Entrevista > Gustavo Rodríguez Cuneo / Director de cine (Callosa de Segura, 15-enero-1981)
Tener de referentes cinematográficos a Stanley Kubrik y David Linch son palabras mayores. Son los de Gustavo Rodríguez Cuneo, un ingeniero técnico de telecomunicaciones que encaminó su trayectoria profesional a su gran pasión, el medio audiovisual, especializándose en videoclips y cortometrajes.
Se trata de un apasionado director que busca conectar con el espectador gracias a un mensaje cercano y rural, “contando historias visuales y emocionalmente resonantes”. Su primer trabajo, ‘Los melocotones no flotan en el agua’, ya obtuvo notables reconocimientos y fue incluso premiado en un festival hindú.
Recientemente presentó en la Sala de Cineastas de Orihuela ‘Las medidoras’, sobre los rituales tradicionales de la Vega Baja, muchos de ellos curativos y algunos con un contenido casi místico. Lamenta apenas tener ayudas por parte de las administraciones y opina que el cine español atraviesa un excelente momento, tras la incorporación de nuevos directores.
Un teleco, ¿cómo se convierte en director de cortos?
Básicamente porque siempre he tenido inquietud por el cine, y desde que cogí una cámara, ya con dieciocho años, empecé a grabar cosas.
Es verdad que hasta hace poco estuvo en un segundo plano, como una afición, y no pensaba que me podría dedicar a ello. Pero me fui haciendo mayor, las inquietudes seguían presentes y me dije “vamos a intentarlo”.
¿Cuáles son tus directores fetiches?
Los dos que más me han marcado son Stanley Kubrik y David Linch. Ya más contemporáneos me agrada Paul Thomas Anderson; mientras a nivel nacional, principalmente Pilar Palomero o Clara Simón.
«Me interesa lo existencial y filosófico, aparte de todo el mundo rural que nos envuelve»
¿Qué mensaje intentas enviar en tus obras?
Me interesa sobre todo el tema existencial y filosófico, además de lo rural, el concepto de la gente cotidiana y anónima.
En mi último trabajo, por ejemplo, hablo sobre los rituales que ejercen algunas personas ancianas de nuestra comarca.
Háblanos de ‘Los melocotones no flotan en el agua’.
Relata una relación de pareja en la que ella es tremendamente celosa. Me basé en una escena de la película ‘Eyes wide shut’, de Kubrik, en la que la mujer (interpretada por Nicole Kidman) le expresa a su marido (Tom Cruise) que ha tenido fantasías sexuales con otras personas y está a punto de dejarlo.
En mi corto, los personajes están en mitad del mar y con hidropedal, acercándome a la soledad de la chica. Lo he presentado en diversos festivales de cortometrajes, ha gustado y hasta recibí un premio en un certamen de la India.
¿Cómo fue el trabajo con los actores?
Pensaba que iba a ser lo más complicado y era lo que más miedo me daba, pero ha sido relativamente sencillo. En el proyecto de ‘Los melocotones’ ensayé mucho con actores, ya profesionales; no tuve que dirigir tanto, más bien algunas directrices.
Hace poco hice un spot con alcaldes y concejales de pueblos de la zona y trabajar con ellos fue diferente, pues no están habituados, aunque era un producto que no requería tanta actuación.
«En mis obras intento conectar con el público; se aprecia ya en nuestra forma de hablar»
Has presentado ahora ‘Las medidoras’.
Sí, una versión reducida, aquí en Orihuela. Es un corto-documental que se centra en los rituales cotidianos que se desarrollan en la Vega Baja, que se transmiten únicamente en Semana Santa y de generación en generación, o entre vecinos.
Son rituales curativos para quitar el mal de ojo, sacar el sol y el pañuelo, tan habituales en esta zona y que tienen un contenido místico.
¿Buscas de este modo conectar con el público?
Sin duda, porque en cierta manera refleja lo que es este territorio. Simplemente por nuestra forma de hablar, tan peculiar y cercana a la murciana, nos identifican.
¿Por qué los cortometrajes están tan poco valorados?
Sobre todo están infravalorados por la industria y cualquier inversión en un corto -máximo treinta minutos de duración- es perder el dinero en el noventa por ciento de los casos.
Sin embargo, es una muy buena forma de aprender y de decir “soy capaz de hacerlo”, porque hay cortos que son impresionantes.
«Los cortos están infravalorados y en el noventa por ciento de los casos se pierde dinero»
¿Qué momento vive el cine español?
En uno bueno, con el surgimiento de nuevos directores y películas de corte independiente, con temáticas cotidianas que están gustando. Sin embargo, el cine en general está en una etapa de cambios.
¿Tu idea es hacer largometrajes?
Esa es la misión, aunque no sé cuándo lo voy a conseguir. Se necesita mucho más presupuesto y, obviamente, ayudas o subvenciones.
Todo lo que estoy haciendo -cortos, videoclips o anuncios- es para llegar algún día a hacer películas de ficción, el formato que más me atrae.
¿Cuál es tu película favorita?
‘Una historia verdadera’, de David Linch.