Entrevista > Ignacio Soler / Asesor de pesca (Santa Pola, 13-abril-1957)
La electrónica naval desempeña un papel crucial en la seguridad, eficiencia y capacidad operativa de las flotas navales en todo el mundo, permitiendo un control preciso y una respuesta rápida ante situaciones de emergencia y amenazas potenciales en el mar.
Ignacio Soler trabaja desde hace años para una importante empresa naval de Noruega, (Kongsberg Discobery), y viaja por buena parte del mundo instalando este tipo de sistemas informáticos.
Mejorar la eficiencia
En lo que respecta a los barcos de pesca, que es el terreno en el que mejor se mueve, trabaja para proporcionar herramientas que mejoran la eficiencia, la rentabilidad y la seguridad en las operaciones pesqueras.
A pesar de que incluso tuvo su efímera aparición en política, lo suyo ha sido siempre el mar. Cuando tenía quince años se subió por primera vez a un barco de pesca con su padre, que lo metió a cocinero sin tener ni idea, porque al anterior cocinero le había tocado la lotería y se había marchado.
Dice que aún recuerda aquellas horribles lentejas que intentó cocinar aquel día, y que nadie tuvo el valor de comerse. Fue su primer y último día como cocinero. También recuerda que lo primero que pescó fue un mareo que le duró tres días.
Un patrón de diecinueve años
Cuando tenía diecinueve años su padre murió y se tuvo que hacer cargo del barco como patrón, comenzando una larga vida en el mar, que a sus 67 años no está dispuesto a abandonar. Después de patrón se hizo capitán de barco, y durante algunos años fue profesor en el Instituto Marítimo de Alicante.
Entre sus logros destaca el reconocimiento recibido desde Bruselas, por la creación de un portón mucho más ligero, que se utiliza para abrir las redes desde el barco. Es además considerado un portón sostenible por reducir el impacto ambiental, porque al ser más ligero reduce el consumo de combustible y no arrastra el fondo marino. Ahora se arrepiente de no haberlo patentado.
¿Veremos pronto barcos híbridos, o los denominados vehículos eléctricos con generadores, o con energía solar?
Llegarán, claro que sí. De hecho, ya lo he visto en algunas ferias internacionales con prototipos que algunas empresas ya empiezan a emplear. Tienen motores con sistema híbrido utilizando gas natural en lugar de gasolina, y además lo estaba presentando una empresa española.
La energía solar es más complicada en el mar por el momento. No es viable, porque para un gran barco harían falta demasiados paneles para poder producir la energía solar que necesitan.
¿Con qué tipo de barcos trabaja?
Con grandes barcos. Tenemos por ejemplo como clientes a atuneros del Pacífico, que miden más de cien metros de eslora, y que pesan más de 1.500 toneladas. También trabajamos por ejemplo en Maldivas con barcos de más de setenta metros.
Muchos de estos barcos son españoles, porque no hay que olvidar que la flota pesquera española se despliega por todo el mundo.
¿Qué es lo peor a lo que se enfrenta un barco en el mar?
Para mí las profesiones más peligrosas son el trabajo en el mar, junto con la minería.
En el mar puede pasar de todo: desde un incendio, una vía de agua, un cortocircuito, una tormenta, una red que se engancha y un cúmulo de circunstancias imprevistas.
El problema es que el mar es un medio agresivo donde los problemas se tienen que resolver allí, porque no da tiempo a que vengan a socorrerte si el problema es grave, y frente a eso hay que estar muy preparado.
«Muy pronto la inteligencia artificial se encargará de cambiar la vida y el trabajo en el mar»
¿Cuáles son los protocolos que se utilizan ante las adversidades?
Es muy importante tener en cuenta todos los protocolos, como realizar cursos de supervivencia, contra incendios y todos los conocimientos necesarios para afrontar las situaciones de riesgo con las que te puedes encontrar.
Y desde luego es fundamental tener el barco a punto antes de salir al mar, y disponer de sistemas electrónicos como los que nosotros instalamos para tener los mínimos fallos posibles. Como último recurso hay que subir a la balsa salvavidas y dejar que se hunda el barco, porque lo más importante son las vidas de los tripulantes.
