Entrevista > Moisés Olcina / Músico (Alcoy, 2-febrero-1968)
El jazz, y en su defecto el saxofón, procede de la música negra, esa que hemos visto en tantas películas o series rodadas en la ciudad de Nueva Orleans. Quizás por esa sensualidad gusta su sonido, “dulce como un clarinete, aunque mucho más amplificado”.
Para hablar de música siempre la mejor opción es hacerlo con profesores, como Moisés Olcina, que lleva en la profesión desde hace más de cuatro décadas. Junto a David Castelló, Eladio Sellés y Raúl Richart ha creado ‘3+1 Sax Quartet’, una banda que ofrece una música diferente.
Los cuatro han participado en el XIX Congreso Mundial de Saxofón, un importantísimo certamen musico-cultural que tuvo lugar en diciembre en Las Palmas. “Tocar con los más grandes no se puede explicar con palabras; las sensaciones fueron increíbles, como un Mundial de Fútbol”.
Háblanos de tu formación musical.
Mi padre fue fundador de la Coral Polifónica Alcoyana y me preguntó si quería estudiar música, apuntándome a la Sociedad Musical Nueva.
Comencé con el oboe, pero viendo un programa de La 2 que se llamaba ‘Jazz entre amigos’ -que se emitía los domingos por la noche- me fascinó el sonido del saxo, instrumento con el que tuve una conexión inmediata. Pasé entonces por diversos conservatorios (Alcoy, València, Alicante…) hasta convertirme en profesional.
«Uno de los recuerdos del saxofón es la música negra, tan sensual, de los años cuarenta o cincuenta»
¿Por qué dicen que es tan sensual?
El instrumento en sí está a medio camino entre uno de metal y uno de madera. El saxo, de metal, cuenta con una boquilla de lengüeta, provocando un sonido dulce -como el que saca un clarinete- pero de una forma amplificada.
Viendo a los saxofonistas del pasado nos queda en el recuerdo ese sonido de los años treinta o cuarenta, la música negra, que es muy sensual.
¿Cuáles son los otros referentes que tenías?
Música clásica, sobre todo, como Claude Delangle, catedrático en París del saxofón alto, que es el que yo toco. Siempre me pareció su música muy romántica -afrancesada, belga incluso- y mi idea siempre ha sido que el saxo alto suene de esta forma.
Después mi paso fue el de escuchar a otros músicos, el caso de John Coltrane. Toqué seguidamente el saxo tenor y descubrí lo que era el jazz.
Descríbenos a ‘3+1 Sax Quartet’.
Es un grupo de amigos y, al mismo tiempo, músicos profesionales. Hacemos música compuesta para saxo en formación de cuarteto.
Habíamos hecho muchas cosas por separado y en un certamen celebrado en Cocentaina, ‘Sax Teneum’, estando de profesores, tocamos un concierto para los alumnos.
«Ahora nuestra idea es hacer un disco de los temas que tocamos en el congreso de Canarias»
¿Cuántos miembros sois?
David Castelló (saxo soprano), Eladio Sellés (saxo alto) y Raúl Richart (saxo barítono) y yo mismo, en el saxo tenor. Todos dominamos todos los saxos, pero pensamos que cada uno tocara uno diferente.
¿Suena muy diferente un saxo de otro?
Pienso que sí. El barítono es muy grave, que en la formación de cuarteto en muchas ocasiones hace de acompañamiento. Hace funciones de bajo en una orquesta; por eso vemos más de un saxo en las bandas.
El soprano, por ejemplo, es el agudo de la familia de saxos.
¿Qué tal fue vuestra participación en el XIX Congreso Mundial de Saxofón?
Fantástica, una ventana al mundo del saxo, con la presencia de los mejores del mundo, sobre todo japoneses. Disfrutamos de Keito Saito, mejor intérprete en el prestigioso concurso de saxofón de Dinant (Bélgica).
El anterior se celebró en Zagreb (Croacia) y este año tuvimos la suerte que se hizo en España, concretamente en seis auditorios de Las Palmas.
«Pudimos hacernos una foto con Brandford Marsalis y para nosotros fue como ver a Dios»
La vuestra fue una propuesta diferente, ‘Jazzeando’.
Hicimos un programa únicamente de música de jazz donde no solo improvisábamos -muy habitual en estos acordes-, sino que ofrecíamos música de autores de jazz escrito, más compuesto para cuarteto.
Gustó mucho precisamente porque hicimos algo diferente. Estamos muy contentos porque el día que tocábamos -en el conservatorio- había una fiesta importante y pensábamos que tras nuestro último tema se irían rápido; nos equivocamos e incluso tuvimos que hacer un bis. Nuestra idea ahora es hacer un disco de lo que tocamos en Canarias.
¿Cómo es tocar con los mejores?
Es complicado definirlo con palabras; fue maravilloso ver tocar a otros saxofonistas, todos brillantes. Coincidimos con Brandford Marsalis en la fiesta, pudimos hacernos una foto con él y fue como ver a Dios.
Este evento se hace cada cuatro años y los mejores se preparan muy bien, realizando muchos estrenos también. El próximo Congreso se hará en China, en 2026.
Según tu experiencia como profesor, ¿el futuro del saxofón en España está asegurado?
Sin duda, con muchos profesionales especializados y movimientos que antes no existían. Los jóvenes de ahora tienen muchas más facilidades.