Entrevista> Verónica Cerdán Molina / Creadora audiovisual (Benidorm, 7-mayo-1970)
Ha rodado premiados cortometrajes como ’Catarsis’ (1987), ‘Vorágine’ (1990), ‘El mejor amante del mundo’ (1995), ‘Jane’ (1999), ‘Llombai’ (2001) o ‘Nana mía’ (2006), con Pilar Bardem, Pepón Nieto, Leonor Watling o Iñaqui Miramón. Ha sido cámara y editora en Canal 9, profesora titular en el Centro de Estudios Ciudad de la Luz. Y le ha quedado el poso de la creación, pero responsable.
Con su inseparable colega Mentxu Segura Díez (quien participa activamente en la entrevista, aunque por razones de espacio solo asome aquí) fundó MakinAcción en 2015, una cooperativa dedicada a los ‘storytelling’ (narración de las que atrapan, con mensaje o concepto) y estrategias transmedia (uso de diversos medios para contar algo). No se dedican a la publicidad, o solo a ello: crean audiovisuales para ellos o a petición.
«La generosidad es lo que genera convertirte en una mujer inspiradora»
Llegáis al cliente y le decís que hacéis ‘storytelling’ y estrategias transmedia, ¿y cómo se quedan?
Mentxu Segura – La historia es que llevamos trabajando con ello desde hace diez años. Yo estaba en Sudamérica, y allí ya sabían lo que era el ‘storytelling’, pero aquí, cuando empiezo en Ciudad de la Luz de profesora, con los alumnos, ya había que hacer un ejercicio de didáctica, así que no nos resultó muy costoso cuando nos lanzamos. Incluso ya habíamos elaborado gráficos, clics y todo.
Verónica Cerdán – Ahora ha dado además un vuelco en el mundo de la comunicación. Se conocen un montón de conceptos como este y más; de hecho, ellos mismos proponen muchos de los temas: “Mira, que he pensado esto, que podríamos hacer tal cosa”. Están muy puestos en este y otros conceptos.
«Con nuestro trabajo debemos tener una responsabilidad»
Decidisteis montar MakinAcción como una empresa “con valores, que detrás tuviera mujeres y que hablara de la diversidad”, con “las tecnologías al servicio de las personas”. Ahora que triunfan ‘consultoras’ a lo corta y pega, ¿no es una idea demasiado ambiciosa?
VC – ¡Es que no sabemos hacerlo de otra manera! (ríen ambas). Somos, antes que una empresa al uso, una cooperativa de trabajo social, de justicia social, de formación. Pienso que con nuestro trabajo debemos tener una responsabilidad. Las tecnologías las utilizamos como herramienta, siempre deben servirnos de algo, si no, no tiene sentido.
Mira, esto lo suelo explicar con la pintura, cuando se hacía en los ‘ateliers’ (talleres) y marcha ‘au plein air’, al aire libre, el pintor no puede llevar las pinturas con él, y hubo que inventar el tubo: eso es tecnología, pero no mata el crear. La tecnología debe ser siempre para la persona, avance y arte.
Entre 2007 y 2015 diste clases de narrativa audiovisual, dirección y realización audiovisual, dirección de producción y dirección de actores en la Ciudad de la Luz, ¿cómo resultó la experiencia?
VC – Bueno, hay que diferenciar entre la Ciudad de la Luz y el Centro de Estudios. Puedo hablarte de la experiencia de nuestra docencia, en la licenciatura, que fue donde conocí a Mentxu y donde se gestó MakinAcción, a partir de un proyecto creado en las clases. Porque se hicieron proyectos muy chulos, y estamos súper orgullosas del alumnado, del importante porcentaje que está trabajando en el audiovisual.
Hay incluso alumnos en Madrid y Barcelona, pero es como decía mi madre, en su trabajo de profesora, que lo importante no es solo lo que aprendan, sino “que salgan con la cabeza bien amueblada”
«Los móviles han disparado el consumo de cortos»
En el campo del cine, ¿volverás a rodar cortos argumentales o ya no tienen salida?
VC – “El corto es cine” (ríe). Yo nunca descarto nada. En el fondo, desde MakinAcción sigo rodando cortos, porque cada campaña que hacemos son pequeños cortos, la mayor parte documentales (que para mí ha sido un descubrimiento, y ahí adoro lo que hace Cecilia Bartolomé), animaciones, una ‘webserie’, vídeo ‘mapping’ (proyecciones sobre fondos ‘reales’ como monumentos).
En el fondo, da igual el formato que sea, celuloide, vídeo… Pero es que además ahora, con los móviles y los formatos cortos, por la capacidad de atención en un móvil, se vive cine corto. Su consumo se ha disparado.
Tu madre, Conchita Molina, fallecida en 2018, fue profesora, dramaturga, escritora, guionista, periodista y sobre todo una gran luchadora por la libertad, por todas ellas. ¿Qué poso ha dejado en tu creatividad?
VC – Me ha dejado un gusto por la imaginación. El trabajo. La investigación. A mi madre le hablabas de que era una creadora y te respondía: “No digas chorradas”. Ella se consideraba una “obrera de la cultura”. Cuando fui a recoger lo que había en su casa, no había joyas, sino libros y escritos, que llenaban cajas de hasta treinta y cinco kilos.
Es que ella tenía una ausencia total de cansancio creativo. Siempre estaba trabajando: este texto, preparar una clase, ver cómo preparaba un tema. Nosotras aquí tenemos la suerte de que, como mi madre, lo que hacemos no lo vivimos como trabajo. Que a las doce de la noche o a las tres tienes una idea y te pones. Y la empatía, ponerse en la piel de los demás. La generosidad es lo que genera convertirte en una mujer inspiradora.