Entrevista > Javier Llorens / Artista (Alcoy, 8-febrero-1995)
Javier Llorens es un joven artista, cuyo paso por la universitaria Bolonia (Italia) para realizar dos cursos Erasmus le cambió la vida para siempre. En el país transalpino, el simple hecho de aprender un nuevo idioma le ayudó en su faceta artística, “uniendo frases que generaban pensamientos”.
En sus cuadros apreciamos los temas que más le atraen, véase la sexualidad efímera, los diferentes géneros y el no binarismo. Asimismo, a lo largo de esta evolución intenta jugar con el espectador, que se pregunte qué está viendo.
Alcoyano de pro, lleva varios años afincado en València. “El año pasado regresé para hacer una presentación y me quedé un tiempo, aunque me siento muy a gusto en la gran ciudad”, se sincera.
¿Tu vena artística de dónde procede?
Dice mi abuela que procede de un tatarabuelo, al que obviamente no conocí. Sí es cierto que desde bien pequeño hacía esculturas con plastilina o empleaba las manos para crear cualquier cosa.
«De pequeño, con la idea de crear, ya hacía figuras con plastilina o cualquier otra cosa»
¿Notabas que sentías algo diferente?
Sin duda, era más crear cosas que pintar, porque la pintura llegó a mi vida más tarde. Recuerdo que había un programa en la televisión llamado ‘Art Attack’, que grababa para visionarlo una y otra vez y memorizar lo que allí hacían.
¿Dónde te formas?
Aunque siempre me había gustado el arte, fue mi madre la que me dio el empujón definitivo. Las matemáticas, la física y la química también me encantan y tras estudiar esta rama, al hacer el selectivo, ella me dijo “¿a ti lo que te gusta no es pintar?”.
Hice entonces la prueba artística y la de ciencias, aprobé las dos y opté por Bellas Artes. Venir a València también representó un crecimiento personal, como me sucedió más tarde en Italia.
¿Qué tipo de artista eres?
Ahora mismo no me considero artista y prefiero que sean otros los que me califiquen como tal. Pero si nos ponemos meticulosos, la palabra que mejor me describe es artista multidisciplinar, porque, aunque estoy más centrado en la pintura -concretamente en acuarela-, en la universidad a mí ya me gustaba todo.
El mundo de la escultura me encantaba, al igual que la fotografía, con las proporciones. Depende igualmente de mis energías y de lo que sienta en ese momento.
¿La inspiración te viene trabajando, como decía Picasso?
Sin duda, si no estás trabajando es muy complicado que te llegue la inspiración. Es verdad que tenemos momentos de lucidez, en los que vienen grandes ideas, pero si no las plasmas en un breve espacio de tiempo -días como máximo- se difuminan.
«Una de las personas que más comprende mi arte es, sorprendentemente, mi madre»
¿Qué intentas expresar en tus cuadros?
Hay un poco de rabia autobiográfica: empecé a pintar una tarde, aburrido en Italia. Dibujé primero a un hombre trajeado, al que le puse un cactus en la cabeza en forma de símbolo fálico, representando cómo se ve a este tipo de personas, empoderadas, con entereza…
A partir de ahí hice una serie de cuadros en los que intentaba mezclar la parte botánica, asexual, con el cuerpo humano. Eliminé entonces el primer síntoma de género, es decir, la cara -colocando una planta- y jugaba con el outfit, la vestimenta.
¿El público lo entendió?
El público interpreta, aunque yo siempre intento expresar unas cosas para mí, no para ellos. Hago este arte porque me nace así: una de las personas que más lo comprende, que me sorprendió, fue mi madre.
¿Cuáles han sido tus referentes artísticos?
Nunca he tenido referentes, porque no me he inspirado en nadie. Sí me han gustado las obras del austriaco Egon Schiele, pintor y grabador de principios del siglo XX.
Sus pinturas y el trato del color me encantan. Fue discípulo de Gustav Klimt, autor de ‘El Beso’, que tampoco me mata.
A nivel nacional, Antonio Saura, un grande.
Pintura y dibujo, ¿dónde te sientes más cómodo?
Dibujar siempre se me ha dado mal, y para hacerlo bien he tenido que estudiar y practicar muchísimo. Lo que mejor se me da son los colores, mezclarlos.
«Puede haber algún momento de lucidez, pero la inspiración suele venir trabajando»
¿Se puede vivir del arte?
Sí se podría. Mis obras se pueden adquirir y todos los meses vendo en exposiciones o mediante internet.
No obstante, soy una persona que no se obsesiona por una carrera o unas metas, y ahora mismo no quiero vivir de mi arte, porque lo que es una parte bonita de mi vida no quiero que se convierta en una cárcel. Pinto cuando me nace.
¿Por qué el cliente foráneo valora más el arte?
Por esnobismo, se valora siempre mucho más lo de fuera. También es una cuestión cultural, porque el arte es política y cultura.