La inteligencia artificial viene pisando fuerte, ¿también en el mercado naval?
Precisamente hemos tenido recientemente una reunión, y hablábamos de que los programas de software ya van a implementarlos con inteligencia artificial.
El mismo equipo electrónico será capaz de sacar conclusiones, que es lo que hoy en día hace el capitán del barco. La información que me dan los sensores yo la interpreto, para comprobar que todo está en orden o si se detecta algún problema. La inteligencia artificial se encargará muy pronto de eso, y cambiará la vida y el trabajo en los barcos a corto plazo.
«La flota pesquera española se despliega prácticamente por todo el mundo»
Estuvo trabajando cuatro años en Libia a las órdenes de Gadafi. ¿Cómo le fue?
En 1978 trabajaba para otra empresa y me destinaron a trabajos contratados por el gobierno libio.
Mi llegada coincidió con un bombardeo americano en el que murió una hija de Gadafi.
Te puedes imaginar la situación que se vivía allí. Fueron momentos de mucha tensión y preocupación.
¿Le llegó a conocer personalmente?
Sí, y la verdad es que mi trato con él fue cordial y respetuoso. Se interesó personalmente por conocer detalles de nuestro trabajo, que consistía en dotarles de medios de salvamento marítimo, y de realizar las maniobras de atraque y desatraque de los buques petroleros. Era una zona donde estaban ubicadas terminales de petróleo muy importantes.
En la actualidad usted se mueve también por lugares como Madagascar o Bangladés, zonas con un bajo nivel de desarrollo.
Entre otras muchas zonas, pero sí, trabajo en estos países precisamente por eso; tienen un bajo nivel de desarrollo tecnológico.
Necesitan adaptar sus barcos a los nuevos equipos electrónicos para ponerlos al día, y para ser más eficaces en sus operaciones de pesca. En eso precisamente consiste allí nuestro trabajo.
«Santa Pola era todo un referente en las últimas décadas del siglo XX»
A pesar de los microplásticos, ¿el Mediterráneo es un mar limpio frente a otros mares?
Hoy por hoy sí. Hubo un tiempo en el que veías las manchas de alquitrán flotando en el mar. Ahora afortunadamente ya no es así, gracias a que nos controlan directamente desde satélites.
Ahora si a un barco se le ocurre ponerse a limpiar los tanques en medio del Mediterráneo como se hacía antes, le cae una sanción de las gordas.
¿En su tiempo libre prefiere estar en tierra firme?
Bueno, depende. Yo pescar ya he pescado bastante en mi vida, ahora mi tiempo libre a bordo es distinto.
Es un día en un barco, sin teléfono, sin televisión, un día para comer sin prisas y sin nadie que me moleste. Es un día de libertad absoluta con el único sonido del mar, y como mucho la buena compañía de amigos.
¿La flota de Santa Pola volverá algún día a ser lo que hace décadas la convirtió en una de las más importantes del Mediterráneo?
Me gustaría decirte que sí, pero lo veo muy difícil. Aquello de todas formas fue un crecimiento de la pesca sin ningún control. En aquellos tiempos desde Santa Pola se organizaba toda la pesca de la provincia. Por otro lado, la pesca en el Sahara era de los santapoleros.
«Trabajé cuatro años en Libia a las órdenes de Gadafi»
¿A usted lo del mar le viene de familia?
Te puedo decir que a principios del siglo XX mi abuelo ya iba al Sahara a pescar la caballa, que entonces era territorio español, y no había nadie que te lo impidiera.
Ahora con las limitaciones que tenemos en la actualidad las cosas son muy distintas. Entonces no tenían ni motores, iban a vela. En el barco salaban la caballa y volvían.
¿La llegada del motor revolucionó la pesca?
Imagínate, fue todo un ‘boom’ y uno de los mayores avances para el sector. Pero no solo los motores, porque después apareció la fibra para fabricar las redes, que no se rompían con tanta facilidad y que pesaban mucho menos.
La flota creció y creció, y en las últimas décadas del siglo XX Santa Pola era todo un referente. Ahora las cosas han cambiado mucho, y los que quedan se encuentran con demasiados problemas burocráticos.