Entrevista > Jesús Redondo / Fotógrafo (Villena, 1964)
Aunque no se considera fotógrafo, sus imágenes ayudan cada año a guardar recuerdos de los días especiales donde siempre acude cargado de cámara y sonrisa, para encapsular momentos inolvidables. Jesús Redondo nos cuenta sus preferencias a la hora de inmortalizar, y cómo está siendo la recuperación de una covid persistente que desde hace tres años le acompaña.
¿Cuándo comenzó tu afición por la fotografía?
En casa de mis padres siempre recuerdo una cámara de fotos. A mi madre le encantaba hacernos fotos a mi hermano y a mí, guarda esos álbumes y los de sus nietos como tesoros. Yo heredé su afición y desde la adolescencia siempre tuve una cámara, aunque fuera de las baratas y solo me permitiese comprar carretes de doce.
«Igual que darle patadas a un balón no te convierte en futbolista, apretar un disparador no te convierte en fotógrafo»
¿Te hiciste a ti mismo en la fotografía?
Nunca he hecho ningún curso de fotografía y es algo que tengo pendiente. Disfruto viendo los trabajos de los verdaderos fotógrafos e intento aprender cosas de ellos.
Yo en realidad no me considero fotógrafo. Al igual que darle patadas a un balón no te convierte en futbolista, apretar un disparador no te convierte en fotógrafo. Yo más bien soy un buen observador con una cámara.
Una imagen vale más que mil palabras…
La fotografía puede ser arte, pero, sobre todo, es la posibilidad de guardar momentos irrepetibles que se borrarán de la memoria.
¿Cuál es la favorita de tu colección personal y por qué?
En el ámbito de las fiestas, mis favoritas son las que hago con los cargos festeros. Gracias a esta afición he conocido a gente maravillosa con la que, a lo largo de los años, sigo manteniendo una gran relación. Son mi mejor premio.
«Las fotografías son de toda la gente que me permite robarles ese instante para convertirlo en sus recuerdos»
Una de tus fotografías predilectas son las imágenes robadas sin posar, ahora que te conoce toda la población, ¿es más difícil pasar desapercibido para sacar imágenes naturales?
Hace unos años era más fácil, pero cuando la gente está disfrutando, no está pendiente de su alrededor y muchas veces ni te ven. Si consigues captar un abrazo sincero, un beso, una lágrima de emoción o una sonrisa de felicidad te da una gran satisfacción.
Muchas de esas fotos no las publico, prefiero regalárselas a los protagonistas y que sean ellos los que decidan si las publican o no. Tanto con eso como con las imágenes de niños procuro ser muy respetuoso.
La artista Diane Arbus dijo que “la fotografía es un secreto de un secreto, cuanto más te dice, menos sabes”. ¿Qué estilo de fotografía artística es tu favorita?
A mí me gustan las fotografías que son reales, sin filtros ni exceso de edición. Eso no quiere decir que no disfrute con el arte de gente como Ouka Leele.
¿Qué fotógrafos de los que han participado en Helie Memorial te han impresionado más?
Me gusta mucho cómo Chema Madoz transforma objetos cotidianos en obras de arte. También he seguido la trayectoria de Gervasio Sánchez, aunque es completamente opuesta a la de Madoz: con sus fotografías nos traslada a los conflictos y crisis humanitarias que muchas veces permanecen olvidadas.
«Durante la covid en las habitaciones de mi alrededor la gente fallecía en la más absoluta soledad»
En una época dominada por el contenido audiovisual, los fotógrafos sois cronistas de nuestro tiempo, ¿eres de los que colabora y cede sus obras para que lleguen al máximo público posible?
Jamás le he negado a nadie una fotografía, al fin y al cabo, las fotografías son de toda esa gente que me permite ‘robarles’ ese instante para convertirlo en sus recuerdos. Mantener todas esas imágenes guardadas en un ordenador no tendría sentido.
Mi mayor ilusión es verlas publicadas, por lo que colaboro con la Junta Central de Fiestas desde hace diez años, con mi admirado Santi Hernández de Villenacuentame, el periódico Portada.info, algunas cofradías de Semana Santa y cualquier comparsa que me lo pida. Recientemente he tenido la satisfacción de donar más de 6.000 fotografías a mi comparsa de Cristianos.
Durante el confinamiento no pudimos salir a realizar fotos a causa de la pandemia, lo cuál te afectó de forma importante. ¿Cómo fue tu contagio de coronavirus y qué secuelas te ha dejado?
El 2020 fue difícil para todo el mundo, no estábamos preparados para algo así. En aquellos días de marzo, en las habitaciones de mi alrededor la gente fallecía en la más absoluta soledad, fueron semanas muy duras para mi familia.
Afortunadamente lo pude superar y, aunque allí se quedó parte de mi anterior vida, salí con las ganas de volver a empezar una nueva.
Un trabajo de reinvención personal…
Han sido tres años de rehabilitación para reaprender a respirar y a hacer cosas tan sencillas como subir una escalera, andar y hablar a la vez, para conducir o volver a recordar los nombres de personas muy allegadas. Quiero dar las gracias a todo el personal sanitario que me ha tratado, especialmente a mi fisioterapeuta María José Micó, por su implicación y profesionalidad.