Gabino Diego / Actor
‘Belle époque’, ‘Ay Carmela’, ‘Viaje a ninguna parte’, ‘Amanece, que no es poco’, ‘Torrente’ o ‘El oro de Moscú’ son algunas de las películas más exitosas que esté prolífico actor tiene en su currículum. Bien es cierto que desde hace algunos años Gabino Diego (Madrid, 18-septiembre-1966) está quizás menos presente en el cine que en los años 90 o 2000, pero mucho más sobre las tablas.
Del jueves 2 al domingo 5 de noviembre estará en el Teatro Flumen de València formando parte del reparto de ‘La curva de la felicidad’. Esta comedia de Eduardo Galán y Pedro Gómez lleva casi dos décadas triunfando en los escenarios -e incluso ha sido llevada al cine- y se caracteriza por su mordaz burla de las típicas crisis existenciales que muchos varones sufren al superar la mediana edad.
Sin duda éste será el caso de ‘Quino’ (encarnado por Gabino Diego) y del resto de personajes a quienes dan vida Antonio Vivo, Jesús Ormaetxe y Jesús Cisneros.
¿Recuerdas cuál fue tu primera obra de teatro?
La hice en el colegio, cuando iba a quinto de EGB. Era un trabajo para la clase de Lengua, y yo mismo escribí la obra, la dirigí e interpreté al protagonista que era una abuela. Era una comedia corta.
La verdad es que salió tan bien que el profesor nos puso un once… osea, un diez más un punto extra. Yo era de los que suspendía todo, así que para mí aquello resultó toda una novedad (risas). De hecho recuerdo que al año siguiente todos los empollones estaban interesadísimos en hacer otra obra conmigo.
«Escribí e interpreté mi primera obra teatral en quinto de EGB»
¿Y tú primer trabajo en teatro por el que cobraste un dinero?
Lo primero por lo que cobré como actor fue al hacer la película ‘Las bicicletas son para el verano’.
En el caso del teatro fue algo después con una obra llamada ‘La fuerza de la costumbre’ en el Teatro Español de Madrid. Aquella fue el estreno de una función del autor austríaco Thomas Bernhard en España, un escritor que a mí me gusta mucho aunque a veces sea un poco complicado de leer.
Era la historia de un circo, concretamente de un domador que tenía puteados a todos sus compañeros. Yo hacía de malabarista. La verdad es que es un texto tan bueno como filosófico.
En el mundo del cine, ¿cuál dirías que es la película por la que más se te recuerda?
Quizás yo no haya hecho tantas películas como otra gente, pero sí he tenido la suerte de trabajar en algunas que han sido muy importantes dentro del cine español.
A veces voy por la calle y me recuerdan por el americano de ‘Amanece que no es poco’, otras veces por el personaje de ‘Cuco’ en ‘Torrente’, o por el muchacho de ‘El viaje a ninguna parte’ que sin duda es una obra maestra del cine español…
Quizás haber hecho dos comedias tan exitosas como ‘Torrente’ o ‘El oro de Moscú’ en poco tiempo hizo que se te viera más como un actor cómico, ¿no?
Puede ser. De todas formas yo siempre como actor cómico me he agarrado al drama. En realidad los personajes cómicos llevan un drama por debajo y de alguna manera luego la comedia ya va saliendo sola.
De hecho, una de tus especialidades es interpretar a personajes que resultan graciosos porque les ocurren desgracias.
He interpretado a personajes que son un poquito ‘clown’ en el sentido de que su éxito es su fracaso en desear algo que no consiguen. Eso es algo que evoca ternura y a veces también risa.
«No he trabajado en cine tanto como otros, pero sí he estado en grandes películas»
¿Y cuál dirías que es el papel que más has disfrutado de los muchos que llevas hasta ahora?
No puedo decir uno, la verdad es que he disfrutado mucho con todos. Quizás podría quedarme con el personaje de ‘Belle époque’, tanto por los compañeros que tuve en el reparto como porque al final nos llevamos el Oscar.
Hablemos ya de la obra que vienes a interpretar en València. ¿De qué trata ‘La curva de la felicidad’?
Es una comedia que se estrenó hace 19 años por la que han pasado muchos artistas, caso de Pedro Reyes, Pablo Carbonell, José Ángel Egido, etc. Yo era un gran fan de esta función y fui a verla hasta tres veces.
Me gustaba especialmente el personaje de ‘Quino’, quién se acaba de divorciar de su mujer pero no quiere vender el piso porque en el fondo sigue enamorado de ella. Total, que al final acaba viviendo con otros dos hombres allí también separados. Uno de ellos es un psicólogo, capaz de solucionar los problemas de pareja que tienen los demás pero no los suyos propios.
¿Qué tiene esta obra que gusta tanto como para llevar casi dos décadas en cartel?
Es una función muy divertida, con un humor muy blanco, y la gente lo pasa genial. Además, con el paso de los años se han ido aportando cosas nuevas.
Creo que hay un trabajo teatral muy interesante detrás, porque si no es imposible mantener al público riéndose hora y media. Tiene algo incluso mágico. A mí me encanta repetir los diálogos que inventó Pedro Gómez, quién por cierto era medio valenciano.
¿La versión teatral que interpretáis difiere mucho de la película?
Sí, tiene muchas diferencias. No se puede comparar. De hecho me consta que la gente que hizo la película no quedó muy contenta con el resultado. Hay muchas cosas teatrales que no se pueden llevar al cine.
«Hay cosas del teatro que es imposible llevar al cine»
Tu personaje ‘Quino’ ha sido interpretado por otros actores a lo largo de estos 19 años. ¿Cómo es el tuyo? ¿Qué dirías que has aportado de tu cosecha?
Intento que sea un personaje tierno y enamoradizo, pero a la vez pícaro y caradura, que trata de sobrevivir. Al final mi objetivo principal es tratar de que la gente donde se reía antes, se continúe riendo ahora.
Quizás hacer comedia sobre personas de mediana edad suele funcionar muy bien, dado que supuestamente son gente entera que ya tiene su personalidad hecha. Quiero decir, que es especialmente gracioso verles haciendo tonterías.
Precisamente algo que se toca mucho en la función es el tema del ‘peterpanismo’. Cuando uno, aunque tenga 50 o 60 años, piensa que puede comerse el mundo… pero al final el mundo se los come a ellos (risas).
Por cierto, ¿a qué hace referencia el título?
Siempre se dice que ‘la curva de la felicidad’ es la barriga que le suele salir al hombre a partir de los cuarenta años. En este caso, como la función lleva tanto tiempo, nuestra curva de la felicidad ya ha crecido y estamos en torno a los cincuenta o casi en los sesenta (risas).
«En la obra nos reímos mucho del ‘peterpanismo’ de los que tienen 50 y 60 años»
¿Cómo es tu relación con València?
No es peloteo, pero si me dicen un sitio donde me gusta estar ese es la Comunidad Valenciana. Me encanta venir aquí, porque siempre he vivido momentos mágicos y he conocido a gente a la que quiero mucho. Soy muy feliz allí. Como dice la canción: València es la tierra de la luz y del amor.
¿Tienes algún otro proyecto a medio-largo plazo ya sea en teatro o en cine?
Ahora mismo estoy centrado en las funciones de ‘La curva de la felicidad’. Sí que tengo alguna que otra cosa vista, pero en principio quiero terminar esta gira. Después de València, en enero vamos a Madrid y luego estaremos en más sitios.