Entrevista > Andreu Sevilla / Escritor (Casas de Benítez, Cuenca, 15-noviembre-1963)
Andreu Sevilla es un escritor singular, que llegó a la literatura a una edad tardía, tras muchos años en la docencia. Sus peculiaridades ya le vienen de nacimiento, lejos de su Alcàsser de adopción. “Nací en una pequeña aldea llamada La Losa, dependiente de Casas de Benítez, pero pocos saben que soy de fuera”, dice con una sonrisa.
Entre sus obras sobresalen ‘La penombra de la coloma’, una novela histórica sobre el Tirant lo Blanc, y ‘Els inútils’, que relata alguno de los momentos más sombríos del franquismo. Ahora está centrado en su labor como profesor y en la escritura de poesía y cuentos cortos.
También nos describe las dificultades que hallan los autores noveles para publicar y cómo ha tenido que autopublicarse, ya que, como “nadie confió en mí, no pude entrar en el circuito editorial”, una declaración que da mucho que pensar.
¿Cómo fue tu infancia?
Tras nacer en una pequeña localidad conquense, a los cinco años nos trasladamos a Alcàsser, en uno de los múltiples éxodos rurales de los años sesenta. Me considero plenamente valenciano, aunque viajo mucho a mi pueblo natal.
Alcàsser era igualmente entonces una localidad pequeña, monolingüe, y mi adaptación fue sencilla.
«No me siento cómodo al decir que solo soy escritor, porque me falta mi faceta como profesor»
Con el tiempo te convertiste en profesor.
Sí, estudié literatura española, pero me hice profesor de valenciano después de aprobar unas oposiciones. El valenciano, no obstante, no lo comencé a estudiar hasta la universidad.
Profesor o escritor, ¿cómo te defines mejor?
Ambas facetas me apasionan por igual. Sí es cierto que empecé a publicar tarde, a los treinta y ocho años, mientras que desde los veintiséis soy profesor. Por cuestiones personales me agrada mucho mi trabajo como profesor y por eso no voy a jubilarme ahora, sino dentro de dos años mínimo.
No me encuentro cómodo al decir que solo soy escritor, porque me falta la parte de la enseñanza; y viceversa, tampoco soy solo profesor.
¿Por qué empiezas tan tarde?
Siempre quise escribir, pero era muy autocrítico conmigo mismo. Tampoco sé por qué, ya que nadie esperaba de mis primeras novelas unas obras maestras.
Aprendí poco a poco que no todo lo que escribiera debía ser desde la primera línea una genialidad. El método es ir buscando, ir encontrando hacia dónde va la historia o el poema. Al cambiar de pensamiento fue como quitarme un peso que tenía encima y todo fue fluyendo.
«Lees miles de libros, los olvidas… pero germinan y aparecen en algún momento determinado»
¿Cuáles eran tus referentes literarios?
En un principio quería ser poeta y mis gustos poéticos siempre fueron los mismos, los grandes. La poesía, sin embargo, me costó mucho más, doce años más que la narrativa, hasta que encontré la manera de poder expresar un sentimiento.
En novela también mis referentes son los grandes clásicos, Miguel de Cervantes o Marcel Proust, por ejemplo; o novela catalana, como la de Mercè Rodoreda.
Igualmente hay miles de libros que lees y, aparentemente, los olvidas pronto, pero que germinan y aparecen en algún momento determinado.
¿Dónde te sientes más cómodo, haciendo poesía o narrativa?
Ahora mismo, por circunstancias personales, haciendo poesía, debido a que la narrativa te exige escribir mínimo dos o tres horas cada día. En la actualidad no tengo el tiempo suficiente que demanda una novela.
Poesía no puedes escribir siempre que quieras, porque depende de encontrar las primeras palabras sobre una experiencia que quieres comunicar. Es la sensación del poema, que viene cuando menos te lo esperas.
Escribo, de hecho, poesía en las notas del móvil, y me siento muy cómodo escribiéndola en cualquier parte: en el parque, acostado…
¿Eres de escribir por las mañanas?
En absoluto, soy escritor de tardes, entre las cuatro y las siete son mis horas más productivas. Necesito luz para escribir y me encanta hacerlo con distracciones medioambientales.
«La sensación del poema es que viene cuando menos te lo esperas»
En 2010 publicaste ‘La penombra de la coloma’. ¿Qué querías expresar?
La tenía en mi mente desde hacía mucho tiempo. Versa sobre la hipotética pérdida del único manuscrito del Tirant lo Blanc, de Joanot Martorell. Eso me permitió investigar cómo era la València de esa época, llena de luces y sombras.
Se trata de una novela de género histórico, que presenta a los personajes con sus vivencias, frustraciones, amores…
¿Y en ‘Els inutils’, premio Lletraferit?
Encontré la historia en un diario, que contaba que Franco había ideado, para la inauguración del Valle de los Caídos, que fuera un monumento a la reconciliación nacional.
Me parecía cruel imaginarse los restos de personas que llevaban allí, de ambos bandos. Es la historia de un padre y un hijo que poseen un camión y ven las posibilidades de un nuevo trabajo en esa orden del caudillo.