Mientras que las más conocidas fiestas populares de la Comunitat Valenciana para darle la bienvenida al verano son las Hogueras, de origen alicantino en contraposición a las fallas valencianas, que abren el periodo de la primavera, existen otras muchas que, con claras raíces agrícolas, celebran la llegada del buen tiempo y la bonanza económica de las cosechas.
Una de las más antiguas tiene su sede en Altea. Se trata de la plantà de l’arbret, también conocidas como la fiesta de ‘l’Arbret de Sant Joan’, de las que existen restos documentales desde 1617 y que se celebran en referencia a la fecundación de la tierra con motivo de la entrada del solsticio de verano.
Bien de Relevancia Local
Es una fiesta muy esperada en toda la Villa Blanca y en la que el tallaor, junto con miembros de la asociación ‘Amics de l’Arbret’, seleccionan un árbol, concretamente un chopo, con la intención de cortarlo y trasplantarlo en la plaza de la iglesia de Altea, donde se mantendrá visible desde cualquier punto del municipio hasta finales del verano.
Se trata de una ceremonia que los jóvenes repiten año tras año, durante las fiestas de San Juan, como recuerdo a la tradición celta de venerar la fertilidad de las tierras, y que desde el mes de febrero de 2019 cuenta con el reconocimiento de Bien de Relevancia Local Inmaterial de la Comunitat Valenciana.
Por cada chopo que se tala para ser ubicado en la plaza de la Iglesia se plantan, al menos, diez más
Una fiesta sostenible
Hay quien podría decir que este tipo de festividades no hablan muy bien de la sensibilidad por una cuestión tan importante como la sostenibilidad de los festeros, pero quien así piense está muy equivocado. De hecho, el pasado mes de marzo, y fieles a su tradición, los ‘Amics de l’Arbret’ plantaron 25 chopos -cada año son entre 15 y 50 los que se plantan- en una parcela que, en este caso, ha sido cedida por el presidente de la asociación, Josep Joan Lanuza.
Unos chopos que no serán talados y transportados hasta la plaza de la iglesia hasta que alcancen la altura deseada, algo que no sucederá hasta transcurrida más de una década, por lo que, durante todo este tiempo, los árboles permanecerán plantados dando sombra a quien por allí pasee.
Existen referencias documentales de la celebración de esta fiesta desde 1617
Diez plantados, uno talado
El propio presidente de la asociación festera explica que el deseo de todos sus miembros es el de poder “mantener la tradición” de esta fiesta que da la bienvenida al verano, pero sin perder la ocasión de “realizar una labor ecológica” que, recuerda, se consigue plantando, al menos, diez ejemplares por cada uno que será talado en el futuro.
Un empeño, asegura Lanuza, con el que no sólo se aseguran que las próximas generaciones de alteanos podrán disfrutar de una de sus celebraciones más antiguas, sino que también “creamos un bosque para disfrute de nuestros hijos y nietos”.
Los ejemplares plantados cada año permanecen más de una década antes de ser talados para ser transportados al casco antiguo
Chopo al hombro
Será el próximo día de San Juan, una vez cortado el árbol que adornará la plaza de la Iglesia durante los meses más calurosos de 2023, cuando la comitiva de las fiestas se desplace hasta el aparcamiento de la Universidad de Bellas Artes de la localidad, donde los jóvenes del pueblo esperarán ansiosos para comenzar el recorrido, chopo al hombro, hacia lo alto del casco antiguo de Altea, con el fin de depositarlo y plantarlo en un hoyo ubicado en la plaza de la Iglesia.
Ese árbol puede llegar a alcanzar más de veinte metros de altura, por lo que los jóvenes que transportan el chopo tienen que hacer auténticas virguerías para trasladarlo. Sin embargo, todos los vecinos de la zona quieren aportar su pequeño granito de arena en la Plantà de l´Arbret, por lo que desde casas y balcones lanzan agua para aliviar el calor de los mozos.
Camisetas al aire
Sin duda, uno de los momentos más emotivos de la celebración coincide con la llegada a la plaza del árbol, donde todos colaboran para introducir el tronco del chopo en la tierra, elevándolo hacia las alturas donde permanecerá hasta finales del mes de agosto.
Como acto significativo y en recompensa de los esfuerzos realizados, se atan en la copa del árbol las camisetas de los jóvenes para ondear al viento junto a las hojas y ramas del chopo, a modo de trofeo.