Iniciativas bonitas existen en todo planeta, como la que les vamos a descubrir: la de ‘El club de los libros libres’, fundado en marzo de 2020 en el barrio valenciano de la Malvarrosa. “Aquí los libros ni se compran ni se venden”, remarca su impulsor, Rafael Soriano, un empedernido lector.
Se trata de libros que las personas tienen en sus casas y ya no quieren (o incluso los van a tirar). Los depositan en el local y, una vez en él, se convierten en libros libres, “de todos y para todos”. El club cuenta en la actualidad con casi 1.100 miembros y alrededor de 50.000 ejemplares.
No es necesario ser miembro para traerlos, pero sí para llevártelos. Tampoco funciona como una biblioteca, porque no hay plazo de devolución y, como indica Rafael, “si un libro es especial para ti, no debes devolverlo, porque estará en buenas manos”. El objetivo es salvarlos de la destrucción.
Amante de la lectura
Soriano siempre fue una persona fanática de los libros, le gustaba bucear en sus páginas. Durante un periodo de su vida, por cuestiones laborales, los dejó a un lado, hasta hoy, que ha podido realizar su gran pasión.
“Por mi edad tenía que hacer algo y encontré mi refugio en los libros y cerca del mar”, confiesa. Empezó con medio millar de libros propios, pero los primeros meses fueron complicados -el inicio coincidió con la pandemia-, aunque poco a poco la gente del barrio comprendió cuál era la misión.
El siguiente paso para salvar los libros y fomentar el amor por la lectura, la cultura y creatividad -dice- será replicar esta iniciativa en otros lugares, y en ello está, como demuestra el proyecto de Paraná, en Argentina.
Es un proyecto de Rafael Soriano, gran amante de la lectura que anhelaba evitar la destrucción de libros
La conciencia del buen socio
Los socios pueden llevarse los libros que quieran para leer o estudiar, pero siempre teniendo presente la conciencia del bien socio, en beneficio de todos, y no abusar tomando más libros que los necesarios.
Rafael empleó parte de sus reservas económicas en un proyecto ilusionante, para pagar el alquiler, la luz, el seguro, entre otras cosas, pero no necesitó, por suerte, de mucha inversión.
A esta acción solidaria se han unido personas de todas las provincias de España, como queda registrado, y de países como Estados Unidos, Chile, Francia, Austria, Suiza, Italia…
Consta de 50.000 ejemplares, que se iban a tirar o estaban en desuso, y se han convertido en libros libres
Preservar el saber humano
La intención, insiste su creador, es preservar el saber humano, “porque el que no conoce la historia está condenada a repetirla”. Recuerda también que cada “cambio de conciencia” va precedido de alguna quema literaria: “por eso hay tantos reinicios, porque al quemarse los libros olvidamos y nunca aprendemos cómo llevar una vida adecuada”.
En ‘El club de los libros libres’ tampoco hay censura, se ofrece todo lo que entra. “En una biblioteca convencional siempre hay alguna criba”, apunta Rafael.
Respecto al barrio donde se ubica, la Malvarrosa, sin biblioteca, en apariencia poco dado a la lectura y de reputación conflictiva, responde que «es falso, pues del club han salido un total de 21.000 libros y la mayoría se han quedado en la zona”, se enorgullece, antes de matizar que “le tienes que dar algo a las personas para que se manifiesten”.
No funciona como una biblioteca, porque no hay plazo de devolución e incluso puedes quedarte el libro
Leer permite viajar
“Decía Cervantes que quien mucho lee y mucho viaja, mucho sabe y mucho vive”, relata Rafael, para quien la vida es eso, aprender y vivir. Es, asimismo, partidario de los libros digitales, sin destruir los que ya existen. “Adoro el papel, los libros merecen respeto, porque siempre ayudarán a alguien”.
Anécdotas le han pasado varias, algunas de ellas tan reales como sorprendentes. Alguna vez, comenta, ha venido una persona preguntando por un libro y lo tenía en mi mano, “porque los libros buscan a las personas”.
Sin duda, nuestro protagonista es feliz en su ciudad hecha entre pilas y pilas de libros. “Me moriría aquí, como los actores de teatro encima del escenario”. Una de las frases que más le gusta escuchar es aquella que sitúa a un libro como algo sumamente valioso.
Segundo almacén en Sagunto
Debido a la gran afluencia de libros, ha tenido que reubicar algunos en un segundo almacén, en Sagunto. “Cuando se llena en exceso el primero, contrato una furgoneta que me lleva una parte a otra ubicación”.
En un principio sí sabía los títulos de todos los libros que ponía a disposición de los socios, pero ahora “es imposible”, reconoce. “Si alguno quiere uno en concreto y no lo tengo, me lo apunto y cuando llega le llamo”.