El paraje natural de El Molinar, a dos kilómetros del centro de Alcoy, ofrece una preciosa ruta, sumamente recomendable, que permite conocer los restos industriales de antiguas fábricas de molinos (harineros y batanes) y un salto de agua de enorme belleza.
El sendero, hoy abandonado, posee una notable importancia histórica y patrimonial. Remarcar, en ese sentido, que las aguas del Molinar -o río de los Molinos- abastecen la ciudad desde 1421, cuando fueron canalizadas por medio de una conducción abierta hasta la localidad.
Una excelente opción es visitarlo en otoño, especialmente después del periodo de lluvias, para disfrutar de la imagen que brinda la cascada. También durante el verano, para darse un baño, aunque acceder a la piscina natural no es sencillo por la dificultad del camino.
Época medieval
Existe documentación de molinos harineros en la cuenca del río desde la época medieval. Algunos de ellos, a partir del siglo XVI, fueron transformados en molinos traperos (batanes) y otros muchos en papeleros, a mitad del XIX.
Posteriormente, su caudal y la existencia de fuertes desniveles a lo largo de su curso alto propiciaron la construcción de fábricas en el siglo XVIII, dedicadas a los sectores textil y del papel.
Fue necesario, para ello, desarrollar una red hidráulica de azudes, acueductos, canales abiertos y galerías subterráneas que garantizaran el caudal necesario para cada industria. Este sistema proporcionaba que las aguas fueran aprovechadas, pasando de una fábrica a otra.
Sus aguas abastecen Alcoy desde 1421 al ser canalizadas por medio de una conducción abierta
La importancia de sus aguas
El agua del manantial surge de una depresión excavada sobre el terreno de forma elíptica, a una profundidad de cuatro metros y con un caudal de trescientos litros por segundo. Ya en el siglo XX, entre 1922 y 1924, se mejoró la galería subterránea de dos kilómetros que lo une con el depósito de aguas de la zona alta de Alcoy, en El Partidor.
Junto a su uso alimentario y de riego, el río Molinar fue una fuente de energía que posibilitó la creación de la mencionada cuenca industrial en el siglo XVIII. Todavía hoy perduran restos de aquel poderío, como el Molí del Ferro, del Nou del Ferro o de la Figuera, además de fábricas como El Xurro o Els Solers.
En 1858, por ejemplo, se repartía su caudal en nueve partes: una para la población, dos para el riego y seis para las empresas.
Existen molinos harineros en el paraje ya en la época medieval, siendo hoy Bienes de Interés Cultural
Sus atractivos
Uno de sus puntos más sobresalientes es la Font del Molinar, que cubre el manantial. Se trata de una joya modernista, proyectada por el ingeniero Josep Abad Carbonell en 1912, aunque inaugurada dos años más tarde.
Consta de una cúpula y un cupulín adornado con franjas de ‘trencadís’ de colores vivos, en los que predominan el ocre y el azul. Se cierra con una bóveda con ventanas formando arcos de medio punto, mientras lo rodea una tapia octogonal con puerta para acceder al interior del manantial.
Seguimos el camino hasta hallar un antiguo azud, un viejo acueducto y una pequeña fuente de agua, además de los restos de los primeros edificios industriales, las denominadas fábricas de Primer Agua, unos molinos papeleros y harineros levantados sobre el batán del Ferro.
Entre sus puntos más destacados la Font del Molinar, edificio modernista inaugurado en 1914
Ermita
En el margen izquierdo del río se ubica una ermita, de 1840, herencia de una anterior situada en el lado contrario.
De nave rectangular, posee cubierta de tejas a dos aguas y una espadaña en la parte posterior. Su fachada principal con pilastras y molduras de yeso presenta un estilo neoclásico, con una pequeña hornacina en la zona central superior.
En el interior se aprecia una decoración pintada en un dosel, con la imagen de la Virgen del Pilar sobre un altar. Asimismo, se intuyen los restos de un pequeño púlpito.
En la actualidad
En 1960 existían un total de cincuenta y seis concesiones de agua en los veinte edificios de El Molinar. Pero a partir de entonces sus fábricas dejaron de ser rentables por su ubicación, la dificultad de sus accesos y las comunicaciones.
Empezaron a aparecer nuevos asentamientos industriales, más próximos a la población o en su interior, sin necesidad de energía hidráulica. A día de hoy quedan esos vestigios de un enclave industrial que supo adaptarse, con habilidad, a la orografía para emplear la energía hidráulica de un modo racional y colectivo.
Finalmente, en 2005 las fábricas y las infraestructuras del curso alto del río Molinar fueron declaradas Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Conjunto Histórico. Sin duda, este singular paraje cultural nos remonta a los orígenes de la revolución industrial en nuestra ciudad y es un testigo ineludible del patrimonio industrial valenciano.