Entrevista > Ramón Cuenca / Escultor imaginero (Cox, 15-enero-1975)
La imaginería es todo un arte que se extiende durante siglos, especialmente visible durante la Semana Santa, como nos explicará el talentoso Ramón Cuenca, todo un referente como escultor imaginero en la Comunitat Valenciana.
Totalmente autodidacta, son numerosos los encargos que recibe, algunos incluso a nivel internacional. Pero ¿qué hay detrás de este arte? Nos explicará cómo trabaja, sus técnicas y la diferencia entre escultor e imaginero, “porque el primer paso siempre es ser escultor”.
Se trata, sin duda, de una labor artesanal sumamente laboriosa “en la que preciso estar relajado, tranquilo y concentrado”. Asimismo, el tiempo de realización de cada obra -al igual que su coste- está vinculado a la dificultad, talla, decoración y si lleva o no oro.
¿Lo que haces es un arte?
Por supuesto, es escultura, una de las artes más antiguas que existen. En concreto empleo los parámetros tradicionales de la escultura española, una metodología que se utiliza desde hace siglos.
Tengo la fortuna de dedicarme a lo que me gusta: mi profesión era, en su momento, una afición. Es algo innato.
¿Cuál es tu formación?
Soy autodidacta. A los 17 años ingresé en la Escuela de Arte de Orihuela e inmediatamente después monté mi propio taller, ahora ubicado en Cox.
Anteriormente, de pequeño, siempre me gustó jugar con plastilina, barro, pintar y me agradaba todo lo relacionado con la Semana Santa.
«Empleo los parámetros de la escultura española, la misma que se utiliza desde hace siglos»
¿Cómo se hace una imagen procesional desde la nada?
El cliente primero me cuenta su idea, que debo plasmarla seguidamente en 3D o punto redondo. Les hago entonces un boceto, en barro pequeño, y cuando se aprueba se pasa a madera y a tamaño natural. Si es para obra civil se puede emplear también bronce y hiedra.
¿Cuánto se tarda en hacer una obra estándar?
Es muy relativo y variable, teniendo en cuenta además que en el taller estoy trabajando en varias obras al mismo tiempo. Se firma un contrato con una fecha y ese día debe estar finalizada, ya sea para una inauguración o una bendición.
¿Qué dificultades te encuentras?
Cada proceso conlleva su complejidad. Quizás lo más difícil, a veces, es captar la idea exacta del cliente y darle forma, hasta que la plasmas en un boceto.
Es el momento de la creación, en el que se deben llevar a cabo unos parámetros de composición y proporción.
¿Cómo ha variado este tipo de escultura a lo largo de los siglos?
Los métodos y materiales siguen siendo los mismos, porque se ha demostrado que perduran en el tiempo.
En la actualidad sí existen otros materiales, pero no sabemos cómo van a funcionar con el paso de los siglos. Cuando hacemos una escultura, nos tiene que sobrevivir a nosotros mismos y a las futuras generaciones. Vemos obras que tienen 400 o 500 años.
¿Cuáles son tus obras más relevantes?
Para mí todas son relevantes, aunque me han marcado especialmente mis obras iniciales, cuando me dieron la oportunidad de demostrar mi talento.
Hay encargos muy puntuales que son un hito en mi carrera, como los trabajos que hice para Filipinas, Italia o Rusia.
Del mismo modo, las imágenes que he hecho para Andalucía: la Virgen de la Trinidad y San Juan para la Semana Santa de Jerez de la Frontera, que es importantísima; o dos obras para la capilla de los Marineros de la Esperanza de Triana (Sevilla).
«Lo más complicado, a veces, es captar la idea exacta del cliente y plasmarla en un boceto»
Tú mismo has evolucionado…
Claro, como la mayor parte de los artistas, mi escultura inicial se podría decir que era muy ingenua, sobre todo en los trazos y las composiciones.
He ido aprendiendo, evolucionando y asimilándolo todo. No existía internet y conocíamos otras obras por medio de libros y la visita a museos o templos religiosos.
¿Ahora todo es mucho más fácil?
Hoy tenemos todo el mundo en casa, por medio de las tecnologías. He mejorado también trabajando (mucho) y experimentando, porque no te puedes quedar únicamente con lo académico. Cada día voy aprendiendo.
¿Quiénes eran tus referentes?
Lo más cercano, en mi caso el maestro Francisco Salzillo. Tampoco podía conocer mucho más, quedaba lejos la aparición de las redes sociales. No conocía, por ejemplo, la escultura que se hacía en el siglo XVIII en Alemania o Portugal.
¿Cuáles son las diferencias entre ser escultor e imaginero?
Primeramente, uno debe ser escultor, sabiendo sus técnicas -piedra, madera, bronce…-, y después se especializa en la imaginería.
Una imagen no solo tiene que cumplir unas funciones técnicas, sino también religiosa, espiritual, que llame a la oración y a conmover. Llegando a ella llegas a Dios, es una forma de catequizar. Esa es la función del imaginero.