Este septiembre se cumple el 150 aniversario de uno de los numerosos ataques bélicos que ha sufrido Alicante a lo largo de su historia. Ya en el pasado nuestra ciudad había sido bombardeada en varias ocasiones por barcos franceses o ingleses. Sin embargo en esta ocasión el enemigo procedía de mucho más cerca.
Hablamos de una época de extrema inestabilidad política en España. Por un lado el país se fracturó en varios pedazos en plena revolución cantonal. Por otro los grupos militares carlistas tenían en jaque al Gobierno en el norte. En resumidas cuentas… nuestra nación se encontraba en pie de guerra. Y esta conflictividad también llegó a Alicante.
Hacia San Vicente huyó el gobernador militar de Alicante en lugar de hacer frente a los cantonalistas
Una República muy inestable
El 11 de febrero de 1873 fue proclamada la Primera República Española. El primer gobierno presidido por Estanislao Figueras tuvo que hacer frente a tremendos problemas territoriales, como la mencionada guerra carlista, o incluso un intento de proclamación de un Estado Catalán.
Finalmente el propio Figueras acabaría dimitiendo cuatro meses después en el Congreso, dejando una mítica frase para la posteridad de la política española: “Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: ¡estoy hasta los cojones de todos nosotros!”.
Su sucesor, Francisco Pi y Margall, apenas duró un mes en el cargo, pero en ese breve periodo tuvo a bien nombrar como ministro de Estado a Eleuterio Maisonnave. Este alicantino acabaría jugando un papel clave en esta historia.
El Cantón de Cartagena
El caso es que esta inestabilidad propició el estallido de diversas revoluciones cantonalistas a lo largo de la geografía española, realizadas por partidarios de que España no fuera más un estado único, sino de que se convirtiera en una especie de federación de pequeños estados o cantones que podían tener el tamaño de una región, comarca o incluso tan solo de una ciudad o pueblo.
Una de estas rebeliones surgió en Cartagena. Los cantonalistas proclamaron su independencia de la República Española en julio y se hicieron con el control de todas las fragatas que la Armada disponía en la base naval cartagenera.
No contentos con ello, también se propusieron conquistar todas las ciudades de los alrededores para ampliar territorialmente este recién nacido Cantón de Cartagena.
Maisonnave, ministro alicantino, mandó un batallón a proteger la ciudad y organizó la defensa
El Cantón de Alicante
El 20 de julio una fragata venida desde Cartagena arribó al Puerto de Alicante. El gobernador militar alicantino Juan Ruiz Piñeiro, en lugar de hacer frente a los cantonalistas, prefirió más huir hacia San Vicente del Raspeig. Por tanto los rebeldes tomaron la ciudad pacíficamente sin encontrar resistencia alguna. El alcalde Manuel Santandreu y demás autoridades políticas aceptaron unirse a la sublevación, probablemente forzados por las circunstancias. Se proclamó así oficialmente el Cantón de Alicante, como parte del cantón cartagenero.
Sin embargo la existencia de este ente político fue de lo más efímera. Apenas tres días después las tropas gubernamentales sitiaron Cartagena, por lo que los cantonalistas venidos hasta aquí regresaron a dicha ciudad para defenderla. Las autoridades políticas alicantinas no tardaron en aprovechar para disolver el Cantón de Alicante y la bandera de la República Española volvió a ondear en el Ayuntamiento.
El Gobierno republicano cesó a aquellos políticos y milicianos que tan fácilmente se habían rendido ante los sublevados. Además, el ministro Maisonnave envió un batallón de trescientos efectivos a Alicante para proteger mejor la ciudad ante un posible nuevo ataque.
Segundo intento cantonalista
Y efectivamente, dicho segundo ataque ocurrió. Los cantonalistas resistieron en Cartagena y lanzaron una segunda expedición para reconquistar Alicante. Sin embargo esta vez no fueron tan ‘bienvenidos’.
Tres buques de guerra llegaron a la bahía alicantina el 19 de septiembre bajo el mando del militar rebelde Leandro Cabreras, quien exigió la rendición inmediata de Alicante o en su defecto un pago de 50.000 pesetas a cambio de no atacarla.
Las autoridades políticas no rechazaron directamente esta oferta, sino que trataron de estirar las negociaciones durante varios días para ganar tiempo. Al ser conocedor de que su ciudad natal estaba siendo sitiada, Maisonnave se desplazó desde Madrid para organizar la defensa de Alicante. También se aprovechó esta tensa calma para evacuar a niños, mujeres y ancianos.
La resistencia de Alicante supuso un punto de inflexión para que la revolución cantonal decayera
Alicante resiste
En la mañana del 27 de septiembre la flota cantonalista abrió fuego sobre Alicante. El bombardeo duró seis horas, provocando ocho víctimas mortales y unos cuarenta heridos.
Las defensas alicantinas también respondieron con disparos hacia los barcos cartageneros. Si bien no causaron ninguna baja humana, si provocaron suficientes daños materiales como para que los cantonalistas no pudieran desembarcar en la ciudad.
Finalmente Cabreras comprendió que la toma de Alicante era imposible, y ordenó dar media vuelta hacia Cartagena. El ministro Maisonnave pudo regresar a Madrid con la satisfacción de que su ciudad había logrado resistir bajo la legalidad republicana.
Los dos países alicantinos
Aunque el fracaso en la toma de Alicante supuso un punto de inflexión para la revolución cantonal, lo cierto es que el Cantón de Cartagena no cayó aquel día, sino cuatro meses más tarde. De hecho, fue el que más tiempo mantuvo el pulso al Gobierno de la República entre todos los que surgieron a lo largo de España.
Cabe añadir que este muy breve experimento del Cantón de Alicante curiosamente no ha sido nuestra primera experiencia en la historia como un país propio. En la Edad Media el rey musulmán Zayyan estableció la Taifa de Alicante durante apenas siete años, hasta que fuera conquistada por el infante Alfonso (futuro rey Alfonso X ‘el sabio’) pasando entonces a formar parte de la Corona de Castilla.