Entrevista > Cristian Cortés Ruiz / Historiador y experto en textiles suntuarios (Crevillent, 27-enero-1997)
La Semana Santa, momento de magia, es también sinónimo de tradiciones visuales, la que nos aportan sobre todo los bordados, un arte que nos descubrirá con detalle Cristian Cortés Ruiz, historiador y una eminencia en la materia.
El también cronista de la Semana Santa de Crevillent, nos explicará la funcionalidad del bordado suntuario como diseño artístico y símbolo de poder y riqueza. “No todas las personas se pueden costear llevar esos bordados, no dejan de ser una evidencia de poder”, remarca.
Siempre han estado, de hecho, asociados a prendas de la nobleza, realeza o clero. Sin duda, debido a los materiales (oro o plata) y a la pericia del bordador, son unas piezas elitistas, en ocasiones extremadamente costosas.
¿Qué categoría tiene el bordado?
Dentro del arte hay tres disciplinas consideradas mayores -escultura, pintura y arquitectura-, pero seguidamente existe un campo por investigar y descubrir, que es el bordado.
Se trata de un oficio artesano y uno de nuestros retos es que sea incluido como un arte mayor, pues sus diseños también beben de las otras tres materias artísticas.
¿De qué modo ha evolucionado?
Si nos centramos en el bordado religioso, hemos pasado de uno plano durante el Renacimiento -en el que se representaba una escena con sedas de colores- a aportarle, especialmente durante el Barroco, una serie de matices en oro o plata.
Es lo que se ha llamado el bordado erudito, con infinidad de técnicas que lo convierten en un verdadero arte. Se consiguen, entre otros, efectos de fondo o de relieve, recordando a la escultura.
¿Cómo está en la actualidad?
Contamos con muchas vanguardias, porque el bordado se ha diversificado tanto que hay pluralidad de escuelas, composiciones y diseños. Ya no hay una única manera de trabajar los bordados.
«Llamado erudito, este bordado cuenta con infinidad de técnicas que lo convierten en todo un arte»
¿Cuál es la primera etapa al realizar un bordado?
Fundamental es la existencia de una persona que conozca bien el arte para poder ejecutarlo.
El diseñador, que es clave, compondrá un dibujo con elementos decorativos que definen los diferentes movimientos artísticos. Es una figura que siempre pasa desapercibida y queda en el anonimato de una forma injusta.
¿Por eso están tan personalizados?
Sí, aunque debemos diferenciar entre el bordado de tradición erudita -el que incorpora motivos artísticos diferenciales- y el vanguardista, mucho más personalista y original. El primero agrega elementos recurrentes.
Los bordados destacan por el oro o la plata…
Antiguamente en el bordado, que insisto era un oficio ligado al poder, se empleaban hilos metalizados, que tenían un alma en seda. Estaban forrados de laminillas de oro o plata, en función de los matices que se les quisieran dar. Hablamos de un trabajo muy minucioso.
Recientemente se están incorporando otros materiales que abaratan los carretes para bordar, extremadamente caros.
«El diseñador, que es clave, es una figura que pasa desapercibida de una forma injusta»
¿En cuánto tiempo se realiza uno y qué coste puede tener?
Puede ser de medio año a uno y su valor es caro, siempre teniendo en cuenta tanto la técnica como la calidad y pureza del oro. También es una labor sumamente artesanal, laboriosa, y de gran precisión por parte del bordador y de los oficiales que le ayudan en el taller.
Una túnica de oro entrefino para un nazareno puede costar alrededor de 15.000 euros. Existe la posibilidad, asimismo, de abaratar el precio con máquinas o programas de ordenador, perdiendo obviamente calidad.
¿Qué es la técnica del recorte?
Como su propio nombre indica implica recortar un tejido -un tisú o un raso de seda- para darle la forma del motivo que se quiera aplicar en la superficie del tejido base.
Esta técnica minimiza mucho los costes, al no emplear hilaturas de oro o plata. No obstante, pese a que queda un resultado digno o efectista, le resta mucha calidad a la pieza. También se ha extendido muchísimo el bordado a máquina u ordenador, que tiene ventajas, pero pierdes todas las técnicas artesanales, de marcada tradición.
Por último, ¿qué estilo artístico prefieres en un bordado?
Nos fijamos mucho en el sevillano, pero el estilo desarrollado en la Comunitat Valenciana ya fue importantísimo en el Barroco y a lo largo de todo el siglo XIX, porque seguía una línea de tradición erudita con diversidad de puntos y unos programas muy ornamentados que intentaban asimilarse a las manufacturas sederas.
Además, el dibujo de corte neoclásico fue muy demandado, especialmente en los talleres reales de València.
Uno de nuestros mejores exponentes fue Justo Burillo, uno de los mejores bordadores entre finales del siglo XIX y primera mitad del XX. Era un genio mostrando la tradición más erudita del bordado y unos dibujos cercanos a los diseños neoclásicos que se producían en la València decimonónica.