Entrevista > Ximo Miñana / Piloto de aviones (Gandía, 13-noviembre-1951)
El verano es la estación del año que más agrada a la mayoría de nosotros: días largos, vacaciones, playa, viajes, salir… Pero también es la época en la que se producen la mayor parte de los incendios en la Comunitat Valenciana y, por extensión, en toda España.
Debido a que nos encontramos ya en pleno periodo estival, hacemos un parón para charlar con Ximo Miñana, piloto de aviones contra incendios que tiene el honor de ser el más veterano de nuestro país. “Nadie lleva más años que yo en este trabajo”, manifiesta. De hecho, entre sus compañeros, es apodado ‘El Catedrático’.
“Nos gusta, lo vivimos con pasión y pronto olvidamos los instantes complicados o los vuelos raros”, expone. Sin duda se trata de una labor vocacional que, junto a la de los bomberos, salva muchas vidas y hectáreas a lo largo del año.
«Peligro siempre hay, dependiendo sobre todo de las complicadas situaciones climáticas»
¿Cómo llega uno a dedicarse a esta encomiable labor?
Estudié bachillerato y al terminar, con apenas dieciocho años, comencé en esta profesión. Primero me formé como piloto comercial y, poco después, a los tres o cuatro años me trasladé a Madagascar, donde pilotaba aerotaxis.
Regresé a España para trabajar a mediados de los setenta en una empresa de fumigación aérea. Me llamó entonces Avialsa, de València, compañía que fue de las primeras en contar con aviones para luchar contra los incendios.
Desde ese momento llevo pilotando este tipo de aviones, alrededor de cuarenta y cinco años.
¿Cuántas horas de vuelo llevas acumuladas?
Más de 12.000, entre incendios y fumigación. Luchando contra el fuego, al menos, 8.000.
¿Cuál es la coordinación con los bomberos?
Mediante la banda especial aérea que tienen los bomberos, además de un helicóptero de coordinación que viene por encima de nosotros cuando el asunto se complica por la climatología. Entonces el helicóptero es el que nos dirige, para que no tengamos que llevar tantas radios abiertas.
¿Has vivido situaciones de auténtico peligro?
Peligro siempre hay, pero es momentáneo, sobre todo como consecuencia de malas situaciones climatológicas. Cuánto más humo, viento o turbulencias, más trabajo hay.
Debemos aprender a saber decir no, a no volar en depende qué situaciones, algo que se aprende con la experiencia.
«El auténtico valor de estos aviones es en el inicio del incendio, poder extinguirlo con rapidez»
¿Dónde soléis recoger el agua?
Los aviones terrestres, en bases programadas en tierra. En el caso de volar con aviones anfibio, donde podamos: pantanos o incluso en el mar, donde en muchas ocasiones es complicado. El avión está autorizado para recoger agua -planeando, tocándola- con olas de medio metro, pero no más.
¿Qué capacidad tienen los depósitos?
Sobre 3.000 litros.
¿En ocasiones no hacéis mucho esfuerzo sin resultados?
La experiencia te dice, cuando ves un incendio muy grande, que no acaba nunca. Nos envían entonces a puntos más especiales, para mantener a salvo sobre todo sitios donde hay población, casas o infraestructuras.
El auténtico valor de este tipo de aviones es cuando se inicia el incendio. Se trata del instante clave para erradicar o no el fuego.
¿Qué otros inconvenientes existen a la hora de volar?
La parte técnica de volar es sencilla, hasta que el viento u otra condición climática lo complica. Por ejemplo, a veces tenemos que volar justo por encima de los árboles, y es muy peligroso, o laderas con viento de sotavento, donde en lugar de sacarte del agujero te clava dentro. La meteorología es la que hace que nuestro trabajo sea más o menos fácil.
«Lamentablemente la mayoría de los incendios que sufre nuestro país suelen ser provocados»
¿Cuál es la clave para extinguir bien un incendio?
Sin duda llegar pronto, antes de que se propague. En cuanto se detecta un incendio y los medios aéreos se ponen en marcha, es clave llegar lo antes posible.
Nuestra función es mantenerlo a raya hasta que llegue el equipo terrestre y diferentes brigadas de bomberos. Seguidamente vamos en busca de más agua y son los demás los que deben soportar el incendio hasta que regresemos con nuevas descargas.
¿Nos podrías decir qué incendio te ha resultado más complicado?
Recuerdo perfectamente el que sufrimos el año pasado en Castellón, en el que estuve desde el primer día hasta el último. También tengo presente el año 1994, que fue un desastre total con fuegos constantes a lo largo de toda la provincia de València.
¿La mayoría de los incendios suelen ser provocados?
Lamentablemente, sí. Siempre hay numerosas polémicas, por cualquier circunstancia, y el que finalmente lo paga es el monte.
¿Qué es lo que más os apasiona de vuestra profesión?
Nuestro trabajo es totalmente vocacional: no hay ningún tipo de vuelo que se asemeje a esto. Es un vuelo salvaje, en el que todo está permitido y allí dónde los demás no van, vamos nosotros.