La parapsicología estudia supuestos fenómenos psíquicos -como la telepatía o la percepción extrasensorial- y otras afirmaciones paranormales, principalmente relacionadas con experiencias cercanas a la muerte o apariciones. Tiene tanto adeptos como detractores, está considerada una pseudociencia y es rechazada por la mayoría de la comunidad científica.
En las siguientes líneas les relataremos lo que vivió el grupo de investigación Hela en sendas visitas a una casa abandonada de Náquera (València), situada a la entrada de la localidad y que escondía una leyenda local. Sin inquilinos desde tiempos pretéritos, son muchas las historias que dicen allí sucedieron, distorsionadas con el paso de los años.
La leyenda
La misteriosa casa, señala la leyenda, perteneció a un bondadoso médico que únicamente cobraba a los que podían pagarle, e incluso compraba de su propio bolsillo los medicamentos que necesitaban los pacientes. A cambio, algunos le llevaban presentes como naranjas, gallinas o un poco de aceite de oliva.
Sin embargo, parece ser que esa amabilidad era únicamente de puertas afuera y en el seno de su familia era una persona totalmente diferente. Los maltratos psicológicos y físicos a su mujer e hijo eran diarios, hasta tal extremo -prosigue la narración- que acabó asesinando a ambos y los enterró en los alrededores de la casa.
La leyenda dice que fue propiedad de un médico que mató a su mujer e hijo, enterrando allí sus cuerpos
Primera visita
Frente a esta supuesta historia, el grupo Hela al completo no dudó en desplazarse hasta Náquera para conocer de primera mano la realidad de esa misteriosa casa. Llegaron cargados de todos sus aparatos de investigación, dispuestos a pasar la noche con el objetivo de intentar recoger alguna psicofonía.
La casa, imponente, con una gran marquesina sostenida por pilares redondos y flanqueada por palmeras, les recibió en total soledad y oscuridad. Comenzaba entonces una labor de indagación que resultó infructuosa, pues el equipo sensitivo no sintió que hubiera nadie enterrado junto al inmueble, ni tampoco discusiones, maltratos o muertes trágicas en el lugar.
Sí percibieron vagas psicofonías y a una señora mayor, de pelo canoso, postrada en una cama en una de las habitaciones de la planta superior, cuidada por un niño al que tenía gran estima.
Tuvieron que visitar la casa en dos ocasiones para conocer la verdad que escondía
Al día siguiente
El grupo decidió, no sin resignación, regresar sin haber podido constatar nada de lo que les habían contado. Pero al día siguiente la mayoría tuvo la fuerte sensación que algo les quedaba por descubrir en Náquera y así lo fueron trasladando uno a uno: ¿qué se nos ha pasado por alto?, se repetían.
Ante tal unanimidad pensaron en volver a la casa la semana siguiente, aunque en esta ocasión con apenas cuatro miembros del grupo. Equipados con la grabadora digital, se dispusieron a recorrer todas las estancias, sin perder ningún detalle. Pero qué sorpresa cuando abrieron una puerta de lo que parecía un pequeño armario empotrado y se encontraron con una escalera que conducía a un piso superior.
La parapsicología, con tantos adeptos como detractores, está considerada una pseudociencia
El descubrimiento
Sensiblemente emocionados llegaron a una habitación llena de documentos y fotografías esparcidas por el suelo. Recogieron más de 200 instantáneas de los antiguos dueños de la casa en diferentes celebraciones, y de inmediato vieron que algo no cuadraba, pues las imágenes reflejaban a una familia numerosa, no solo marido, mujer e hijo.
Recién levantados al día siguiente, se dedicaron a revisar todo lo obtenido en la casa, apreciando en diversas cartas y documentos nombres y apellidos. La incredulidad era cada vez mayor y rápidamente comenzaron a investigar en la red quiénes eran esas personas, hasta conseguir un número de teléfono fijo.
Llamaron y les contestó un hombre, que en principio pensó que se trataba de una broma. Al comprobar que no era así -mediante el envío de capturas a su móvil- verificó ser uno de los niños que aparecían en las fotos.
La historia real
Poco después se puso en contacto con el grupo la madre de ese señor, la antigua dueña de la casa, que accedió a una entrevista en persona. Sin duda, para los componentes de Hela era fundamental descubrir si era verdad o no la historia que les habían indicado.
La mujer, de unos 70 años, agradeció enormemente que le retornaran unas fotografías que ya daba por perdidas y pasó a detallar qué había sucedido en su propiedad. Expuso que la familia de su marido eran tratantes de aceite y habían heredado la casa, que la disfrutaban especialmente en verano porque les gustaba más el campo que la playa.
Jamás hubo un médico en la familia: ella se dedicó al arte y su marido, con el que todavía convive, siguió con la tradición de sus progenitores. La casa exactamente no fue abandonada, sino donada al Ayuntamiento de Náquera, que como es evidente no se preocupó de su cuidado.