Le encantaba San Vicente del Raspeig. Al menos eso aseguran las crónicas a propósito de Florentino de Elizaicin y España-Bertrán de Lys (1859-1936), espíritu inquieto donde los haya, industrial, periodista, político de los broncos (llegó a estar procesado por el mal vino que se gastaba, en una época donde incluso había duelos, con padrinos… También fue alcalde, ¡dos meses!). Así que se compró una finca con el sano proyecto de retirarse.
Su padre, el político valenciano Manuel de Elizaicin Bertrán de Lis y Rives (1806-1869), dejaba el pabellón alto. También el hermano de Florentino, el militar Miguel de Elizaicin (1855-1932), y ello en una época convulsa: Florentino vivió el fin de una etapa monárquica (hasta 1873), dos repúblicas (1873-1874 y 1931-1939) y otra monarquía (1886 -1931) con dictaduras incorporadas (1923-1931). Y lo hizo de forma activa.
Evolución política
Lo del emperramiento por San Vicente debía de tener lo suyo, porque vivía bien aposentado en un lujoso chalet a las faldas del castillo de San Fernando, anexo a su “fábrica de yeso moreno y blanco El Cisne”. También comerció con el alabastro. Quizá quiso cambiar de aires: le ocurrió en la política, donde comenzó en el ala conservadora para, siempre en pos de sus convicciones, permutar de bando.
Fiel a sí mismo, nada le impidió entonces manifestarse contra la censura en 1924, tras haber apoyado inicialmente al militar Miguel Primo de Rivera (1870-1930), o defender a los obreros de la fábrica de tabacos. Fue alcalde de Alicante voluntarioso pero efímero: desde el 25 de febrero al 24 de abril de 1930. Sus intentos de renovar y limpiar chocaron con un imponderable: su volcánico carácter.
Vivía en un chalet a las faldas del castillo de San Fernando
Una descripción
Su compañero en la política y el periodismo José de Ugarte (de biografía hoy perdida), en la entrega del sábado 25 de septiembre de 1897 de su sección ‘Siluetas alicantinas’, para el periódico ‘La correspondencia alicantina’, lo definía así: “Complexión robusta; fuerza de diez caballos; hombre de costumbres muy severas y de una susceptibilidad exagerada”. Avisados quedábamos, pero aún había más.
“Sus puños, y la ligereza con que los maneja”, prosigue, “han sido grandes auxiliares de Elizaicin en la política: por el terror abrió mayor brecha que la puerta Pla en la ortodoxia conservadora (…) y, cuando se halló dentro, por el terror se impuso también para conseguir ser diputado provincial porque no se le antojó ser obispo”.
Era vehemente y estaba dispuesto a defender sus convicciones
Periodista vocacional
Pero más adelante morigera: “No se crea por lo expuesto que porque la situación política de Elizaicin se basa en sus puños, carece de otras buenas condiciones”. Y templa: “es de distinguido y noble abolengo, hombre ilustrado y amante de la prensa, y de trato fino y muy correcto”. Y agachaba: “Y si se incomoda por la silueta con el siluetista lo sentiré, porque este le tiene en grande estima”.
Digamos que Florentino de Elizaicin era algo más que vehemente y estaba dispuesto a defender sus convicciones hasta el final, si tocaba. Pero ello no le impediría en absoluto participar en cuanta iniciativa surgiera en la provincia y creyese conveniente su participación en ella. Por ejemplo, su amor por la prensa, apuntada por De Ugarte, le llevó a ejercer también de periodista: edita, dirige, escribe, zahiriere.
Dirigió medios como el ‘Diario de Alicante’ y ‘El Correo’
Fundando una institución
Resulta lógico que decidiera participar, el 19 de noviembre de 1904, en el nacimiento de la Asociación de la Prensa de Alicante, que presidió desde 1909 hasta su relevo, en 1926. Además de ocuparse de fundar varias publicaciones de más o menos breve vida, dirigió medios como el ‘Diario de Alicante’ (1909-1936). Colaboraba indistintamente en publicaciones alicantinas y madrileñas, pero como veremos más adelante, se volcó en especial con una de ellas.
Una buena parte de sus piezas se encuadraban, eso sí, en la defensa de sus ideales políticos. Pero en los comienzos de la década de los treinta lo que Florentino de Elizaicin parecía acariciar cada vez más era marchar a su refugio en el término municipal de San Vicente, quizá la Casa del Barranco, en las cercanías de la pedanía alicantina, desde 1848, de Fontcalent (antes sanvicentera). Aunque parezca extraño, dada la relevancia del personaje, poco nos queda hoy.
El retiro
Aún no se sabía, pero la Guerra Civil (1936-1939) asomaba desde una terrible lontananza. Elizaicin posiblemente estaba ya un tanto cansado, aunque no había perdido las ganas de luchar. En 1898 había fundado ‘El Correo’, cuyo primer número aparecía en la mañana del 1 de julio de 1898 (se mantuvo hasta la misma conflagración). No obstante, en esa época ya bajaba el listón de su actividad combativa.
Sí, en 1931 tomaba posición a favor de los sublevados de Jaca (contra la monarquía de Alfonso XIII, 1886-1941) y al año siguiente apostaba por el Partido Republicano Progresista (1930-1936) de Niceto Alcalá-Zamora (1877-1949). Quizá la clave nos la diera la causa de su muerte, cuando, a comienzos de la contienda (el 16 de diciembre), ya establecido en su retiro sanvicentero, fallecía, según el registro, de arteriosclerosis. Así todo, supo dar guerra.