Entrevista > Manuel Fuentes Figueira / Cantante lírico (Crevillent, 31-marzo-1996)
Manuel Fuentes es una de las mayores promesas líricas de nuestro país y pese a su juventud ya ha obtenido numerosos premios y reconocimientos, destacando los del Concurso Internacional de Canto Alfredo Kraus o en el propio Teatro del Liceo de Barcelona, donde deslumbró en el 175 aniversario de su fundación.
Pupilo del maestro crevillentino José Sempere, a quien le debe todo, su registro es el de bajo -el más grave-, con una voz potente y bien timbrada, brindando un sonido muy claro, “pese a cantar notas extremadamente graves”.
Se siente muy afortunado de este talento, “esa voz única”, y considera que le quedan muchos retos por cumplir hasta completar una longeva carrera. Por ahora sus próximos compromisos serán ya internacionales: Roma, Nancy y Berlín.
¿En qué momento descubres tu gran talento?
Cantaba en la Coral Crevillentina y a los quince o dieciséis años, cuando comenzó a cambiar mi voz -habitual a esa edad- me dieron algún papel más relevante, en concierto o zarzuela, y empecé a resaltar.
Fueron entonces varias las personas relacionadas con la música las que indicaron que, con mi voz, había material para intentar hacer algo más, para no desaprovecharla.
«Soy lo que soy gracias a lo que me ha enseñado José Sempere, mi maestro, y su mujer»
Se cruza en tu vida José Sempere.
Sí, mi maestro. Él, con su técnica y saber hacer, observa que en mí hay un material, un talento único. Me doy cuenta entonces -según me va enseñando- que realmente tenía una forma de cantar bastante inteligente y bien trabajada.
Para ti, ¿qué representa?
Es mi padre musical, la persona que me ha enseñado todo lo necesario para cantar, incluidas clases de piano y solfeo, tanto él como su mujer, Francisca García. Los tres hemos pasado mucho tiempo juntos y soy lo que soy gracias a ellos.
¿Cuáles son los otros ídolos de juventud que has tenido?
He tenido la fortuna de dar varias clases magistrales con uno de los mejores barítonos españoles de los últimos tiempos, Carlos Álvarez. Estuve con él en Granada y cantamos juntos en Las Palmas de Gran Canaria.
Otro ha sido Alfredo Kraus; Sempere me ayudó a cantar como lo hacía él. Me fijaba también en el italiano Cesare Siepi, uno de los mayores bajos de la historia; Bonaldo Giaotti y Nicolai Ghiaurov.
«Con el paso de los años mi voz se ha aposentado en el registro masculino más grave»
¿Qué significó ser tricampeón del VII Concurso Internacional de Canto Alfredo Kraus?
Mucho. Fue todo un logro acudir a ese concurso con apenas veintitrés años y únicamente seis o siete meses dedicándome de un modo profesional.
Ser además el único, en todas las ediciones, que ha ganado en tres categorías fue lo máximo. No me lo acabo de creer, fue todo un sueño, un milagro, logrado a base de mucho trabajo.
¿Cuál es tu registro?
Mi registro vocal es bajo. Sí es cierto que cuando empecé, a los veintitrés años, mi tesitura todavía no estaba del todo clara y era un bajo barítono, entremedias de un barítono y un bajo, pero con los años la voz se ha aposentado en el registro más grave de la voz masculina.
¿No variará?
En principio, no. Ahora debo seguir trabajando para realizar los roles operísticos que han hecho los grandes bajos, pensando en tener una carrera de muchos años.
Los bajos son voces aterciopeladas que precisan de mucha madurez, es decir, los que más respetuosos con la edad y cuidado deben tener. La madurez de un bajo llega a los 45 años; me queda un largo recorrido si protejo mi voz. Un objetivo es cuidar mucho la técnica, especialmente estos primeros años, el periodo de perfeccionamiento, para que sea inamovible.
«Los bajos son voces aterciopeladas que precisan de mucha madurez y un notable cuidado»
¿Próximos retos o sueños por cumplir?
Prácticamente todos. No me quiero poner metas de cantar en ciertos teatros, sino disfrutar del camino.
Todos los compromisos que tengo este año son a nivel internacional: ‘La Sonámbula’ en Roma; ‘Capuletos y Montescos’ en Nancy (Francia); y tres interpretaciones en el Teatro de la Ópera de Berlín, entre ellas ‘El Barbero de Sevilla’ y ‘Don Giovanni’. Mi mayor reto es prepararme para este público, que se lleve la mejor de las impresiones, y abanderar y llevar mi nombre por donde pase.
¿Sois más reconocidos en el extranjero?
Aquello que uno no es profeta en su tierra, pienso que se cumple. Sin embargo, las voces españolas -esa mediterraneidad- gustan mucho por toda Europa.
Es una lástima que muchos teatros nacionales se nutran de cantantes foráneos y se olviden de los autóctonos.
¿Cómo te imaginas al Manuel Fuentes del futuro?
Espero con una salud de hierro, determinante para poder cantar bien, con una técnica perfecta, buenas críticas hacia mi nombre y arropado por familia y amigos.