Entrevista> Juan Sánchez / Exfutbolista y representante de jugadores (Aldaia, 15-mayo-1972)
Juan Sánchez Romero está considerado uno de los jugadores más importantes del mejor Valencia de la historia, doble campeón de Liga (2002 y 2004) y de la extinta Copa de la UEFA (2004). Delantero veloz, tuvo que pasar unas temporadas en el Celta de Vigo, el otro club de su corazón, antes de triunfar en el equipo de sus sueños.
Lamenta profundamente la complicada situación actual del equipo ‘ché’, a la que opina que se ha llegado porque se han hecho las cosas muy mal en los últimos años, pero confía en el tándem formado por Rubén Baraja y Carlos Marchena, dos profesionales que aman la institución y que pueden ser la solución.
Disputó dos finales de la Champions en su etapa valencianista, especialmente dolorosa la segunda, perdida en los penaltis frente al Bayern de Múnich tras un excelente partido del entonces equipo dirigido por Héctor Cúper. Actualmente, trabaja en una firma de representación de jugadores.
¿Te da pena el Valencia actual?
Evidentemente me gustaría que estuviera en otra situación, peleando por entrar en Europa, como años atrás ha ocurrido y a ningún valencianista le gusta lo que está sucediendo. Todos estamos preocupados y por supuesto que cuanto antes pueda salir de estas posiciones mejor para toda su afición.
«El Valencia está en la posición actual, sumamente difícil, porque no se han hecho las cosas bien»
¿El tándem Baraja-Marchena pueden ser la solución?
Creo que sí. Son gente preparada, dos de los jugadores más importantes de la historia del club, lo conocen perfectamente y tienen personalidad y carácter para sacar lo mejor de estos jugadores en este momento decisivo de la temporada.
Son, además, personas que quieren mucho al Valencia y van a dar el máximo. Estoy seguro que van a conseguir buenos resultados para que el equipo salga de la posición actual.
¿Por qué se ha llegado a esto?
Porque no se han hecho bien las cosas: la gestión y la economía del club en los últimos años es evidente que no ha sido buena. Nos hemos encontrado ahora con esta situación, que nadie esperaba.
¿El precipicio de la Segunda puede provocar ansiedad en jugadores y afición?
Ahora mismo todos debemos ser conscientes de la complicada situación en la que se encuentra el Valencia y afrontarla de la mejor manera posible, siendo buenos profesionales y sacando lo mejor de cada uno. Es decir, hacer bien las cosas -tanto en ataque como en defensa- para, cuanto antes, salir de la zona de peligro, que no va a ser fácil.
Hay muchos equipos en la pelea, concentrados todos en muy pocos puntos y hay que ser muy fuerte mentalmente.
«Hay muchos equipos en la pelea por evitar el descenso, en muy pocos puntos, y hay que ser muy fuerte mentalmente»
Además, el calendario no ayuda.
En ocasiones el calendario sorprende y, allí donde piensas que no vas a sacar puntos, finalmente lo haces. Lo que sí es cierto es que todos los equipos se juegan mucho, tanto por arriba como por abajo: aprietan, los partidos son muy duros y, repito, hay que ser muy fuerte mentalmente.
¿Cómo ha cambiado el fútbol en los últimos veinte años?
Muchísimo. Físicamente están mucho mejor preparados, del mismo modo a nivel de nutrición, en el que llevan un control más exhaustivo.
Igualmente, la televisión, con muchas más cámaras, ha modificado el propio fútbol, el VAR… Todo evoluciona en la vida y el fútbol, lógicamente, también.
¿Tanto afecta las redes sociales?
A la mayoría de los jugadores, porque están muy pendientes de ellas.
«El fútbol ha cambiado mucho en los últimos años, con los jugadores muy bien preparados, físicamente y a nivel nutricional»
¿Por esa razón los equipos incorporan psicólogos?
Es una figura que hace falta, debido a que el jugador está sometido a mucha presión, con muchas personas a su alrededor que le pueden influenciar para bien o para mal. También demasiadas opiniones por medio de las redes sociales.
Siempre vienen bien este tipo de profesionales, porque no olvidemos que hay muchos jugadores muy jóvenes en las plantillas y soportan, como decía, mucha presión en el día a día.
Viajemos a tu época de jugador, ¿cuáles eran tus ídolos o referentes?
En aquella época no se veía tanto fútbol como ahora, pero me fijaba mucho en Michael Laudrup (Barcelona), Emilio Butragueño (Real Madrid) y, ya cuando subí al primer equipo, una referencia para mí era Lubo Penev, delantero búlgaro.
Fuiste pieza clave en el mejor Valencia de la historia…
Tuve que irme fuera unas temporadas, primero al Mallorca y después al Celta. Estando en Vigo, de hecho, llegué a ser internacional.
Mis buenas temporadas en el Celta me permitieron regresar al Valencia, que era lo que yo quería. Culminaba de este modo el sueño de un chico de la cantera: entré en el club ‘ché’ con doce años y poder estar en el primer equipo, jugar muchos partidos, hacer goles y ganar títulos en esa época fue muy importante en mi carrera.
«Las redes sociales afectan en exceso a los jugadores, porque están muy pendientes de ellas y de las opiniones»
Sigues siendo un ídolo del valencianismo.
Intenté ser un jugador comprometido y trabajador, estuviera más o menos minutos en el terreno de juego. Mi idea era siempre ayudar, hacer goles y que la gente te tenga cariño después de tantos años es bueno para cualquier futbolista.
