Pues así es, las incongruencias circulan por todo nuestro planeta todos los días del año. Y en el que entramos uno más al ser bisiesto.
Y es que no nos cansamos de oír, e incluso repetir, cosas que por sí mismas no tienen sentido alguno; pero que es un discurso fácil, aceptado por el resto de la sociedad y que te evita pensar. Al final es pertenencia de grupo.
Mediadores para todo
En el limitado espacio de esta editorial quiero exponer algunos ejemplos y empecemos por nuestro País. Por un lado, una parte critica que otros tengan que solucionar nuestros problemas (caso, para mí poco aceptable, de Puigdemont y el famoso mediador) pero por otro, aunque sea salvando las enormes distancias, vamos a pedir a Europa que intervenga para que nos ayude porque somos incapaces de ponernos de acuerdo en la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).
También aquí ‘tiene su aquel’, porque cuando Feijóo estaba dando largas a la llamada del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que al menos por normalidad democrática no debería ocurrir, sale la vicepresidenta del gobierno, Nadia Calviño, para decir que ese acto del jefe de la oposición es una falta de democracia y de educación.
Ante esto yo me pregunto: ¿dónde estaba cuando todos los partidos independentistas y nacionalistas dieron plantón al Rey, jefe del Estado, en la llamada a consulta para formar el Gobierno del que ella es vicepresidenta? No la he oído llamarles ni antidemocráticos, ni faltos de educación.
Poder judicial
Pero por acabar con lo que ocurre aquí, y las incoherencias, si hablamos de algo antidemocrático eso sería claramente querer intervenir, instigar y coaccionar a los jueces desde el poder político, y todo por hacer su trabajo y aplicar las leyes que les ordena ese poder político. Ser diputado/a no le convierte a una persona en ciudadana de primera para aprovechar ese poder, como quiere Junts aprovechando las circunstancias, y eliminar sus delitos.
Porque no tratan de cambiar lo que no funciona de la justicia, que eso es totalmente lícito y lógico, como la lentitud, que hace que se dicten condenas muchos años después de haberse cometido un delito y que es una de las mayores injusticias existentes. Lo que tratan es de borrar sus expedientes y además aprovecharse de su cargo para juzgar al que juzgó, y eso tiene un nombre claro.
La incoherencia de los Smartphone
Cambiemos de tercio. Si hay una incoherencia que por mucho que se repita una y mil veces no se convierte en cierta, es la de los Smartphone. Es ‘gracioso’ ver a personas que se dicen creyentes de lo ecológico, que incluso se atreven a criticar algo tan sostenible, democrático cuando es gratuito -porque está al alcance de todos- y reciclable como es la prensa; pero lo hace portando en su mano un teléfono móvil.
Por falta de espacio resumamos lo que significa un Smartphone: batería de litio que no es reciclable y es uno de los minerales más contaminantes del planeta; el coltán, por el que mueren y se esclavizan a miles de niños en sus minas; necesidad de electricidad -algo escaso que se debe generar por centrales nucleares- para el móvil y el consumo megagigantesco que supone mantener toda la infraestructura y servidores necesarios para disponer de internet; obsolescencia programa que hace que nuestro móvil quede anticuado y se deseche, llenado gran parte de nuestra Tierra de basura tecnológica.
Salud mental
Y no habríamos acabado ahí: están los miles de millones de ondas invisibles que constantemente están sobre nuestras cabezas, para que estos aparatos capten constantemente la señal allí donde estés; que no sabemos si nos pueden provocar algo o no, o si son parte del problema de la salud mental que se va acrecentando año tras año. Eso sin contar con el control al que estamos sometidos y a la vulnerabilidad de nuestros datos.
¿No es suficiente? Pues un solo dato más. En la pandemia, cuando la OMS garantizaba que el papel de prensa no contagiaba -aunque a alguien se le tenía que criminalizar-, esa misma Organización Mundial de la Salud afirmaba que los móviles son los mayores transmisores de bacterias (hasta 25.197 tiene por cada pulgada cuadrada) ya que no los desinfectamos, cada persona lo toca un promedio de 2.600 veces al día y los virus pueden vivir en la pantalla hasta 96 horas.
Los ‘graciosos’ antiglobalización
Pero también es cierto que qué te vas a esperar. Tantos y tantos que criticaban la globalización pero que ahora usan las RRSS y hacen sus búsquedas en Google. O los que están todo el día defendiendo y culpabilizando a todos por el cambio climático y luego en lugar de comprar en el comercio de cercanía, mucho más sostenible, lo hace a través de Amazon o similar.
Aunque claro, esa es la incoherencia número uno. Yo digo en público lo que está de moda, pero luego hago lo que más cómodo me resulta: pido por Internet, me llega a mi casa y si no me gusta lo devuelvo sin más. ¿Y toda la huella de carbono que eso provoca? Cada paquetito viaja por su cuenta, con un transporte individual al domicilio o punto de recogida, y con un embalaje enorme de cartón y plásticos. Eso sin contar con los miles de puestos de trabajo destruidos en las ciudades.
Esto es lo que hay
Lo cierto es que tampoco se puede pedir más. Si las propias cumbres del cambio climático se celebran como la última en Dubái, a la que los dirigentes de todos los países acuden en aviones privados, las credenciales son de plástico, al ser un país con 35 grados de temperatura los hoteles tienen que tener los aires acondicionados al 100%, y asisten miles de personas más de las estrictamente necesarias… pues está todo dicho.
Os deseo a todos un feliz y congruente 2024.