Agua, toneladas de agua. Aunque esto ya lo hemos dicho en otras ocasiones, recordemos que donde ahora hay una Albufera de 21.120 hectáreas (211,2 kilómetros cuadrados), antaño hubo un golfo de València de unas 31.000 hectáreas (310 kilómetros cuadrados), lo que es una enormidad. Pero por esa zona iba a crecer siglo a siglo, año tras año, un sistema anillar de poblaciones que orbitan a una ciudad que también es capital provincial y autonómica.
Una urbe muy crecida desde que allá en el 138 a.C. la fundaran los romanos como colonia sobre la constatación más remota de poblamientos humanos, fechados en los siglos IV a.C. y III a.C. La ciudad ha concitado siempre un fuerte movimiento inmigratorio, pero, a su vez, ha conseguido que su vecindad creciera con ella. E incluso ha vivido, en ocasiones, una deriva desde la propia urbe capitalina hasta los anillos poblacionales.
Un buen puñado de municipios
Desde barriadas valencianas como Russafa o poblaciones como Catarroja y Silla llegaban gentes, durante el siglo XIX, para las plantaciones de arroz. La zona metropolitana, pues, además de acoger a personas llegadas de más lejos, asumía un notable trasiego interior. Pero, ¿de qué está compuesta, en el aspecto territorial, la zona?
En la actualidad, de 45 municipios, que han ampliado su territorio más allá de l’Horta de València (l’Horta), incluyendo el propio ‘cap i casal’, más 23 de l’Horta Nord y hasta una veintena de l’Horta Sud o l’Horta-Albufera. Han ido terraformando el entorno hasta congregar 1.581.057 habitantes en 628,9 kilómetros cuadrados, a razón de 2.514 residentes por kilómetro cuadrado.
Comienza a operar, con otro nombre, a partir de 1947
La Gran Valencia
Esta zona empezó a fraguarse en serio, sin embargo, a comienzos del pasado siglo. Quizá para poder organizar este flujo poblacional se creaba en 1947 lo que vino en llamarse la Corporación de la Gran Valencia, disuelta administrativamente en 1983 para transformarse en la actual área metropolitana. Inicialmente agrupaba a 27 municipios, sumando una superficie de 377 kilómetros cuadrados que acogía a 960.051 habitantes cotejando los respectivos censos de 1970.
Las localidades eran entonces Alaquàs, Albal, Alboraia, Aldaia, Alfafar, Alfara del Patriarca, Almàssera, Benetússer, Bonrepòs i Mirambell, Burjassot, Catarroja, Godella, Manises, Massanassa, Meliana, Mislata, Montcada, Paiporta, Paterna, Picanya, Quart de Poblet, Rocafort, Sedaví, Tabernes Blanques, Torrent, Vinalesa y Xirivella. En el fondo, si se observa, ya habíamos agrupado a buena parte de las localidades actuales.
Entre 1930 y 1960 se dio un crecimiento demográfico del 152%
La tercera del podio
A la ecuación solo le faltaban algunos factores, 18 para ser exactos: aparte de la València capitalina, Albalat dels Sorells, Albuixech, Alcàsser, Beniparrell, El Puig de Santa Maria, Emperador, Foios, La Pobla de Farnals, Llocnou de la Corona, Massalfassar, Massamagrell, Museros, Picassent, Puçol, Rafelbunyol, Sant Antoni de Benaixeve y Silla. En conjunto, el área comprende, alrededor de la metrópoli, unos dos cinturones que, salvo excepciones, tiran más por el agro en el anillo exterior.
De esta forma, los territorios con mayor densidad demográfica suelen ser los más cercanos al ‘cap i casal’ (aparte de este, lógicamente), con la mayor tasa de crecimiento. No sorprende que nos encontremos ante la tercera área metropolitana de España (tras Madrid y Barcelona, y por encima de Sevilla, Málaga, Bilbao, Alicante-Elche, Asturias, Zaragoza y Murcia, en una jerarquización de diez) y una de las principales de Europa.
La articularon los viales València-Ademuz, València-Madrid y València-Torrent
Crecimientos demográficos
Entre 1930 y 1960 llegó a darse un crecimiento demográfico mínimo del 152 por cien, y en 1970 se llegó a concentrar el 63’83 por cien de la población provincial y más de dos terceras partes de la riqueza económica. En aquel álgido momento el área metropolitana se organizaba, por un lado, acompañando la línea litoral y, por otro, en torno a los trazados viales València-Ademuz, València-Madrid y València-Torrent.
Hoy, aunque en el fondo se sigue respetando dicho entrelazado, se han ido sumando nuevas redes, como la autopista del Mediterráneo, cuyo primer tramo, entre Barcelona y Granollers, se inauguraba en 1969. Aparte de la autovía homónima, la del Este o la A-38, que conecta con Gandía. O el enlace indirecto que proporcionan la A-33 y la A-35, que enlazan con La Font de la Figuera (La Costera).
El futuro a la vista
Queda claro que cuando un 19 de noviembre se aprobaba la ley autonómica 5/1986 de la Generalitat Valenciana, no se le ponía fin a algo, sino que se la animaba a crecer y fortalecerse. En estos momentos, la Red está llena de propuestas de futuro, unas razonables, otras ya no tanto. Problemas los hay, como en cualquier núcleo vivencial, y el principal, para los expertos, atañe a toda España: falta una política de áreas metropolitanas.
Y a título local, el gran crecimiento experimentado durante los ochenta del pasado siglo ha generado, según los estudios urbanísticos, una curiosa dispersión de urbes, sobre todo en el anillo más cercano a la capital. A pie de calle, o de huerta, cuando se ve con cierto apuro cómo algunas urbanizaciones acechan desde el horizonte, queda pensar que, como en el mito romano, Saturno no acabe por devorar a sus hijos.