Significa tener esa tranquilidad interior de que has hecho las cosas bien y has sido un jugador honrado.
La primera final de Champions, frente al Real Madrid, el Valencia casi ni se ‘presenta’.
Ese año en Liga no empezamos bien, pero luego hicimos un gran final de temporada, quedando segundos. El Real Madrid, por su parte, llegó mal al final del campeonato nacional, concluyendo sexto. Todos pensaban, debido a ello, que nosotros éramos más favoritos en la final de París.
Además, habíamos hechos dos grandes eliminatorias en cuartos -frente al Lazio- y semifinales -ante el Barcelona-, pero el Madrid demostró su jerarquía, su mayor experiencia y su saber estar en las finales. Nos ganaron bien (3-0).
La segunda, en 2002 ante el Bayern, sí debió ser valencianista.
Tuvo mucho mérito llegar por segundo año consecutivo a la final, circunstancia que es muy difícil que se repita. La verdad que fue una pena, porque cuando llegas a los penaltis puede ocurrir cualquier cosa. Dolió más por las formas.
«La final de Champions contra el Bayern de Múnich dolió más por las formas, cayendo en los penaltis»
Pero lo mejor estaba por llegar, dos Ligas y una Copa UEFA.
Llegó Rafa Benítez, una nueva ilusión para el club, y ganamos la Liga el siguiente año, en 2002, una hazaña sumamente complicada estando Madrid y Barcelona siempre en la batalla.
Fue tremendo poder ganar el campeonato en Valencia, en nuestra casa, junto a la afición, con las calles llenas de nuestra gente celebrándolo. Para mí, como jugador canterano, fue un momento irrepetible, uno de los días más felices de mi vida.
Dos años después ganamos el ‘doblete’ -Liga y UEFA-, compitiendo, como indicaba, contra Madrid y Barcelona, pero también con conjuntos de la talla del Atlético de Madrid o el Deportivo de la Coruña, que era uno de los mejores de entonces. Fue una época espectacular.
¿Cómo era estar a las órdenes de Rafa Benítez?
Un entrenador muy metódico, muy analítico, que implantó una metodología importante, extrayendo lo mejor de cada jugador de la plantilla. Les daba importancia a todos los miembros del equipo, jugaran más o menos.
Se trata de un técnico que confía mucho en lo que transmite y le llega mucho al futbolista. Eso hizo que todos nos sintiéramos relevantes dentro del vestuario, diéramos el máximo en cada minuto de los partidos y acabáramos ganando la Liga.
¿Es el mejor entrenador que te ha dirigido?
He tenido buenos, pero pienso que Benítez es el más completo de todos. Explicaba muy bien lo que quería de cada jugador: esa virtud la tiene y lo demostró con nosotros.
¿Qué recuerdas de tu único partido con la selección nacional?
Una sensación increíble. Uno, cuando es niño, quiere ser jugador de Primera División y luego llegar a la Selección. Son objetivos que te vas marcando.
Lo más bonito es cuando está el rumor que te pueden convocar, te dicen que puedes estar en la lista. Lo vives con mucha emoción, nerviosismo y entrar en la lista es un momento indescriptible, maravilloso.
Ponerte la camiseta, escuchar el himno y jugar es algo muy grande que ya queda en ti para siempre.
¿No tuviste opción de regresar?
El entrenador era José Antonio Camacho y la convocatoria para jugar un partido amistoso frente a Italia. Fue en noviembre y hasta abril ya no había más encuentros de la Selección.
Mi situación en el Celta entonces no era la misma, no jugaba tanto, y el técnico optó por otro tipo de jugador como revulsivo, en este caso Pedro Munitis, que estaba destacando en el Racing de Santander y acabó fichando por el Real Madrid.
«Conquistar la Liga de 2002 frente a nuestra afición fue un momento irrepetible, uno de los mejores días de mi vida»
El otro equipo de tu corazón es el Celta, donde estuviste en dos etapas.
Es un equipo al que le tengo mucha estima porque fue muy importante en mi carrera. Llegué con 22 años, primero cinco temporadas y, en mi última época, dos más. Mi hija mayor, Paula, por ejemplo, nació allí y es enorme el vínculo que tengo con Vigo, donde la gente es humilde, tranquila y muy respetuosa.
El Celta me ayudó mucho a crecer como jugador y como persona. Conservo un gran recuerdo de allí y todavía a día de hoy tengo amigos, a los que veo todos los meses por mi trabajo.
Precisamente, ¿cuál es tu ocupación principal?
Estoy en una empresa de representación de jugadores, Interstar Deporte, que se dedica a ayudarlos y asesorarlos en todo tipo de situaciones. Es una empresa grande que abarca todo tipo de jugadores, desde jóvenes talentos a otros más consolidados o a entrenadores. Intentamos ayudar a transmitir nuestra experiencia para echarles una mano en el día a día.
La figura del representante parece que únicamente se ve cuando hay un traspaso, pero es un trabajo muy oscuro, con muchas reuniones con jugadores y padres, en ocasiones haciendo también de psicólogo.
¿A qué jugadores representas?
En la empresa somos unos veinte profesionales, representando, por ejemplo, a jugadores de la talla de Jordi Alba (Barcelona) o Juan Bernat (PSG). En mi cartera particular llevo a Brais Méndez (Real Sociedad), Fran Beltrán (Celta), Carlos Domínguez (de la cantera viguesa), Carlos Pomares (Oviedo) y Javi Jiménez (Alcorcón).