Durante más de tres décadas, la madrugada de Benidorm, muy especialmente la vinculada a los locales de la conocida como ‘zona guiri’, fueron sinónimo de un espectáculo tan bizarro y único como lo era aquella ciudad a caballo entre los siglos XX y XXI, con cambio de milenio incluido, en el que Victoria María Aragües, conocida primero como Vicky Leyton y después (y continentalmente) como ‘Sticky Vicky’, realizaba su número de acrobacia vaginal; y al que ella, nacida en Santa Cruz de Tenerife el 15 de abril de 1943, se refería como magia vaginal.
En todo ese tiempo, que no es poco, ‘Sticky Vicky’ fue la protagonista de centenares de titulares en la prensa española y británica, que, al igual que ha sucedido (y sucederá) con cualquier temática que toque de lleno a Benidorm, no siempre fueron amables. Incluso, hubo quien nunca la vio, pero se dejó llevar por la situación y dibujó con aquello que le llegaba de oídas una caricatura de una mujer, con una vida tan apasionante como el espectáculo que la hizo famosa.
Inicios en el ballet
La historia de ‘Sticky Vicky’ arranca, como tantas otras de las artistas que se forjaron en aquel mundillo del destape de finales de los setenta, con el abandono del hogar del padre, que dejó a la madre al cargo de aquella niña de sólo seis años y, como ya puede imaginar el lector, sin demasiadas holguras económicas.
Su formación artística comenzó, también, como la de tantas otras aspirantes a ser estrellas del mundo del espectáculo. Afincada desde los seis años en Barcelona, durante quince años se formó en ballet clásico, llegando a debutar como bailarina en salas de la Ciudad Condal junto a su hermana, contorsionista; y fue en aquella época cuando un empresario de la noche barcelonesa la bautizó como Vicky Leyton.
Su formación artística comenzó, como la de tantas otras aspirantes a estrellas del espectáculo, en el ballet clásico
Figura del destape
Allí, lanzada por aquellos años que se vinieron a llamar ‘del destape’, se hizo todo un nombre, llegando a ser una de las figuras del mítico El Molino barcelonés, donde le dio sus primeros biberones a su hija María, tal y como ha relatado ella misma en más de una ocasión.
Fue entonces empujada por la demanda de aquella clientela que salió de cuarenta años de sacristía, y que fue arrojada, de golpe y sin previo aviso, a la libertad más absoluta; cuando la artista se vio obligada a aumentar la dosis de ‘picante’ en sus números.
El elevado tono de su espectáculo propició que la comunidad británica la rebautizara como ‘Sticky Vicky’
Llegada a Benidorm
Barcelona ya era, por aquel entonces, una ciudad adelantada a buena parte del resto de España en lo que a la libertad cultural (sea lo que sea eso) se refiere; pero Benidorm no le iba a la zaga y, además, representaba la apertura total de un país que se despojaba del blanco y negro y se llenaba de color, tanto en los soleados días de playa como en las animadas noches de desenfreno.
Así, a principios de la década de los ochenta, Vicky Leyton, como seguía siendo conocida, dejó atrás la Ciudad Condal y llegó a Benidorm. Fue entonces cuando el elevado tono de su espectáculo propició que la comunidad británica la rebautizara como ‘Sticky Vicky’, un nombre artístico que ha dado la vuelta al mundo.
Nacida en Santa Cruz de Tenerife, fue estrella de El Molino y llegó a Benidorm a principios de los ochenta
Espectáculo único
Muchas generaciones de turistas de todas las nacionalidades (y benidormenses) recordarán por siempre aquellas sesiones en las que, tras desnudarse bajo los focos de luz tungsteno primero y neón después, llegaba el momento esperado por todos, que consistía en extraer de su vagina los objetos más inimaginables. De tan íntima zona iban surgiendo, sin solución de continuidad, huevos, pelotas de ping-pong, pañuelos o, incluso, unas cuchillas de afeitar atadas por un hilo.
Eso, que ya sería impresionante de por sí, tenía, como casi todo lo que sucede en Benidorm, un ‘más difícil todavía’. Era entonces cuando las luces y la música se apagaban de golpe; y de repente, en el silencio y la oscuridad, una bombilla se iluminaba desde el interior de donde todo el mundo está ahora pensando. Y entonces, el ruido de aplausos, gritos y risas daban, de nuevo, paso a la música para que siguiera la noche.
Una noche huérfana
El pasado 29 de noviembre de 2023, su hija María (que vio por primera vez el espectáculo de su madre antes de cumplir los quince años y siguió sus pasos, aunque sin tanto éxito), fue la encargada de confirmar, a través de las redes sociales, la muerte de Victoria María Aragües, Vicky Leyton o ‘Sticky Vicky’, como cada uno prefiera.
La vida de ‘Sticky Vicky’ se apagaba en Benidorm, arropada por toda su familia, a las seis de la mañana de un miércoles; y en algún rincón olvidado de la noche benidormense, una bombilla se apagaba por última vez.