Hace sólo unos días que el especial vínculo que une a l’Alfàs del Pi y a Noruega volvió a quedar patente con la celebración, en las calles del municipio de la Marina Baixa, del 17 de mayo, es decir, el Día Nacional de Noruega, en el que se conmemora la firma de la constitución de 1814 aprobada por unanimidad en la asamblea de Eidsvoll.
En aquel entonces, de eso no cabe duda, no había ni un solo noruego que conociera, ni por asomo, l’Alfàs del Pi, un minúsculo pueblito agrícola de menos de mil habitantes. Nadie, ni en las frías tierras escandinavas ni en los cálidos terruños mediterráneos, imaginaba lo que sucedería apenas siglo y medio más tarde.
Relación especial
Fue a mediados del pasado siglo XX cuando los primeros noruegos comenzaron a dejarse caer por un pueblo en el que muchos acabaron por asentarse de manera definitiva. Lo que encontraron aquí les gustó y el ‘efecto llamada’ fue inmediato. El boca-oreja funcionó y en unas cuantas décadas l’Alfàs del Pi se convirtió en la segunda mayor colonia noruega del mundo sólo por detrás de Londres.
Desde entonces, la relación entre ambos no ha dejado de hacerse más y más estrecha, hasta el punto de que l’Alfàs del Pi fue, en 2009, escenario de una cumbre bilateral presidida por el entonces presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, y su homólogo escandinavo, Jens Sotltenberg (actual Secretario General de la OTAN y vecino esporádico de l’Alfàs del Pi).
Los aspirantes deben completar una exigente formación de poco más de un mes en l’Alfàs del Pi
País de oportunidades
Todo ello ha hecho que l’Alfàs sea, a su vez, una puerta de entrada privilegiada para los españoles que desean buscar oportunidades laborales en el país nórdico, como sucede con muchos conductores de autobús que han podido ponerse al volante de alguno de los vehículos de Connect Bus, la operadora que se encarga del transporte urbano de la ciudad de Stavanger, de poco más de 130.000 habitantes y, por lo tanto, una de las más grandes de Noruega.
Los que están dispuestos a poner los más de 3.000 kilómetros de distancia entre las dos ciudades lo hacen, sobre todo, atraídos por la estabilidad y los altos sueldos que prometen unos patrones que, por otro lado, tienen fama de dar a sus empleados unas condiciones laborales más que dignas más allá de la retribución económica.
En el curso, que se realiza en régimen de internado, aprenden la lengua noruega y conceptos básicos de su cultura
Muchos requisitos
Pero todo tiene un precio. Los que estén dispuestos a ponerse tras el volante de un autobús urbano allá en Noruega no sólo van a tener que estar dispuestos a marcharse a uno de los países más fríos de Europa, sino que también van a tener que superar un duro y exhaustivo proceso previo de selección del que l’Alfàs del Pi forma parte fundamental.
Ese proceso lo lleva a cabo la propia empresa y, en caso de ser superado, es cuando los aspirantes, que pueden provenir de cualquier parte de España, tienen que poner rumbo, antes que nada, hacia esa ‘pequeña Noruega’ que es l’Alfàs del Pi para realizar un curso de noruego y de inmersión en la cultura de aquel país que posibilite una mejor adaptación.
La empresa contratante ofrece sus servicios en la ciudad noruega de Stavanger
Un mes de inmersión
Los aspirantes a conductores de autobús en Noruega arriban entonces a l’Alfàs del Pi para realizar esa formación, que nada tiene que ver con la labor que esperan desarrollar en tierras escandinavas; pero no lo hacen como turistas. Lo que tienen entonces por delante es algo más de un mes de formación muy exigente.
En régimen de internado y durante 33 días seguidos, se enfrentarán a jornadas formativas de quince horas diarias en las que no sólo aprenderán los conceptos básicos del idioma, sino que también se les instruye en cosas tan básicas como el tipo de comida al que se tendrán que acostumbrar una vez lleguen a su destino o cómo los que serán sus vecinos viven sus principales fiestas.
A conducir en agosto
El curso, que comenzará este mismo mes de junio (una vez termine el proceso de selección previo), terminará a mediados de julio y ya en agosto los conductores seleccionados se pondrán al volante de sus autobuses en Stavanger. Allí, la propia empresa será la encargada de dar solución, durante los seis primeros meses, a lo más perentorio: vivienda, burocracia, sanidad…
A cambio, entrarán a formar parte de la plantilla de una empresa que ofrece servicio de autobús las 24 horas del día, los siete días de la semana, que se distribuyen en un total de setenta turnos de trabajo distintos de los que los trabajadores son informados, al menos, con seis semanas de antelación.