Ha pasado ya tiempo, mucho tiempo, desde que un tren circulara por vez primera sobre la faz de la tierra. Lo hizo entre las localidades de Stockton y Darlington en 1825, y su velocidad máxima apenas conseguía superar a la de un caballo, pero presentaba la ventaja de que era capaz de transportar, al mismo tiempo, un gran número de personas o mercancías.
La lógica nos debería llevar a pensar que en un mundo en el que el avión se ha hecho el rey de los desplazamientos largos, y en el que la inmensa mayoría de las familias del hemisferio occidental tienen, al menos, un coche aparcado en la puerta, el tren debería de haber languidecido y desaparecido como mucho antes lo hicieron los coches de caballos.
Romanticismo sobre vías
Sin embargo, ese viejo medio de transporte no sólo no ha desaparecido, sino que ha evolucionado con el tiempo hasta ser, al menos así lo aseguran algunos, una de las grandes apuestas de futuro en lo que a transporte público sostenible se refiere.
Su presencia en la literatura, el cine o la pintura han ayudado, además, a que muchos tengan esa imagen romántica que jamás, por mucho que su traqueteo sea cada vez más imperceptible, desaparecerá. “Lo molesto es la llegada. / Luego, el tren, al caminar, / siempre nos hace soñar; / y casi, casi olvidamos / el jamelgo que montamos”, escribió Machado.
Para los ingenieros de la época, la línea, inaugurada en su totalidad en 1915, supuso un reto de primer orden
Reto de ingeniería
Hoy en día el tren, en forma de tranvía en muchos tramos, sigue siendo uno de los principales ejes de unión de la provincia de Alicante. Un Tram también llamado ‘trenet’, que llegó por vez primera a la capital provincial procedente de Dénia el día 11 de abril de 1915, después de haber desafiado, en ese viaje y en los que vendrían después, no pocos obstáculos, en los que Altea tuvo un papel estelar.
El desfiladero del Mascarat o el cauce del río Algar supusieron en aquella época retos de enorme calibre para los ingenieros encargados de la construcción de aquella línea, obligándoles a agudizar su ingenio y a proponer, incluso, soluciones que eran del todo novedosas en el mundo.
El viaducto del Mascarat cuenta con estribos labrados en la misma roca del desfiladero
Un diminutivo injusto
Tan complicado fue aquel reto que, muchos años después, en pleno siglo XXI, hay expertos en su historia, como el arqueólogo Josep A. Gisbert, que han mostrado su profundo malestar por ese sobrenombre de ‘trenet de la Marina’, ya que, ha asegurado en alguna ocasión, el diminutivo no le hace ninguna justicia a un tren que fue una proeza técnica.
También queda atestiguado tamaño logro logístico en la obra de Inmaculada Aguilar ‘Innovación y modernidad. José Eugenio Ribera. Ingeniero de caminos (1864-1936)’, en la que la autora explica cómo este destacadísimo técnico, uno de los más importantes de su época, diseñó los extraordinarios viaductos del tren de Alicante a Denia.
La importancia arquitectónica del puente del río Algar le ha conferido la condición de Bien de Relevancia Local
Joyas ferroviarias
En su libro, Aguilar destaca cómo el diseño de cada viaducto, de cada puente y, en definitiva, de cada tramo de vía, se hubo de adaptar a un terreno mucho más complicado de lo que desde nuestra perspectiva actual cabe imaginar.
Como claro ejemplo de ello, la escritora dedica especial atención al hecho de que el puente del Mascarat cuenta con estribos labrados en la misma roca del desfiladero, lo que demuestra, según su texto, que este y otros muchos viaductos de la línea se realizaron “sin escatimar recursos, con gran solidez y severo control constructivo”, lo que los ha permitido sobrevivir hasta hoy no sólo en servicio, sino como joyas del patrimonio ferroviario.
Puente centenario
Mucho menos espectacular, al menos por su altura, es el puente que salva el cauce del río Algar, hoy en día casi en pleno casco urbano de Altea. Ese viaducto es hoy un vetusto centenario que ha visto pasar trenes sobre sus vías desde 1913, y que pronto dejará de servir para este fin y se convertirá en una vía peatonal.
Y todo porque su importancia arquitectónica, una vez llegado su momento de obsolescencia, le confirió en el pasado la condición de Bien de Relevancia Local, una figura de protección que impide su demolición y que ha obligado a Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) a construir el nuevo puente en un tramo paralelo a este.