Ilicitano de nacimiento pero afincado en Crevillent desde hace ya más de una década, Gonzalo Miralles Soler es hoy uno de los artistas más activos de la localidad. No en vano ha participado en multitud de proyectos culturales impulsados desde la Asociación de Creadores.
En su haber tiene además multitud de obras firmadas, la carrera de Bellas Artes en la Universidad Politécnica de València y hasta participó en la producción de un cortometraje ganador del Premio Goya. Actualmente trabaja como profesor de Educación Plástica en el IES Vega Baja de Callosa de Segura.
¿Por qué te dio por ser artista?
Siempre he tenido curiosidad por cosas como la imagen, la pintura o la música. De pequeño dibujaba todo el tiempo, hasta el punto de que pintaba las paredes del pasillo de mi casa con boli para cabreo de mi madre. Al final optó por comprarme un lienzo y un caballete para que no le volviera a manchar las paredes (risas). Estuvo muy bien jugado por su parte.
Desde entonces ya nunca me he salido del óleo. Me matriculé en la Escuela del Hort del Xocolater en Elche, donde di mis primeros pinitos, y luego estudié Bellas Artes.
«Lo que estamos haciendo en la Asociación de Creadores está calando en la sociedad crevillentina»
¿Cómo te surgió lo de trabajar en el cortometraje de animación ‘El enigma del chico croqueta’, ganador del Goya en 2004?
En aquella época estaba aún en València estudiando y Pablo Llorens, el famoso animador valenciano que había realizado la campaña publicitaria del euro, realizó una convocatoria para buscar guionistas. Nos presentamos un porrazo de gente y por algún motivo… escogió mi propuesta. Supongo que tuvo un mal día (risas).
Así participé en el guion de ‘El enigma del chico croqueta’ y aproveché para escribir un libro sobre el proceso de crear animación, ya que no existía entonces ningún otro libro así. Mi gran sorpresa vino cuando nos presentamos a los Goya y lo ganamos. Fue tan inesperado como alucinante.
«Escribí un libro sobre como producir animación porque no existía ninguno así»
¿Cuál fue el motivo de establecerte en Crevillent?
Cuando terminé los estudios realicé varias exposiciones, participé en la Asociación de Artistas de Elche y di varias clases. Al final acabé opositando y me mandaron a Callosa de Segura. La verdad es que estaba muy a gusto, así que decidí buscar un sitio que fuera un punto intermedio entre mi instituto y Elche.
Y lo cierto es que caí de pie en Crevillent. Enseguida la Asociación de Creadores me abdujo y me vi rodeado de muchos artistas talentosos. Así que aquí me he quedado.
«Los chavales de hoy en día son muy impacientes y tienes que darles la información en píldoras»
Uno de tus últimos trabajos ha sido algo tan crevillentino como el sello de Mariano Benlliure para conmemorar el 75 aniversario de su fallecimiento.
Sí. Esto fue un encargo del ayuntamiento que no esperaba, y me siento tan honrado como agradecido por ello. Seguramente se les ocurrió contactar conmigo a raíz de una ilustración de Benlliure que realicé para las agendas de los institutos que realizamos en la Asociación. Por cierto, este año es el tercer curso ya que las hacemos.
Para quien no te conozca como artista, ¿cuál dirías que es tu estilo?
Soy bastante académico y figurativo. Por eso me alegra que ahora la figuración española esté teniendo su espacio. Por supuesto que las vanguardias me resultan tremendamente interesantes y atractivas, sobre todo porque me veo incapaz de hacer ese tipo de obra tan abstracta o expresiva. Sin embargo yo soy más bien renacentista.
De todas formas voy probando cosas nuevas, por ejemplo ahora estoy abriéndome a saturar más en color o dar una pincelada más suelta.
¿Tienes algún próximo proyecto, ya sea individualmente o con la asociación?
Muchos. Ahora mismo tengo una especie de borrachera de proyectos. En la asociación tenemos muchísimo talento en nuestras filas, y creo que todo lo que estamos haciendo ha calado en la sociedad crevillentina. Todas estas iniciativas conllevan mucho trabajo, y al final si no existe colaboración económica algunas no pueden salir. Recientemente hemos hecho el Cinetrip, y aún nos queda una nueva edición pendiente para el próximo año que llegaría hasta el cine de actualidad.
A nivel personal he ido dejando muchas cosas aparcadas para luego, y tengo que retomarlas. Por ejemplo quiero terminar una novela en la que estoy trabajando, así como me gustaría realizar también una novela gráfica a partir de esta misma historia. Además tengo mucho mono de pintar. Desde hace años tengo pendiente pintarle un cuadro a mi propia hija, lo cual creo que no dice mucho de mí como padre (risas), y otras cosillas más.
Pregunta para el Gonzalo profesor. ¿Cómo se consigue hoy en día que los chavales se interesen por el arte?
No se consigue, es una pelea constante. Los chavales no son conscientes de hasta qué punto todo lo que les rodea bebe de la cultura. Cuando les hablas de los estilos o las vanguardias de repente te dicen: “¡Anda, pues como en tal videojuego o en esta página web!”.
Yo sí que he notado un cambio en las nuevas generaciones… que son cada vez más impacientes. Tienes que lanzarles la información muy clara y sesgada, casi con píldoras. Si les planteas ver un clásico de cine en blanco y negro, les tira para atrás.
No entienden que no vaya tan rápido como la última peli de Spiderman. Al tener el ritmo de Tik Tok instalado en el cerebro, cualquier cosa con una cadencia diferente les cuesta. Su horquilla de atención es de unos 15 o 20 minutos máximo (risas). Es a lo que tenemos que adaptarnos.