Entrevista > Llanos Picazo / Voluntaria de Solidaridad, Educación y Desarrollo (SED)
Llanos Picazo es una de esas personas que en un pueblo relativamente pequeño como es l’Alfàs del Pi es conocida por gran parte de sus vecinos por un motivo u otro. Activa en muchos frentes, eso sí, su ‘fama’ se ha multiplicado en los últimos meses, cuando no ha habido sarao social en el que no estuviera ella presente.
Su ‘turné’, eso sí, ha venido acompañada de una interesante propuesta solidaria. Llanos, con otros cuatro compañeros de la ONG Solidaridad, Educación y Desarrollo (SED), partía a finales del mes de junio hacia Costa de Marfil donde estará este mes de julio con un precioso proyecto solidario.
Son ustedes cinco voluntarios de diferentes partes de España que han decidido pasarse casi todo el mes de julio en Costa de Marfil montando escuelas de verano.
Suena muy bien. Cada uno somos de un punto de España, pero nos une lo mismo: la ilusión y las ganas de poner en marcha este proyecto. Las escuelas de verano las vamos a poner en marcha en las ciudades de Baouaké y Korhogo desarrollándolas durante 15 días en cada una de ellas.
«Es algo que tenía pendiente desde hace mucho tiempo, pero siempre ocurre que la vida te lía»
¿A qué tipo de niños están dirigidas?
A niños de entre dos y catorce años. Prevemos tener 250 asistentes entre las dos, creo que es algo que está muy bien.
¿Es la primera vez que se embarca en una aventura de este tipo o ya tiene experiencia previa como cooperante en África?
Para mí es la primera vez. Es algo que tenía pendiente desde hace mucho tiempo, pero siempre ocurre que la vida te lía. Pero este año sí, este será mi primer año.
¿Por qué Costa de Marfil y por qué este proyecto concreto?
Como te comentaba antes, me resultó muy fácil decidirme porque es algo que tenía pendiente desde que era muy pequeña. Creo que desde que tenía siete años. Es algo que ya estaba desde entonces en mi cabeza.
A principios de este mismo año me decidí. Lo comenté en un grupo de amigos y me puse a buscar proyectos. La vida me llevó a ello. Yo no había planificado irme a Costa de Marfil ni hacerlo con esta ONG en concreto. Es una oportunidad que se me presentó y yo me dejé llevar.
¿Eligió usted o la eligieron?
Yo no estaba en condiciones de pedir nada. De hecho, era la última en llegar. Pese a todo, creo que me ha tocado el proyecto más bonito.
«Desde el primer momento, tanto con mis compañeros como con la ONG, todo salió superrodado y ¡allá que me voy!»
¿Cuál es el motivo que le hace pensar eso?
Porque vamos a Costa de Marfil a trabajar con niños. Vamos a visitar también un hospital y distintos poblados.
¿Hubiese ido a cualquier otro sitio?
Tenía claro que quería ir a África. Desde el primer momento, tanto con mis compañeros como con la ONG, todo salió superrodado y ¡allá que me voy!
Desde el punto de vista occidental, muchas veces vemos África como un todo uniforme cuando la realidad es que es un continente muy grande con realidades muy variadas. Si tuviese que describirme la situación general de Costa de Marfil, ¿cuál sería?
Tú lo has dicho: la desigualdad. Como en casi todos los países africanos, existe una gran desigualdad social entre las ciudades ricas y las ciudades pobres. También entre aquellas personas que tienen acceso a la educación y los que no.
¿Dónde van a centrar su trabajo?
Nosotros viajamos al interior del país, a la zona del norte. Hablamos de pequeñas ciudades. Algunas, incluso, no tienen ningún tipo de comunicación con la capital. De hecho, una de las cosas que hemos conseguido es un carromato.
«Hay veces que lo más grave no es la falta de comida, sino la incapacidad de ir a por la comida»
¿Un carromato?
Efectivamente. Nos lo han pedido desde uno de los poblados. Resulta que hay veces que lo más grave no es la falta de comida, sino la incapacidad de ir a por la comida. Hablamos de un lugar donde apenas hay carreteras o, al menos, como nosotros las concebimos en Europa.
¿Y lo han conseguido?
(Ríe) ¡Hemos conseguido el carromato! Todo gracias a la colaboración desinteresada de la gente y la venta de pulseritas que hemos estado haciendo.
La aventura africana está a punto de comenzar para usted, pero lleva ya mucho tiempo recaudando fondos para este proyecto casi en cada gran acto público que se ha venido realizando en l’Alfàs del Pi. ¿Cómo han respondido sus vecinos?
Lo primero que quiero hacer es darle las gracias a todos los alfasinos, porque han colaborado de una manera espectacular. Me he sentido superarropada con este proyecto. No sólo por los vecinos, sino también por el propio ayuntamiento de l’Alfàs del Pi y sus distintas concejalías.
Conseguimos el dinero para el carromato, pero también un montón de material escolar, material quirúrgico, medicación, equipaciones de fútbol sala… casi todo lo que hemos pedido.
Las pulseras, eso sí, siguen a la venta.
Sí, porque en su día nos pidieron, desde un hospital de allí, un Doppler, que es un ecógrafo para sentir las pulsaciones del bebé de las embarazadas; y una autoclave, que es un aparato para esterilizar el material quirúrgico, pero no sabemos si vamos a poder llegar a ello ahora.