Un equipo de investigación con Isaac Garrido, de la Universitat de València (UV), y en el que también participan el Museo Nacional de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Minessota, concluye que galerina venenosa (Galerina marginata), una seta presente en la Península Ibérica y que puede provocar intoxicaciones mortales, llegó a la Antártida a partir del Pleistoceno, probablemente desde el hemisferio norte (Europa y Norte América). El trabajo, publicado en la revista Antarctic Science, se basa en el estudio de datos genéticos provenientes de la secuenciación de ADN de esta seta, que se ha comparado con una base de datos mundial de secuencias genéticas de esta Galerina y otras especies cercanas.
Asunción de los Ríos, investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales, recolectó cerca de la base de investigación a Juan Carlos I de la Antártida muestras de esta seta. “Mediante la secuenciación de una pequeña porción del ADN, pudimos comparar las muestras antárticas con las de otras Galerina de todo el mundo y, curiosamente, vimos que sus parientes más cercanos se encuentran en el norte de Europa y Norteamérica”, destaca Isaac Garrido, investigador del Departamento de Botánica y Geología de la Facultad de Ciencias Biológicas.
El equipo investigador dató cronológicamente todos los linajes genéticos, tanto los antárticos como los de otras zonas del mundo, con lo que averiguaron que el linaje antártico, pariente de los del hemisferio norte, se originó en el Pleistoceno, aproximadamente hace unos 2 millones de años. Según De los Ríos, “con mucha probabilidad, un ancestro de la galerina venenosa antártica, proveniente del norte, colonizó el continente en ese momento y desde entonces crece y se reproduce en las coberturas de vegetación costeras”, explica.
Éste es uno de los primeros estudios filogeográficos que se centran en hongos antárticos que producen setas. La aproximación metodológica ha permitido establecer un marco temporal para el origen de las poblaciones antárticas de la seta Galerina marginata, lo mismo que se ha inferido en otros estudios para el origen de las dos únicas plantas antárticas con flor, el pasto antártico (Deschampsia antarctica) y la perla antártica (Colobanthus quitensis), así como para varios musgos y líquenes.
En la Antártida se conocen unas pocas decenas de setas. Esta cifra contrasta con lo que se conoce en la Península Ibérica o la Comunidad Valenciana, donde existen catalogadas miles de especies de hongos que forman setas.
Esta investigación forma parte de los proyectos CTM2017-84441-R y PID2019-105469RB-C22, del Ministerio de Ciencia, y ha sido posible gracias al apoyo del personal de la Unidad de Tecnología Marina (UTM) del CSIC.