Alrededor de la ciudad de València podemos disfrutar de una serie de rincones donde la naturaleza es la principal protagonista. Uno de ellos es la Marjal dels Moros, un bonito humedal situado entre Sagunto y Puçol donde es posible divisar diversas especies de aves, algunas de ellas incluso en peligro de extinción.
Prácticamente toda la zona se empleó al cultivo del arroz y otros productos de la huerta valenciana desde el siglo XVII, hasta la instalación de los Altos Hornos del Mediterráneo (AHM) a principios del siglo pasado, cuando los terrenos fueron expropiados.
Los agricultores y cazadores locales continuaron explotando la zona -mientras los potenciales proyectos no se culminaban- hasta 1995, cuando la Generalitat Valenciana adquirió el área. Acto seguido, 350 hectáreas fueron catalogadas como suelo no urbanizable de especial protección para las aves. En 2001 se amplió el perímetro a 620 ha, después de su inclusión en la Red Natura 2000.
Cómo es
La Marjal dels Moros puede parecer un humedal bastante grande, pero la realidad es que se ha reducido notablemente su tamaño original: hace siglos, de hecho, llegaba desde la Albufera hasta Canet de Berenguer, lo que suponían una extensión de más de 50 km.
Pero con la llegada de los arrozales el terreno se redujo considerablemente, todavía más con la posterior construcción de apartamentos en primera línea de playa y el desarrollo de la industria.
Afortunadamente, como indicábamos, a mediados de los noventa se declaró como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), consiguiendo que la valiosa área no terminara de desaparecer. Sí es sumamente curioso que un lugar de naturaleza salvaje esté junto a un polígono industrial desierto.
Su extensión se ha reducido: hace siglos llegaba desde la Albufera hasta Canet de Berenguer
La ruta
El mejor punto para comenzar esta ruta circular es el extremo norte de la playa de Puçol -cerca de la Gola de l’Estany-, de donde sale un estrecho camino de tierra hacia el inicio del sendero. Pronto llegamos a la zona más espectacular y fotografiable del humedal: una pasarela de madera que transcurre por encima del agua y ofrece un bonito paisaje.
A lo largo de la misma encontraremos diversos miradores de madera. Muy recomendable es subirse a ellos, pues desde arriba es donde mejor se aprecia la totalidad del humedal y se podrán divisar algunas de las aves que viven en él. Si dispones de prismáticos o una cámara con buen zoom, le darás buen uso.
Además de flamencos, desde los puntos de observación veremos anátidas -aves migradoras como patos, ocas, gansos…- y aves charadriiformes -véase avefría, correlimos, avoceta, charrán o cigüeñuela común-.
Una pasarela de madera que transcurre por encima del agua es la parte más espectacular
Otros puntos de observación
Volvemos a un área de descanso para proseguir en dirección noreste mediante una pasarela elevada que nos conduce a otro punto de observación, en este caso de aves de mayor porte, como las garzas.
Seguimos por el ‘Camí Pas de les Egües’ girando al final a la derecha para alcanzar la ‘Llacuna de la Fotja de Banyetes’, un observatorio elevado, cubierto, que permite apreciar las aves sin ser vistos.
Regresamos sobre nuestros pasos y tomamos el camino de la derecha hasta el Mirador, una especie de meseta, elevada cinco metros sobre el nivel de la Marjal, que proporciona una magnifica visión de todo el conjunto.
Allí abandonamos el itinerario y seguimos hasta el Centro de Educación Ambiental de la Generalitat (CEA), integrado por la Alquería del Frares y diversas zonas de cultivo.
Respeta la flora y fauna del lugar, recordando siempre que eres tú el que visita su casa
Final del camino
Desde el CEA mantenemos la dirección sureste para enlazar con el ‘plafón de fauna’, que dispone de un área de descanso con bancos y mesas. Arribamos entonces a nuevos sitios de contemplación, la Llacuna de aves limícoles (acuáticas) y la reserva de peces, samaruc y fartet (omnívoro).
Inmediatamente vemos la zona de ecosistemas acuáticos y desde allí, en dirección al inicio de la ruta, podremos disfrutar de las aves anátidas, sin olvidarnos de los flamencos y las garzas. Durante el camino será frecuente el avistamiento de rapaces, como el aguilucho lagunero o el cernícalo común.
Consejos
La ruta circular, de cinco kilómetros llanos, presenta apenas dificultad, pero es aconsejable ir con tiempo suficiente por si nos desorientamos en algún instante o nos entretenemos en alguno de los miradores.
En verano es imprescindible visitarlo a primera hora de la mañana o última de la tarde, debido a que el calor es extremo, junto a una altísima humedad. También portar repelente de mosquitos: está lleno de ellos y no dudarán en picarte.
Por último, respeta la fauna y flora que puedas encontrarte en el camino, porque recuerda, eres tú quien pisa su casa. Si estás en silencio o sin levantar en exceso la voz, seguro que aparecerán más animales.