Habiendo dejado ya atrás el invierno más tórrido y seco de cuantos se tienen constancia, la costa de Altea encara ya un verano en el que, como ha venido sucediendo durante los últimos años, todos los indicadores apuntan a que los visitantes que se dejen caer por sus playas y calas se contarán por decenas de miles.
Altea es, especialmente desde la salida de la pandemia, un destino de moda. Lo certifican las cifras de ocupación hotelera y la dificultad, en días señalados, de encontrar una mesa libre en el restaurante de elección si no se ha reservado con bastante tiempo de antelación. Lo demuestra, también (aquí el cambio climático también ayuda), que sobren dedos en las manos para contar los días en los que, incluso en invierno, sus playas o paseos marítimos han permanecido vacíos.
Paraíso del turismo activo
Pero hace ya mucho tiempo que Altea dejó de ser únicamente un destino de ‘sol y playa’, si bien es cierto que ese concepto también ha cambiado mucho desde los tiempos de ‘Verano azul’. Altea, especialmente en los meses menos calurosos del año, se ha convertido en un auténtico paraíso para los amantes del turismo activo, especialmente ciclistas y senderistas.
Así, la oferta hotelera de la Villa Blanca se ha ido adaptando con pasos firmes y continuados a las exigencias de ese visitante que no sólo está interesado en torrarse al sol y disfrutar de la fenomenal gastronomía del municipio, sino que también (una cosa no excluye a la otra) pide disfrutar de los espacios naturales de Altea y de su entorno.
Este sendero abarca toda la bahía de Altea, desde la plaza de Europa hasta el mirador del Mascarat
Colaboración público-privada
Para lograr ser un destino prioritario para este tipo de visitante, generalmente de un poder adquisitivo alto, no ha bastado únicamente con que la iniciativa privada haya hecho su parte; sino que también se ha requerido un firme compromiso por parte de la Administración pública, muy especialmente la local, en la transformación y puesta en valor de todos aquellos espacios que pudieran actuar como imanes para esta clientela.
Decisiones que no siempre han generado un consenso absoluto entre los residentes como han demostrado, a lo largo de los últimos años, las muestras de rechazo a medidas como peatonalizar ciertas zonas, eliminar áreas de aparcamiento o, en última instancia, las derivadas de la renovación integral del frente litoral, motivo de gran discusión con buena parte del sector hotelero de esa zona.
«Es un reconocimiento relevante que muestra la importancia de poner en valor nuestros caminos y su cuidado» J. Orozco
Líder de ocupación
El caso es que, más allá de esas confrontaciones todavía no resueltas en su totalidad, las cifras son las que, en última instancia, dan y quitan razones o, al menos, justifican o no según qué decisiones. Así las cosas, Altea lleva ya mucho tiempo liderando en la Comunitat Valenciana los índices de ocupación que quincenalmente publica la patronal hotelera Hosbec, con especial relevancia en los meses que, históricamente, se han conocido como temporada baja.
Ahora, y para darle un nuevo impulso a zonas que tradicionalmente no han servido como un claro referente de promoción turística, Altea ha buscado nuevas fórmulas para poner en valor su bahía más allá de las playas o del exclusivo mercado del turismo náutico, algo a lo que no todos los bolsillos pueden acceder.
«Resulta fácilmente accesible, por lo que dará más visibilidad a los importantes espacios naturales por los que trascurre» J. Orozco
Sendero Azul
Para ello, y tras varios años de trabajo intenso, la bahía de Altea ha sido reconocida como Sendero Azul, una distinción que otorga anualmente la Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor (Adeac) a los caminos e itinerarios que han sido transformados en valiosos recursos para la interpretación y la educación ambiental, cercanos a playas con banderas azules o en territorios del interior.
La bandera que, como sucede en las playas con insignia azul, ya ondea en la Villa Blanca, fue entregada el pasado mes de marzo en una ceremonia celebrada en la madrileña localidad de Las Rozas, siendo este el segundo año consecutivo que Altea recibe esta distinción. Un reconocimiento que se encargó de recoger el edil de Medio Ambiente, José Orozco.
Sólo cien en España
Por su parte, el regidor alteano explica que “este es un reconocimiento significativo que sólo tienen un centenar de senderos en España y supone una muestra más de la importancia de poner en valor nuestros caminos y el cuidado de los mismos, con la incorporación de señalética y paneles explicativos e interpretativos que lo conviertan en un importante recurso didáctico y atractivo turístico”.
El sendero distinguido en la Villa Blanca abarca toda la bahía de Altea, desde la plaza de Europa, situada en el núcleo urbano, hasta el mirador del Mascarat; “un itinerario costero y de elevado interés natural, cultural y paisajístico que permite visitar diversos elementos de interés cultural y etnológico protegidos; además de discurrir por un humedal catalogado como la desembocadura del río Algar y el monumento natural del afloramiento volcánico de la playa fósil de la Cala del Soio, junto al entorno marino del Parc Natural de la Serra Gelada”.
Asimismo, el responsable local de Medio Ambiente señala que “el sendero es muy accesible, por lo que dará más visibilidad a los importantes espacios naturales por los que trascurre, y supone una acción más para la promoción de nuestro patrimonio natural, contribuyendo a desestacionalizar el turismo y también a mejorar el estado de las personas que pasean por el mismo”.