Por supuesto que hay cortometrajes, pero su alcance bandea entre el poco cariño industrial al género y el relanzar del formato en YouTube. Títulos como ‘El dragón del patriarca’ (1977), de Sento Bayarri, nieto del escultor, narrador y poeta valenciano Josep Maria Bayarri (Xusep Maria Vaiarri, 1886-1970), patentizan la relación entre los escritos de Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) y el cine.
Pero poco celuloide, o imagen digital, basado en el autor del ‘cap i casal’, se ha filmado o grabado por tierras de la Comunitat Valenciana, al margen de iniciativas como la del alma máter de la revista ‘El Turista Fallero’ (lanzada por su padre en marzo de 1942). Para empezar, ni siquiera la autóctona Cifesa (1932-1961) produjo películas inspiradas por el escritor valenciano. Lo suyo fue cosa de Hollywood. Y en ello nos centraremos.
Fotogramas pioneros
Pero antes de que arribaran las superproducciones de la Paramount, la Fox (hoy 20th Century Studios) o la Metro, hubo trabajos pioneros. Se sabe que hacia 1913 se adaptaban ‘La barraca’, publicada como folletín, en 1898, en el diario republicano ‘El Pueblo’ (1894-1939), fundado por el propio escritor. El mismo medio que el seis de enero de 1901 ofrecía el relato que adaptó Bayarri.
¿Quién dirigió realmente aquella adaptación de posible cariz cómico, titulada ‘El tonto de la huerta’? Quizá el pionero José María Codina, hoy de borrada biografía, aunque se sabe que llegó a ejercer de representante, en Barcelona, de otro autor también precursor, el valenciano Ángel García Cardona (1856-1923).
Su naturalismo narrativo lo bañaba un costumbrismo con fuerte carga crítica
Cortos y largos
De pionero a pionero, el barcelonés Albert Marro (1876-1956), fundador en 1907 (Macaya y Marro desde 1902) de la Hispano Films, finiquitada en 1918, rodaba en 1914 otra adaptación de Blasco Ibáñez, ‘Entre naranjos’, según obra homónima de 1900. Y el coterráneo Ricardo de Baños (1882-1939), a la sazón socio de Marro, co-firmará con Blasco Ibáñez ‘Sangre y arena’ (1916), sobre novela de 1908.
Pero, dada la internacionalidad del calificado como naturalismo narrativo del autor valenciano, en realidad bañado en un costumbrismo con trasfondo paisajista y fuertes cargas críticas argumentales, Hollywood ya había puesto sus ojos en sus escritos. O sus potenciales taquillas. Fue la Metro Pictures, nacida en 1915 y uno de los pilares de la posterior Metro-Goldwyn-Mayer (MGM, creada en 1924 y desde 2021 propiedad de Amazon) la que iba a abrir la espita.
La MGM enfiló el sendero de las adaptaciones casi en solitario
Desde la Meca del Cine
Aunque ‘Los cuatro jinetes del apocalipsis’ ya había sido adaptada en Francia en 1916 (‘Debout les morts’) por el también dramaturgo francés André Heuzé o Heuse (1880-1942), en un corto con guión del más tarde realizador y productor Henri Diamant-Berger (1895-1972), el de la serie de largos sobre Arsenio Lupin, lo de la Metro se planteó bien a lo grande.
El prestigioso cineasta irlandés Rex Ingram (1892-1950) se puso al frente del proyecto, y Rudolph o Rodolfo Valentino (1895-1926) comenzaba aquí en serio a romper corazones de fans de todo el mundo. ‘The Four Horsemen of the Apocalypse’ (1921) adaptaba la novela de 1916 con profusión de medios y resultados de primera. El propio Ingram repetiría con el autor, de nuevo en la Metro, ya MGM, con ‘Mare Nostrum’ (1926, libro de 1918).
Al frente de los repartos había figuras míticas, como Greta Garbo
En tierras de la Metro
La MGM, contratos mediante, enfiló el sendero de las adaptaciones casi en solitario. Aunque Valentino repitió adaptación de Blasco Ibáñez con la Paramount (nacida en 1912) con ‘Sangre y arena’ (‘Blood and Sand’, 1922), según obra de 1908, aquí bajo la no menos prestigiosa batuta del estadounidense Fred Niblo (1874-1948), los estudios del león gotearán una tras otra versiones fílmicas con cineastas de gran reputación artística al frente.
Así, el norteamericano Robert Z. Leonard (1889-1968) con ‘La encantadora Circe’ (‘Circe the Enchantress’, 1924), un argumento original de Blasco Ibáñez; Fred Niblo, asociado, sin acreditar, al finlandés Mauritz Stiller (1883-1928), con ‘La tierra de todos’ (‘The Temptress’, 1926), según obra de 1922; o el también estadounidense Monta Bell con ‘El torrente’ (‘The Torrent’, 1926), inspirada en ‘Entre naranjos’. Al frente del reparto de estas dos últimas, la mítica actriz sueca Greta Garbo (1905-1990).
Broches dorados
Hubo más adaptaciones desde la Meca del Cine: nuevas versiones, como ahora en la 20th Century-Fox (1927), ‘Sangre y arena’ (‘Blood and sand’, 1941), del georgiano Rouben Mamoulian (1897-1987), con el estadounidense Tyrone Power (1914-1958), la americana pero quizá ─según se sabe hoy─ española Rita Hayworth (Margarita Cansino, 1918-1987) o el mexicano Anthony Quinn (1915-2001). O ‘Los siete jinetes del Apocalipsis’ (‘The Four Horsemen of the Apocalypse’, 1962), del ítaloamericano Vincente Minnelli (1903-1986) para la MGM.
El reparto de campanillas, con el canadiense Glenn Ford (1916-2006), la sueca Ingrid Thulin (1926-2004) o el francés Charles Boyer (1899-1978), trasplantando la trama a la Segunda Guerra Mundial, otorgaba broche dorado a una áurea etapa hollywoodense para Vicente Blasco Ibáñez. Hemos obviado producciones españolas (dos largos y dos series de calidad, por ejemplo) o mexicanas, todas ellas con proyección internacional, o parodias de Stan Laurel o Cantinflas. Es que lo de Blasco Ibáñez era puro Hollywood.