Entrevista> José Luis Moreno / Bombero y voluntario de Usar13
Con la voz entrecortada y sin querer ni necesitar ocultar la profunda herida emocional que su paso por la ciudad de Hatay, una de las más afectadas por el terremoto que sacudió el sur de Turquía y el norte de Siria el mes pasado, le ha causado, José Luis Moreno ha vuelto a su día a día como bombero en el parque de la Marina Baixa ubicado en Benidorm.
Él fue uno de los voluntarios que la ONG nuciera USAR13 movilizó hasta la zona cero del seísmo pocas horas después de que este se produjese, con la esperanza de poder salvar el mayor número de vidas posible. No pudieron hacerlo. En una ciudad completamente devastada, no encontraron supervivientes, pero su labor no fue en vano.
Experimentado y sorprendido
Experimentado no solo por su trabajo como bombero, en el que se las ha tenido que ver con situaciones de las que la mayoría, sencillamente, saldría huyendo; Moreno también acumula una considerable dosis de experiencia en desastres internacionales tras su paso por Haití o Pakistán.
Sin embargo, como explica en esta entrevista con AQUÍ en La Nucía, lo visto y vivido en tierras turcas durante la semana que duró su misión, supera no solo lo experimentado por él mismo y sus compañeros en el pasado, sino también los límites de lo imaginable para todos aquellos que hemos asistido, incrédulos e impotentes, a las imágenes que nos llegaban a través de los medios de comunicación en las horas, días y semanas posteriores al temblor de tierra que ha dejado decenas de miles de muertos en Turquía y Siria.
«Lo que hemos visto y vivido allí ha sido una pena y solo cabe esperar que nunca nos pase algo similar aquí»
¿Cómo ha sido la experiencia que han vivido usted y sus compañeros en la semana larga que han estado trabajando bajo los escombros en Turquía?
Ha sido muy duro. Todos teníamos alguna otra experiencia en este tipo de trabajos y labores, pero creo que esta ha superado cualquier cosa que hayamos vivido antes. Ha sido un caos, por ponerle algún adjetivo.
Lo que hemos visto y vivido allí ha sido una pena y solo cabe esperar que nunca nos pase algo similar aquí. Tenemos que rezar para que no nos pase porque se trata de una catástrofe de la que no podemos llegar a imaginar su alcance ni tan siquiera viendo por televisión las imágenes que nos llegan.
¿Cuántos días estuvieron trabajando en la zona cero del terremoto?
Nosotros estuvimos una semana entera.
Háblenos de su día a día durante todo ese tiempo
Nada más llegar los responsables de la emergencia nos destinaron a la ciudad de Hatay y, una vez allí, las primeras labores que tuvimos que realizar se centraron, evidentemente, en la búsqueda de supervivientes. Sabíamos que pasadas las primeras 48 horas después del terremoto las posibilidades de encontrar a alguien con vida entre los escombros eran cada vez menores.
«Sabíamos que pasadas las primeras 48 horas las posibilidades de encontrar supervivientes entre los escombros eran cada vez menores»
¿Con qué medios contaban para ello?
Viajamos con cuatro unidades caninas, un TPL (Localizador de Personas Sepultadas) con sensores sísmicos y acústicos y una cámara que se puede mover entre los escombros para poder dar con gente viva.
Me decía que la búsqueda de supervivientes fue su prioridad en las primeras 48 horas. ¿Quiere decir que, posteriormente, asumieron otro tipo de labores?
También hemos trabajado con gente que estaba a pie de calle esperando a que se pudieran recuperar los cuerpos de sus seres queridos. Cuando hemos podido y lo hemos visto factible y seguro, lo hemos hecho.
Le noto muy afectado por lo visto y vivido. No sé si es el cansancio o es que ahora mismo es cuando está realmente procesando todo lo ocurrido allí. Es algo que me llama la atención porque por su profesión usted se las ha tenido que ver ya de todos los colores. Además, ya tiene experiencia previa en este tipo de actuaciones puesto que viajó a Haití de 2010.
Así es, estoy muy afectado. Hay que reconocerlo. Al final, cuando eres padre de familia y ves lo que nosotros hemos visto allí, se hace muy duro.
«Estoy muy afectado. Cuando eres padre de familia y ves lo que nosotros hemos visto allí, se hace muy duro»
¿Han podido rescatar a muchos supervivientes?
No. Nuestro equipo no ha podido encontrar y rescatar a supervivientes. Sí hemos estado trabajando con los bomberos de la ciudad de Hatay y ellos, en un hotel de trece plantas, sí pudieron sacar a 36 personas con vida.
Pero la catástrofe, e insisto en ello, es tan grande que no te la puedes llegar a imaginar. Para ponerte un ejemplo, te diré que Hatay tiene unos 400.000 habitantes y de cada cuatro edificios, dos están en el suelo y los otros dos tendrán que ser posiblemente derruidos por daños estructurales.
Cuando ustedes marcharon, sus compañeros de logística me dijeron que habían viajado a Turquía sin fecha cerrada de regreso para estar allí todo el tiempo necesario. ¿Cómo y por qué se toma la decisión de poner fin a la operación?
