Es verdad que las cosas podrían ser de una manera y de repente… ocurre algo que lo cambia y lo convierte en otra cosa.
Por ejemplo, en lo referente a la actualidad política, Carles Puigdemont estaba aislado, la lucha independentista en Cataluña parecía haber pasado a un segundo plano como se podía ver por las manifestaciones e incluso los resultados electorales. Y cuando todo esto debía irse normalizando… llega el líder de Junts y se convierte en imprescindible para la gobernabilidad de España con Pedro Sánchez, y vuelta a empezar.
Ni entre ellos
Pero entre ellos mismos también parecía que sí, que la amnistía la iban a conseguir y cientos de familias se iban a beneficiar de esa ley. Más de 1.400 independentistas estaban pendientes de asegurar que lo que podía ser un delito que hubieran cometido ya no sería juzgado. Y llega el señor de Junts y da la orden de votar en contra por si acaso a él en concreto no lo ampara.
Sobre ese casi millar y medio de beneficiados hay 26 personas imputadas que podrían ser juzgadas posiblemente por delitos de terrorismo y de traición. Con lo que queda claro que la postura no es por la defensa de los ciudadanos a los que representan, lo que buscan es un aprovechamiento personal.
Nuestros agricultores
Tenemos más casos que podrían parecer que sí, pero al final se tuercen. Por ejemplo, el de la agricultura. Nos insisten a los ciudadanos para que nos concienciemos de reciclar y de la importancia con respecto al medio ambiente, que lo mejor son productos ‘kilómetro cero’ o de cercanía.
Y luego nos encontramos con la realidad, ya contada en varias ocasiones en este periódico, y es que no se hace nada para defender la dignidad de nuestros agricultores y se permite que vengan, por ejemplo, mandarinas desde Sudáfrica, que son más baratas entre otras cosas porque no tienen que cumplir una gran parte de las medidas sanitarias que a los nuestros les exigen.
Así, nos encontramos con productos de fuera, más baratos pero no con las mismas garantías, que evidentemente producen una mayor huella de carbono, y mientras dejamos morir nuestros campos. Luego llegará un problema, como paso con el grano en Ucrania, y habremos abandonado tanto lo nuestro que… ¡oh, sorpresa, nueva crisis!
Europa inmóvil
¿Cambiamos de tema? Pues vamos con Europa. Esa que también podría ser que sí, que la unión haga la fuerza, que pueda posicionarnos a todos los países que formamos esta Unión Europea y que entre nosotros exista unas normas comunes, y ante todo respeto.
Desgraciadamente de nuevo una bocanada de aire helado te devuelve al podría haber sido. Es totalmente indignante que a estas alturas del siglo XXI los franceses sigan tirando, quemando y saqueando nuestros camiones y que la policía se quede mirando, e incluso a veces apoyando. Es inconcebible esa pasividad ante estos ataques y que Europa no lo denuncie y tome ‘cartas en el asunto’.
Organismos inútiles
Vamos con una de guerras. Tenemos cientos de miles de personas trabajando en todo el mundo en grandes organizaciones, como la ONU o el Tribunal de la Haya, con el objetivo maravilloso, entre otros, de velar por la seguridad del planeta y poner orden. Y los muchos miles de millones que supone mantener esas entidades estaría perfectamente justificado si así fuera.
La realidad es que la ONU en Ucrania no ha podido hacer nada, porque Rusia tiene derecho a veto, con lo que es como si no existiera. Lo utilizó en el Consejo de Seguridad y de esa forma impidió que Naciones Unidas condenase la invasión rusa de Ucrania.
En Gaza tampoco ha tenido peso alguno para intermediar en el conflicto. Pero es que el Tribunal de la Haya, que es el principal órgano judicial de las Naciones Unidas, encargado de decidir en controversias jurídicas entre estados, tampoco tiene un papel resolutivo. De las últimas sentencias que han salido de dicha Corte no se ha cumplido ninguna.
Un ejemplo de sentencia es la que se produjo hace un año, en el que la Corte Penal Internacional ordenaba el arresto de Putin por crímenes de guerra. Pero casualmente este organismo no tiene jurisdicción en Estados Unidos, China, Turquía ni Rusia.
Los ocupas
Voy a terminar con la normalización que se quiere hacer sobre que unas personas ocupen tu vivienda y no las puedas echar, y además las tengas que seguir manteniendo la luz y el agua. Es totalmente absurdo e inconcebible que un propietario no pueda recuperar su casa de forma inmediata cuando alguien te la ha usurpado.
En cambio nos seguimos despertando con noticias de desahucios inconcebibles. Por ejemplo Blanca, una mujer de 78 años que tras más de medio siglo viviendo en una casa en Barcelona, y pagando puntualmente el alquiler, ha sido echada por una deuda de 88 euros contraída con la propietaria del piso. Ocurrió por una reforma que hizo la propiedad y esa era la única cuota que la quedaba ya por pagar a Blanca.
Es decir, que si estás legal puede venir la policía a echarte, evidentemente tras una sentencia judicial, pero si eres ilegal y me has robado mi casa nadie te echa porque también tiene que existir esa larga espera de una resolución judicial. Un mismo procedimiento para casos muy distintos.
Las cosas de Belarra
Por cierto, y ya que me quedan unas líneas, la última ‘cosita’ que nos dejó Ione Belarra es un cambio de nombre (como les gusta dedicar el tiempo y mucho dinero a estas cositas). Ahora las familias numerosas pasarán a llamarse ‘Familias con mayores necesidades de apoyo a la crianza’, todo a pesar que, según una encuesta de la Federación Española de Familias Numerosas, nueve de cada diez afectados rechazan este cambio ante el temor de que tenga como finalidad perder su identidad como tales familias numerosas.