Un equipo internacional de investigación liderado por la Universitat de València, en que participan la Universidad de Cambridge y el Ministerio de Cultura italiano, ha analizado por primera vez los huesos de los calcos de Pompeya (los esqueletos de sus habitantes en un molde de yeso) con una técnica innovadora, el análisis con fluorescencia de rayos x, y concluye que murieron asfixiados, no abrasados o deshidratados como defienden otras teorías. El estudio publicado hoy en la revista PLOS ONE es pionero en cruzar datos químicos, antropológicos, tafonómicos y estratigráficos, y crea una metodología aplicable a todos los calcos de la erupción del Vesubio del año 79.
Durante la erupción, en Pompeya los cuerpos quedaron cubiertos de ceniza y de materiales piroclásticos, que fueron recubiertos por lava y se solidificaron. Con la desaparición de los cuerpos, quedaron los huesos, algunas telas y el hueco de los cuerpos entre las cenizas solidificadas, los llamados vacíos. Desde 1860, el arqueólogo Giuseppe Fiorelli puso en práctica un método para obtener moldes de yeso de las víctimas (los calcos), que reconstruyen a escala real cada cuerpo en la posición en la que murió.
“Es la primera vez que se concede un permiso para llevar a cabo un análisis químico de los huesos de los calcos de Pompeya”, destacan Gianni Gallello, coordinador de la unidad de investigación ArchaeChemis, y Llorenç Alapont, investigador, ambos de la Universitat de València y los dos primeros firmantes del artículo, quienes califican este análisis de una “oportunidad extraordinaria que crea las bases para un análisis no invasivo que nos permita obtener información útil para identificar procesos postdeposicionales alrededor del momento de la muerte y post mortem, y determinar el efecto de la cal en los materiales óseos de Pompeya”.
“En este estudio hemos creado un modelo de calibración empleando colecciones de referencia (huesos quemados de Pompeya), y otros quemados de la necrópolis Ostiense de Roma del mismo período, y los dos grupos comparados con huesos de la necrópolis islámica de Colata (Montaverner, Valencia). Se han analizado los huesos y la cal, y se han cruzado los datos elementales con los obtenidos en los calcos”, destaca Gallello. En concreto, el equipo ha trabajado con los restos de seis personas en Pompeya que huían en el área de Porta Nola y una séptima en las Termas Suburbanas.
La investigación concluye que las altas temperaturas a las que fueron sometidos los huesos se produjeron postmortem con resultados similares a las cremaciones. “Cuando sus huesos sufrieron los efectos de las altas temperaturas por las olas piroclásticas y las corrientes de magma, las víctimas ya habían fallecido, probablemente por la inhalación de gases tóxicos”, destaca Llorenç Alapont. El investigador destaca la fluorescencia de rayos x como una técnica no invasiva y portátil que ha permitido seleccionar huesos no contaminados por cal e identificar aquellos sujetos a impacto térmico, lo que en caso favorable las eliminaría para algunos tipos de análisis, sobre todo genéticos o de isótopo.
En los huesos quemados de Roma y Pompeya se han analizado los valores de Calcio y Fósforo, los elementos más representativos de la matriz de los huesos, que eran más bajos que los de los huesos de la necrópolis valenciana de Colata, pero con proporciones de la ratio entre los dos elementos similares, lo que permite descartar huesos contaminados e identificar que los huesos de los calcos habían sufrido un impacto térmico.
Esta información se ha completado con el análisis antropológico y tafonómico de los calcos, que permite relacionar la posición y lugar de los cuerpos con el impacto térmico, y confirmar que quedaron así post mortem. “Las víctimas, en su intento de huida, se asfixiaron muy rápidamente y también rápidamente fueron cubiertas de ceniza”, afirma Gianni Gallello. La posición de las víctimas, relajadas o estiradas, algunos de ellos cubriéndose con piezas de ropa, sugiere que las cenizas y los gases volcánicos fueron los que causaron su muerte en segundos, no como en la población de Herculano, más próxima al Vesubio, donde sus habitantes fueron abrasados por ondas piroclásticas de más de 500 grados.
En la investigación han participado Massimo Osanna, profesor de Arqueología en la Universidad de Nápoles, director del Parque Arqueológico de Pompeya entre 2014 y 2021, y actualmente director general de los museos estatales italianos; Marcos Martinón Torres, profesor en el instituto McDonald para la Investigación Arqueológica de la Universidad de Cambridge y S. Chenery, del Servicio Geológico británico. Esta investigaciójn forma parte del proyecto “La arqueologia de la muerte en Pompeya”, dirigido por Llorenç Alapont.