Óscar Tramoyeres / Humorista
Óscar Tramoyeres (València, 7-junio-1977) es un cómico de los de toda la vida, “un humorista muy cercano y persona normal”, como le gusta recalcar. De hecho, comenzó su carrera artística participando en un concurso de monólogos en su localidad, Rafelbunyol. “Antes era camionero, profesión que había heredado de mi padre”, recuerda.
Formó primero un grupo, ‘Olla Xunta’, hasta que en 2008 se lanza en solitario, protagonizando exitosas obras de teatro -algunas con nombres tan singulares como ‘Mejor condón en pene que nueve meses y un nene’ o ‘Estoy gordo, ¿qué pasa?’, que escenifica indistintamente en castellano o valenciano.
Presenta en ‘À Punt’ el concurso ‘Atrapa’m si pots’ y entre sus proyectos más inmediatos está ‘Comediants’, la versión valenciana de ‘El Club de la Comedia’, y un programa culinario en el que compiten tres personajes de la tele.
Monologuista, humorista, presentador de televisión, actor teatral… ¿Cómo te defines?
Un poco de todo, comunicador o ‘showman’, aunque el concepto de humorista lo abarca todo. He presentado diversos programas de televisión, pero siempre en clave de humor.
¿Cómo eras de pequeño?
Desde siempre he intentado aprovechar mi vena artística o humorística para todo. Por ejemplo, de pequeño imitaba a Julio Iglesias para mi familia o era el más gracioso del instituto: guardo muchísimas anécdotas de esa etapa.
«Mis referentes fueron Don Pío, con un humor muy valenciano, Arévalo o los hermanos Calatrava»
¿Cuáles fueron tus referentes en el humor?
Don Pío, que tenía un humor muy valenciano y siempre escuchaba en el camión de mi padre, o Arévalo. También Emilio el Moro o los hermanos Calatrava.
Todo cambió cuando participaste en un concurso de monólogos de Rafelbunyol.
Me apuntaron los amigos, porque siempre he sido el que contaba las historias con más gracia (incluso las que no estaba presente). Era la época en la que se emitía ‘El Club de la Comedia’ de Canal Plus.
Gané el concurso y, entre los finalistas, montamos un grupo, con la idea inicial de poder beber gratis (ríe). Tiempo después me di cuenta de que quería vivir del humor, al que me dedico en pleno desde 2008.
¿Te atreves con todo?
Sí, pero, por ejemplo, la primera vez que me propusieron presentar ‘Atrapa’m si pots’ de ‘À Punt’ les dije que me parecía una gran responsabilidad, después de lo bien que lo habían hecho Eugeni Alemany y Carolina Ferre.
No era que no me atreviera, sino que pensaba “¿qué voy yo a aportar?” Al final cada uno intenta ser gracioso en su estilo y el programa funciona bien.
¿El tuyo es un humor blanco o algo más picantón?
Depende del día y del público, porque hay que amoldarse. Intento ser sutil, es decir, prefiero decir ‘hacer el amor’ que otro verbo más soez, porque puede haber menores y de este modo funciona mejor el espectáculo.
¿Tus obras de teatro son en castellano o valenciano?
En ‘Olla Xunta’ las hacíamos todas en valenciano, y perdíamos algo de audiencia. Ahora, depende el pueblo al que acuda, hago la función en un idioma u otro.
«Varío mi estilo según el lugar o el público al que me dirijo, porque algunos comentarios pueden sentar mal»
¿Has tenido muchas actuaciones este verano?
Han sido bastantes, pero menos que otros años, porque en septiembre vuelvo a grabar el programa de ‘À Punt’ y necesito tiempo para la familia, disfrutar de los míos, desconectar…
¿Cómo ha ido tu primer año en ‘Atrapa’m si pots?
Sustituí a Carolina y esta será mi segunda temporada: me lo paso muy bien y aprendo mucho en el programa, que se emite de lunes a viernes en horario de sobremesa. Intento también transmitir lo bien que nos los pasamos, los concursantes los primeros.
Anécdotas te habrán pasado muchas.
No hace mucho, en una residencia de ancianos, mientras estaba actuando, una señora de unos ochenta años que estaba en primera fila se levantó su jersey y me mostró sus pechos. Al cabo de un rato lo volvió a hacer.
Eres muy activo en las redes sociales. ¿Te ayuda a acercarte a tus seguidores?
Me gusta poner dónde voy a actuar, lo que voy a hacer o explicar cómo es mi vida, que es de lo más normal.
¿Las redes han hecho cambiar el propio humor?
Sin duda, pero no únicamente las redes, sino el mundo que ha creado todo esto. Todos tenemos una vida paralela, en la que todo es perfecto.
La propia sociedad ha cambiado con tanta tecnología: se está perdiendo naturalidad y hemos cambiado a peor.
¿Se puede hacer humor de todo?
Sí, pero con muchos límites y según el contexto. La gente está perdiendo el saber estar y el saber dónde estás. Si tienes un humor cañero, puede haber personas que se ofendan rápidamente.