Está claro que no hemos aprendido nada de la historia. Toda la vida vamos igual, queriendo definir a los que piensan distinto. En la inquisición eran ‘las brujas’ que quemaban en las hogueras, en la dictadura ‘los rojos’ a los que les daban ‘el paseíllo’, y ahora los ‘fachas’.
Convivir diferentes ideas
Somos incapaces de convivir con distintos pensamientos. ¿Debatir? “Para qué si es mi momento y parece que la sociedad me arropa: pongo etiqueta y punto”. Perseguir a los que se consideran distintos ‘y peligrosos’ ha ocurrido siempre: lo hicieron los nazis con los judíos solo por serlo, los romanos con los cristianos…
Todo siempre empieza igual. Un colectivo se va creciendo, ganando adeptos entre aquellos que nunca se oponen a nada porque viven más tranquilos entre la multitud, y van generando odio hasta que acaban con aquellos que no entran al redil o estos se revelan y comienza la partida, pero a la inversa.
Pensamiento sí, pero el mío
Y lo más ‘gracioso’ de todo ello es que muchos de los que no toleran ninguna opinión diferente son los mayores ‘defensores’ de la tolerancia. Claro, siempre que esta coincida con sus ideas, de lo contrario… facha.
Ahora hay persecuciones más modernas. Hace unos días comentaba Miguel Bosé, en una entrevista en el programa El Hormiguero, que “no pasa nada por decir que no crees en Dios, pero si dices que no crees en esa vacuna… (por la de la covid)”.
Eso o cualquier otro tema que nos indiquen que tenemos que opinar no genera ningún posible debate, ni abre ninguna puerta a pensamientos distintos. Aunque eso sí, para estas cosas está esa otra palabrita que ahora les gusta tanto usar: negacionista.
Te callas o te echo
Y eso de no escuchar, de no querer que otros digan algo diferente, se lleva al extremo. Lo ha vivido en sus carnes un histórico del PSOE, como es Nicolás Redondo, siendo expulsado del partido como aviso a navegantes de aquellos ‘fachas’ que discrepan: el expresidente del Gobierno Felipe González, Alfonso Guerra, Cándido Mendez, Joaquín Leguina, García-Page y un largo etcétera.
No se trata de escuchar los motivos, ni de analizarlos, ni de debatirlos; se trata de lo más ‘democrático’ que hay: imponerlo. Para eso se lanzan los eslóganes adecuados que hace que cierto grueso de la población, a veces aquellos que se consideraban perseguidos por pensar o ser distintos, se lancen como animales sobre sus presas.
Tolerancia según la RAE
La RAE, ese diccionario que muchas veces se utiliza para ‘darle patadas’, define la tolerancia como el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. Con lo que queda claro que vivimos, desde donde llegan nuestros conocimientos propios e históricos, en una constante intolerancia, que va generando represiones y odios, y que se convierte de nuevo en intolerancia por parte de los insultados y ofendidos en cuanto tienen la ocasión.
Me da igual que sea en aquellos tiempos en los que participamos en una guerra en la que nos metió el gobierno de Aznar, en contra de las manifestaciones de millones de personas a las que no se las quiso ni escuchar; o de legalizar aquello que hasta hace cuatro días la misma persona decía que eso no ocurriría nunca, como es la amnistía (que reconocería que las condenas ya impuestas, o los procedimientos en tramitación, no tendrían que haberse producido y por ende legitimando esa conducta) por permanecer en el poder.
Por cierto, que ante esto la Asociación de Fiscales de España ha pedido a Bruselas que no permita lo que sería una ‘autoamnistía’ que se haría no por fines de justicia, sino por motivos políticos, concretamente para el nombramiento como presidente del Gobierno, lo que podría entenderse como un acto de corrupción.
En el día a día
Volviendo a nuestro día a día, basta tan solo con discrepar en algo para que, ante la falta de argumentos para el debate, llegué el intento de ofender, sin más, sin que sepan nada de ti. No puedes opinar que tu concepto de igualdad ante una misma acción entre dos personas el delito sea el mismo.
Por ejemplo. Si consideras que la violencia es violencia se ejerza contra quien se ejerza, que debe ser igual de grave, en las mismas circunstancias, que me peguen a mí, que pegue yo o que peguen a un niño, por ejemplo; como puede coincidir con lo que opina un determinado partido y otro dice lo contrario, y aunque no tengas nada que ver con ese partido… pues ya eres un ‘facha’.
No se permite ni argumentar, ni expresar que es evidente que si hay mujeres que están sufriendo maltrato se pongan todas las medidas para detener e impedir esa acción a los agresores.
El más famoso de los ‘picos’
Y no digo nada si entramos en el ‘pico’ que le dio Rubiales a la jugadora Jennifer Hermoso. Da igual que el presidente de la Federación se tocará de forma obscena los genitales ante cientos de millones de personas cuando estaba representando a nuestro país. O que haya casos importantes sobre posibles delitos de corrupción. Pero si dices que lo del ‘pico’ es muy desafortunado y condenable, pero que no se puede comparar con otros casos de agresiones sexuales… pues ya sabes, eres ‘facha’.
Eso sí, muchas veces eres ese ‘facha’ por decir lo del ‘pico’ para la misma gente que calla después de que la ley del ‘solo sí es sí’ haya conseguido la excarcelación de 121 condenados por delitos sexuales, y que a 1.205 agresores sexuales se les haya reducido la condena, incluyendo a alguno de los de la ‘manada’.
Disto mucho de tener ideas ‘fachas’ y lo que verdaderamente me da pena es que no se pueda discrepar, eso ya lo hemos vivido en otras épocas a las que no deberíamos volver nunca. En definitiva, la tolerancia no es unidireccional.