El cine y, de un tiempo a esta parte, las series con las que nos bombardean cada vez más plataformas televisivas se han convertido en un vehículo ideal para hacer turismo de manera inconsciente. Así, no es de extrañar que cuando uno finalmente visita una ciudad que ha visto mil y una veces en la gran pantalla, tenga cierta sensación de familiaridad con el paisaje que finalmente está pisando.
Además, muchas personas han optado, en una moda que no ha parado de crecer en los últimos años, por convertir en su siguiente destino vacacional aquellos lugares icónicos en los que han tenido lugar los momentos más importantes de las ficciones a las que se haya podido enganchar cada cual.
Sensación de ‘déjà vu’
En ocasiones, incluso, una ciudad o un paisaje se han convertido, casi, en personajes de esas ficciones. Ahí está, por ejemplo, la urbe de Nueva York, a la que tantos directores (ninguno como Woody Allen) han dado un papel casi protagonista en sus largometrajes. O, en otra dimensión, los famosos puentes del condado de Madison (Iowa), que tan bien supo retratar Clint Eastwood en su adaptación de la novela de Robert James Waller.
Por todo ello, no es de extrañar que muchos de los visitantes que recalan en Benidorm año tras año tengan cierta sensación de ‘déjà vu’, porque, de forma consciente o inconsciente, ya han podido disfrutar de sus calles y espacios naturales en un larguísimo catálogo de producciones audiovisuales que van desde los largometrajes a los anuncios, pasando, por ejemplo, por no pocos vídeos musicales.
La relación de Benidorm con el cine comenzó en la década de los sesenta del siglo pasado
Más de medio siglo de cine
No es de extrañar que una ciudad caracterizada por su urbanismo vertical (he aquí una similitud con Nueva York), quizás la más destacada de toda Europa en este sentido, haya llamado poderosamente la atención de los localizadores. Pero sería absurdo pensar que la capital turística de la Costa Blanca sólo tiene rascacielos que ofrecer, ya que, de ser así, no tendría explicación que ya en los años sesenta del siglo pasado Benidorm fuese un importante plató de cine.
Todo comenzó, eso sí, con el turismo y el todavía pudoroso y tímido destape iniciático, y con protagonistas de enorme calado como la recientemente fallecida Concha Velasco o el mítico Manolo Escobar, que acabó convirtiéndose en un benidormense más al fijar en la ciudad su residencia.
El rodaje de ‘Huevos de oro’ supuso un salto cualitativo muy importante en los noventa
La playa de todos
Era el momento de aquel cine despreocupado del tardofranquismo. El de las suecas, los bañadores de muy poca tela y las historias de vacaciones de ligones más o menos afortunados en su misión de cazar a la siempre inocente extranjera. Para ello, aquel Benidorm que acababa de legalizar por su cuenta y riesgo el bikini en las playas, era el escenario ideal. Casi podría decirse, exagerando un poco, que no hacía falta guion y que grabar el día a día de la ciudad ya era una película en sí mismo.
En aquel momento Benidorm ya asomaba como el lugar de vacaciones para la clase obrera española, por lo que los localizadores de aquellas películas fueron los primeros en usar la ciudad como un protagonista más. Se buscaba, ante todo, hacer reconocible para el espectador una playa, una piscina o una calle que aquel, en su descanso de verano, ya había podido pisar. De esta manera, además, se conseguía una mayor empatía con la propia historia.
Sus rascacielos han sido protagonistas de los videoclips de una larga lista de autores de música urbana
Una ciudad, mil destinos
Un salto cualitativo muy importante llegó en los años noventa con la recordada ‘Huevos de oro’ de Bigas Luna. Estrenada en 1993, su historia, tan centrada en el oscuro submundo del ladrillo, se puede considerar como un adelanto de lo que posteriormente pasó en la realidad de la costa valenciana con el boom inmobiliario. Y todo ello, con actores de gran renombre como Javier Bardem, Maribel Verdú, Benicio del Toro o María de Medeiros.
Otro de los grandes atractivos de Benidorm ha sido la capacidad, gracias a la magia del cine, de la ciudad para transformarse en otros lugares. Así, la capital turística de la Costa Blanca ha sido Ibiza, Río de Janeiro e, incluso, una isla griega en algunas de las producciones que aquí se han realizado.
Evolución
Y todo, con una clara motivación económica. Con los mismos gastos de traslado, una productora encuentra en Benidorm una gran variedad de localizaciones. Desde algo tradicional, como lo que puede ofrecer el casco antiguo, a una iluminación nocturna al más puro estilo Las Vegas de la calle Gerona, los acantilados sobre el mar de la Serra Gelada o la moderna escena urbana de la avenida del Mediterráneo, además de las panorámicas de las playas desde la Cruz o La Cala y el skyline más parecido a Manhattan que encontramos en todo el Mediterráneo.
Claro, y todo eso no ha pasado de moda en estos años. Benidorm ha evolucionado con el paso del tiempo y así lo han hecho también las producciones que en sus calles se graban. A Benidorm ya no vienen únicamente los cineastas patrios, sino que es destino preferente de realizadores internacionales y no sólo de largometrajes y series, sino que sus rascacielos ya han sido protagonistas de los videoclips de una larga lista de autores de la ahora omnipresente música urbana.