ahora estamos aquí para intentar, si podemos, mejorar algo de lo que hacían.