Dicen que el tiempo de las místicas terminó casi al completo a finales de la Edad Media. Fueron los tiempos de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz en España. Más adelante, la mística vivió unos últimos coletazos que se vivieron en la modernidad con Madame de Guyon en Francia. En Italia hubo otra mujer que se entregó en cuerpo y alma a Dios: Catalina di Jacopo di Benincasa, conocida como Catalina de Siena.
En honor a esta Doctora de la Iglesia (la segunda mujer en serlo para la Iglesia Católica), la comunidad de monjas dominicas del Monasterio de Santa Catalina de Siena, en Paterna, impulsó su moderno monasterio. ¿El lugar? El corazón de Heron City, el mayor centro comercial de esta localidad de l’Horta Nord.
Ocio y urbanizaciones por doquier
Los fines de semana el aparcamiento de Heron City, el centro comercial implantado junto a la Pista de Ademuz, a pocos cientos de metros de la Ciudad Deportiva del València CF, es un hervidero de gente: familias, parejas, amigos… miles de personas con sus vehículos bramando y con ganas de pasárselo bien.
La oferta de ocio de Heron City se completa además con una serie de multinacionales del bricolaje, la jardinería y la restauración, que se suma al flujo de gente y ruidos del lugar. Justo enfrente, además, se despliegan las urbanizaciones de Campo Olivar y de la Coma.
Rodeadas de todo este ir y venir de gentío viven las monjas dominicas en su monasterio, como si la aldea gala de los cómics de Astérix y Obélix se tratara. El remanso espiritual rodeado del ocio y los decibelios.
Las monjas dominicas fueron fundadas por Santo Domingo de Guzmán en el siglo XIII
Santo Domingo de Guzmán
Santo Domingo de Guzmán fundó las monjas dominicas en el siglo XIII para apoyar con la oración la predicación de los frailes. Alrededor del proyecto de Domingo se reunió un grupo de mujeres que se habían convertido de la herejía cátara y querían hacer penitencia y entregarse a la oración contemplativa.
Las Monjas de la Orden de los Predicadores forman una orden religiosa de vida contemplativa, de monasterios autónomos y de clausura papal, de derecho pontificio. Cada monasterio es gobernado por una priora, elegida en capítulo.
Estas religiosas usan un hábito compuesto por una túnica de color blanco, escapulario del mismo color, capa, correa y velo de color negro. Viven según la Regla de San Agustín, revisada por Domingo de Guzmán y adaptada a la vida de contemplación.
Presentaron ante el Ayuntamiento de Paterna un plan de reparcelación voluntaria en 2005
El movimiento inmobiliario
El monasterio de las dominicas luce un aspecto muy moderno en sus materiales y remates. El anterior monasterio se ubicaba en esos mismos terrenos, un poco más allá. Esta mini-mudanza fue la ocasión ideal para renovar el edificio en su totalidad.
Sobre las ruinas de su antiguo hogar, a solo unos pocos metros, se levantó parte de la nueva superficie comercial, en concreto la primera tienda en la Comunitat Valenciana de una conocida multinacional del bricolaje. Todo se remonta a 2005, cuando las monjas presentaron ante el Ayuntamiento de Paterna un plan de reparcelación voluntaria del suelo del convento.
La propuesta monacal, que finalmente fue la elegida por el consistorio, contemplaba la construcción de una superficie comercial en una parcela de 32.000 metros cuadrados, propiedad de la congregación, además de un nuevo monasterio, más pequeño, a escasos metros del anterior. La crisis frenó el proyecto que finalmente se relanzó.
En los años sesenta abandonaron su convento en València para dejar paso a El Corte Inglés
Continúan en La Coma
El nuevo convento, aunque más pequeño que el anterior, se alza para los transeúntes mucho más moderno desde el exterior. En términos de utilidad, el nuevo hogar de las religiosas está mejor adaptado a las necesidades de la congregación. Dispone de menos celdas (antes de la mudanza la mitad están vacías) y sin terrenos a su alrededor.
Su finca de naranjos ha desaparecido, pero ha ganado en tecnología y logística con la nueva arquitectura, así como una mejor orientación del inmueble. Por otro lado, el hecho de permanecer en el barrio de La Coma, una zona marginal del municipio de Paterna, siempre fue de su agrado, pues de ese modo pueden seguir ayudando a los vecinos en riesgo de pobreza.
Desde el centro de València
La historia del convento se asemeja a la de muchas otras instituciones que debieron abandonar el centro de València para trasladarse al área metropolitana del ‘cap i casal’. La presión económica, social y urbanística obligó en la década de los años setenta a otros a hacerlo. Sin ir más lejos, el Liceo Francés, que se encuentra a pocos metros del convento, también tuvo que abandonar su ubicación en Isabel La Católica.
Fue en los años sesenta cuando abandonaron su convento en el centro de València para dejar paso al primer Corte Inglés de la ciudad. En la parcela delimitada por las calles Pintor Sorolla, Don Juan de Austria y Colón ya no quedan vestigios del histórico monasterio de las dominicas. Fue trasladado al barrio de Orriols. Como contraprestación, las monjas recibieron un nuevo convento en Paterna, estrenado en 1970.