Por un lado, tomas esa decisión porque te das cuenta de que tu labor y tu capacidad de ayuda ya no son necesarias allí. Ese país se movilizó al completo. Quiero dejar claro que, para mí, los verdaderos héroes son ellos. Estuvimos trabajando con cientos o miles de mineros que movilizó Turquía. También con maquinaria pesada. Puedo decir que en el último día que estuvimos allí, en cada edificio ya había una grúa y cientos de mineros trabajando.
Eso significa que nuestras labores de búsqueda y rescate ya no se estaban llevando a cabo. Ellos estaban, por así decirlo, ‘desmontando’ los edificios para poder acceder a esos cuerpos. Ten en cuenta que había muchos edificios donde se habían colapsado las plantas bajas y eran muy inestables para poder trabajar.
Perdone que se lo pregunte de una forma tan cruda: ¿la seguridad evita que se puedan salvar vidas?
Había muchos edificios con las plantas bajas colapsadas y eso hace que, aunque un perro marque vida, no pudiéramos entrar por la seguridad. Son zonas muy inestables. Por todo ello, como decía antes, decidimos poner fin a nuestras labores porque nuestro trabajo ya no era viable.
«La catástrofe es tan grande que no te la puedes llegar a imaginar»
Ustedes pusieron camino de vuelta a España un miércoles, casi semana y media después del momento en el que se produjo el terremoto. ¿Cómo describiría el estado de la ciudad de Hatay en ese momento?
La ciudad estaba colapsada. Yo me llevo de allí el trato de la gente. Hay otros lugares, como fue el caso de Haití, en los que el valor del cuerpo humano no tiene ningún valor y nadie reclamaba esos cuerpos. Sin embargo, en esta ocasión, en Turquía, en cada edificio estaban las familias día y noche esperando a que pudieras sacar los restos de sus seres queridos.
Estaban allí con las cuatro cosas que habían podido recoger: una manta, algo para poder hacer una hoguera para calentarse…
E insiste usted en ensalzar el comportamiento de los turcos que, evidentemente, son los que se han llevado la peor parte de esta historia.
Nunca, en ningún momento, nos ha faltado nada. Siempre hemos tenido a nuestra disposición agua y comida.
¿Qué cree que se tiene que hacer a partir de ahora en ciudades como Hatay? Dicho de otra manera, ¿cuáles deben ser las prioridades y cómo se debe enfocar el trabajo?
Allí el trabajo se tiene que centrar, sobre todas las cosas, en la ayuda económica. Hay ciertas ciudades que, sencillamente, hay que volver a reconstruir por completo. Allí tienen una asociación muy potente que se llama FAT que ha movido todo el tema de campamentos, agua y alimentos. Eso ya lo tienen cubierto.
Hay que recordar que Turquía ha sufrido ya muchos terremotos y, por lo tanto, sabe de estas cosas y se ha preparado para ello. Lo que pasa es que esto ha sido de tal magnitud que hay que verlo.
«En cada edificio estaban las familias día y noche esperando a que pudieras sacar los restos de sus seres queridos»
En USAR13 se encargan del mantenimiento del campo de adiestramiento canino ubicado en La Nucía, que pasa por ser uno de los mejores de España, por el que han pasado equipos de todo el país y de otras partes del mundo. Visto lo visto, ¿el trabajo que se hace aquí en La Nucía ha servido de mucho? ¿Qué nota le pondría a ese campo de entrenamiento y al trabajo que en él se hace?
La nota tiene que ser alta, pero hay que seguir trabajando. Sin ese campo, esos perros que han ido a buscar supervivientes en Turquía no podrían trabajar con ese nivel de detección de olores. Lo que nos hemos encontrado allí es algo que no habíamos visto antes.
Es muy difícil, con un perro, estar por encima de un edificio, en su azotea, donde tienes trece plantas por debajo que el perro te pueda marcar. Es algo que se va desmontando poco a poco con la grúa y cada vez se vuelve a pasar al perro.
«El reconocimiento se lo quiero dar al pueblo turco por como nos han tratado y por como se han movilizado»
Es decir, que por cada estructura se necesitan varias pasadas de los perros.
Cada vez que pasábamos, se desmontaba el edificio poco a poco y volvíamos a pasar al perro. Nuestra labor, con las cuatro unidades caninas, se centraba en volver a pasar una y otra vez por el mismo edificio cada vez que se avanzaba en su desmontaje.
De hecho, ha viajado con nosotros un compañero de Castellón con un perro dual. Es decir, el marcaba dónde estaban los cuerpos para que los pudieran sacar con la pala. Al fin y al cabo, los turcos quieren sacar los cuerpos enteros, al contrario de lo que veíamos en Pakistán, donde los montaban en camiones y los quemaban en las calles.
Déjeme, para terminar, darle las gracias y el reconocimiento por su labor y la de sus compañeros en nombre de todos porque, imagino, que es usted consciente del orgullo que todos los vecinos de La Nucía y la Marina Baixa sentimos por lo que han hecho allí.
Gracias, pero yo el reconocimiento se lo quiero dar al pueblo turco por como nos han tratado y por como se han movilizado.